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ORACIÓN: “¡Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría!” (Salmo 90:12)

ORACIÓN: “¡Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría!” (Salmo 90:12)

ORACIÓN: “¡Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría!” (Salmo 90:12)

ORACIÓN: “¡Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría!”. ¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

¡Muy buenos días, Padre Santísimo! ¡Qué hermoso es saber aprovechar nuestro tiempo de la manera más sabia! Despertar y abrir nuestros ojos y poder verte, poder contemplar todo cuanto eres y tienes; poder valorar nuestra dignidad ante Ti, poder palpar Tu gran bondad e inmensa generosidad para poder gozar de ese amor incomprensible.

ORACIÓN: “¡Enséñanos a contar bien nuestros días ,para que nuestro corazón adquiera sabiduría!”

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Todo ello nos hace postrarnos ante Ti con un corazón muy agradecido e irrumpir en una alabanza salida de lo más profundo de nuestro ser. Escuchar en nuestro interior esas Palabras salidas de Tus labios, nos hacen comprender lo que nos dice el Espíritu Santo: “La boca del necio es su ruina, y sus labios una trampa para su alma.” (Proverbios 18:7).
Padre Santísimo: ya estamos a escasos tres días para finalizar este año. Te suplicamos purifiques nuestra boca a fin de que, ¡jamás sean nuestros labios la causa de nuestra pobreza, de nuestra enfermedad, de nuestro fracaso, de nuestro malestar y de nuestra impotencia! ¡Danos la fortaleza para dimensionar lo que vamos a hablar! ¡Pon un freno a nuestra lengua a fin de que no sea la causante de un gran incendio y de un tormento innecesario!
Tu mismo Amado Hijo, nos previene para que revistamos a todas nuestras palabras de sabiduría, de precisión, de belleza, de poder y de bienestar: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” (San Mateo 12:37). En estos últimos momentos de este año que con Tu gracia veremos su final, Te suplicamos nos perdones por tantas palabras vanas que a lo largo de este año proferimos sin pensar, sin dimensionar el mal que pudimos causar a nuestros prójimos. No queremos terminar el presente año con palabras necias, sino con palabras de gran poder, de edificación, de fe, de amor, de esperanza y de deseos de excelencia para propios y extraños.
Es nuevamente el Espíritu Santo quien nos amonesta a evitar que Tu divino mensaje no sea acompañado por la sabiduría de este mundo, capaces de persuadir con la lógica meramente humana, sino demostrando el Espíritu de Tu palabra omnipotente. ¡Bendice nuestros labios Padre Santísimo, para que por ellos solo salgan palabras revestidas del espíritu de poder! ¡Bendice nuestra lengua para que sea un instrumento al servicio de Tu Palabra de gran poder, para gloria de Tu Hijo y para que Tú seas enaltecido! Es nuestro deseo anunciar Tu Divina Palabra con ese espíritu que acompañó a Tu Gran Apóstol: “Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,” (1ª. Corintios 2:4).
Padre Santísimo: estamos ante Ti suplicando sabiduría divina porque solo así seremos fuertes, valientes, guerreros y vencedores. Así es como nos lo enseña el Espíritu Santo: “El hombre sabio es fuerte, y el hombre de conocimiento aumenta {su} poder.” (Proverbios 24:5). Nuestros conocimientos meramente humanos sumados a la dirección del Espíritu Santo, serán los que revistan nuestra palabra de poder divino.
Padre Santísimo, finalmente, estamos conscientes de que no podemos acudir a nadie más, porque solo Tú y Tu Hijo Amado tienen Palabras de Vida. Confesamos que deseamos para todos nuestros descendientes les concedas la gracia de ser bendecidos con ese pacto divino, manifiesto por Tu Espíritu Santo: “Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la descendencia de tu descendencia –dice el SEÑOR– ¡desde ahora y para siempre! (Isaías 59:21).
Padre Santísimo: para despedirnos de este encuentro, postrados imploramos que nos digas directo al corazón:
¡Yo soy quien los bendigo, los protejo y les hago resplandecer mi rostro sobre todos ustedes; les extiendo mi amor y les concedo la paz! ¡Vayan y anuncien mi mensaje y cuiden sus labios para que solo salgan de ellos palabras que honran mi poder, mi amor y mi bondad hacia todos ustedes y hacia toda la humanidad!
¡Gracias, Padre Bendito! Amén.
P. Cosme Andrade Sánchez+


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