Apestados y desechables
Por José García Sánchez
La cercanía de las campañas deja en el camino los lastres que a cada partido les impide levantar el vuelo hacia el triunfo electoral. Aunque ellos se consideran indispensables, la realidad es que les sacan la vuelta, tanto así que, por lo menos dos de ellos, querían formar un partido político porque en los que existen no tienen cabida.
Debe os agregar a los apestados de la política a los desechables, que son candidatos que se eligieron por dedazo, haciendo a un lado a otros con más posibilidades de ganar y que ahora no dan el ancho. Podemos empezar por nombrar a la propia candidata de Fuerza y Corazón por México, de quien se mantiene el rumor que será sustituida porque en lugar de crecer cada día amanece con dos puntos menos en la intención del voto. Dentro y fuera de la alianza opositora saben que la peor enemiga de la candidata X es ella mis.
Luego viene el candidato a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, Santiago Taboada, vinculado al cártel inmobiliario, que tiene su epicentro en el lugar donde es alcalde. Su nombramiento le originó al PRI la desbandada más grande de los últimos años, encabezada por Adrián Ruvalcaba, quien esperaba por lo menos un maquillaje de selección interna democrática para elegir candidatura. Ahora no levanta en las encuestas el cómplice de Jorge Romero en la construcción de edificios y se habla de que hay que cambiarlo porque igual que como sucede con la X en lugar de levantar decrece.
Otro, que no da ni un paso hacia adelante es el candidato del PRI a la gubernatura de Veracruz, a quien el PRD felicitó pero no apoyó formalmente y le es indiferente al panismo nacional, para el que es lo mismo ratificarlo o destituirlo. El pacto de la oposición vive sus peores momentos, luego de que el líder nacional del PAN, Marko Cortés. Reclamara el incumplimiento de un convenio con el PRI, a su líder nacional, a todas luces ilegal. Esto podría causar la sustitución de Pepe Yunes o bien que el PAN tenga su propio candidato a la gubernatura, porque el pobre no llega ni a 20 puntos en la intención del voto.
Si a esto sumamos que el PRI carece de representación en el congreso local y el repudio de los veracruzanos hacia el priismo, sólo hay dos pronósticos: la derrota de Pepe Yunes, por una amplia ventaja, o ser sustituido por un panista, o bien tener como rival para pelear el segundo lugar algún militante del blaquiazul.
Los apestados, por otra parte, creyeron ser líderes que conmocionaban a la población por sus ideas, pero no fueron tan buenas ni tan numerosas, su ego no les permitió tener una correcta percepción de la realidad y ahora son unos apestados que nadie los quiere en sus equipos. De hecho, la gente amenaza con dejar a un lado a quienes los adopten como parte de su gente antes que aceptar integrarse a equipos que se perfilan como ganadores. Ya sucedió con Clara Brugada respecto a Ebrard, a quien alejó oportunamente, confirmando la muerte política del ex secretario de Relaciones Exteriores.
Se creyeron líderes con tanto arraigo que hasta anunciaron crear su propio partido político como si fuera tan fácil y rápido, ahora tanto Marcelo Ebrard como Sandra Cuevas desistieron de este imposible intento, porque no cuentan con seguidores, y los pocos que tenían han renunciado seguir con ellos.
El primero pasó del segundo lugar para ser prácticamente Presidente de la República a ser un apestado, porque donde quiere apoyar con su presencia, representa un deterioro a la imagen de quien intenta fortalecer.
Lo mismo sucede con Sandra Cuevas, pero ella, fue más prudente y anunció su retiro de la política, y hay otros que tienen conciencia de su rechazo generalizado y creen contar con apoyos ficticios que a la hora de hacer cuentas se convierten en lastre.
Todavía no son conscientes del rechazo de la gente nunca estuvieron cerca. Todos, cada uno en su partido político, salen de ellos o saldrán, porque han sido señalados de traidores por lo menos en una ocasión.
Son incapaces de darse cuenta del lugar que ocupan ante el electorado cómo pueden pedir cargos de elección popular. Ninguno de los nombrados puede considerarse fuera del conservadurismo más rancio.