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ORACIÓN ¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

ORACIÓN ¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Padre Santísimo: muy agradecidos, por segundo día del Año Nuevo

«Mi siervo Moisés ha muerto. Por eso tú y todo este pueblo DEBERÁN PREPARARSE y entrar a la tierra que daré a los israelitas.” (Josué 1: 2).

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Padre Santísimo: muy agradecidos, por segundo día del Año Nuevo, estamos ante ti para ponderar la orden que diste a Josué, tan pronto como Moisés murió: PREPARARNOS PARA ATRAVEZAR EL RÍO JORDÁN y después tomar posesión de LA TIERRA PROMETIDA.

La travesía del río Jordán es primero, porque más allá del Jordán esta la tierra prometida y vamos a tomar posesión de ella. A lo largo de este año nuevo que ya iniciamos, nos es urgente ATRAVESAR EL RÍO JORDÁN DE NUESTRAS MIL DIFICULTADES,

porque una vez que lo crucemos nos encontraremos con la tierra que el Señor nos va a regalar, EL LUGAR EN EL QUE NOS VA A POSICIONAR. Muy cierto que tenemos que arrebatarla a sus ocupantes, pero que el Señor está involucrado en ello, ¡es lo sorprendentemente maravilloso!

¡OREMOS AL SEÑOR!

Josué ordena a los israelitas que SE PURIFIQUEN Y QUE SE CONSAGREN, porque están a punto de presenciar sucesos extraordinarios que los hará poseedores de una tierra que no les costó, ni la cultivaron, ni nada edificaron en ella, porque tú, Padre Santísimo siempre estás dispuesto a conceder a los que amas, ¡las hasta las riquezas de los malvados!

Como favoreciste a tu pueblo, ¡así nos favoreces a nosotros en este presente año! Pero exiges de nosotros una visión y una actitud de vencedores.  ¡No de cobardes y apocados!

¡Nos haces ver que estando tú favoreciéndonos, después de la lucha está el final exitoso! ¡Cómo amas y favoreces a quienes diriges tu mirada amorosa, oh Amante de la humanidad!

También ordenaste a Josué que todo tu pueblo se consagrara a ti, a fin de que fuera digno de ver las maravillas que desde ese nuevo amanecer les esperaba: «¡Conságrense, porque mañana el señor VA A REALIZAR grandes prodigios entre ustedes!» (Josué 3: 5).

Padre Santísimo:

ese mañana está muy, pero muy cercano para todos nosotros, Tus amigos, quienes nos hemos purificado por las aguas vivificantes del bautismo y, con la sangre de su hijo amado, nos hemos santificado, para que mañana seamos los primeros en contemplar Tus maravillas que ya estamos visualizando y disfrutando desde hoy.

El poder estar en esta situación privilegiada nos lleva a ser mansos y humildes de corazón, tal como lo fue y enseñó nuestro divino salvador, para poder gozar de ese descanso recostados en ese corazón divino, pero siempre llenos de energía divina para defender a toda costa lo que sú, padre santísimo, nos has entregado.

Todos a una voz se agradecemos ese favor con el que nos distingues en medio de su pueblo santo.  Te aclamamos, te bendecimos y postrados Te adoramos, tal como lo hicieron los grandes del ayer. Tal como lo hizo Rut, la moabita ante su suegra Noemí, al decirle:

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“¡No me ruegues que te deje, y me aparte de ti!; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. ¡TU PUEBLO SERÁ MI PUEBLO, Y TU DIOS SERÁ MI DIOS!” (Rut 1:16).

Rut, con esa actitud tan valiente y decidida se convierte en la abuela del GRAN REY DAVID Y DEL MESÍAS MISMO.  Te reconocemos y nos sentimos y estamos siempre unidos a ti, porque de ti mana la vida y en tu luz veremos nuestra luz.

¡Qué ejemplo de fidelidad y de lealtad encontramos en la tarde santísima de tu hijo amado! Ante el mensaje dado por Gabriel, ella sin comprenderlo del todo, solo pronuncia el: “¡Hágase en mí, según tu palabra!”

Padre Santísimo: es haciendo tu divina voluntad como este año de bendiciones inicia en nosotros, en la consciencia de estar unidos a ti y estar purificados, para que con los ojos del espíritu seamos capaces de contemplar, de gozar, de valorar esa inmensa riqueza que tú has dispuesto a nuestro alcance para poder glorificarte, bendecirte, adorarte y agradecerte, alcanzando siempre tus favores y tus bondades de excedencia.

¡Cómo te excedes en generosidad! Así queremos ser nosotros, tus amigos: ¡Siempre y por siempre estar excedidos en generosidad, en condescendencia ante los desprotegidos y siempre dispuestos a vivir cada nuevo día como un regalo venido del mismo cielo de tu gloria!

Padre Santísimo: ¡Bendito seas desde ahora y para siempre! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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