
Estuvo cantando Niu York, Niu York (con muy buena voz, por cierto), con su traje negro de muertero (negro el saco, negro el pantalón y negra la corbata -de moño, para entonar con la idea del lujo del smoking- sobre la camisa blanca), en el sonido local del salón Sensseto, mientras que atrás de él, en la pantalla gigante decenas de mariachis acompañaban en silencio a un Luis Miguel envejecido gesticulando algo ininteligible.

La de este miércoles fue una mañanera imperdible: el presidente dio a conocer que buscó a ministros de la Corte para que apoyaran a la Guardia Nacional; se pidió públicamente a ministros de la Corte que votaran en contra de amparar a un sujeto ligado a García Luna (se logró y fue desechado el amparo); se dijo que ocho funcionarios dejarán sus cargos y se ventilaron al menos otro 10 asuntos.