A pesar de su frágil salud, el papa Francisco reaparece en Pascua y clama por la paz global
Desde su silla de ruedas y con visible debilidad, el pontífice argentino retoma su papel como guía moral al condenar la violencia, el rearme y las crisis humanitarias en el mundo.
Ciudad del Vaticano.– En una imagen que resonó con fuerza simbólica, el papa Francisco reapareció este domingo ante decenas de miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro, tras semanas de ausencia en los ritos de Semana Santa debido a su convalecencia. Desde la logia central de la basílica vaticana, el pontífice ofreció su bendición “Urbi et Orbi” y, aunque no leyó personalmente el mensaje por recomendación médica, pidió que sus palabras fueran escuchadas con atención: un enérgico llamado a frenar la violencia y priorizar la ayuda humanitaria en lugar de la carrera armamentista.
Con la voz del maestro de ceremonias, Diego Ravelli, el mensaje papal recorrió las principales heridas abiertas del planeta. Francisco denunció la persistencia de conflictos que “cada día muestran una voluntad de muerte” y señaló con firmeza la paradoja de una humanidad que invierte más en armas que en combatir el hambre.
La escena conmovió por su carga humana: el Papa, sentado en una silla de ruedas y sin cánulas de oxígeno por primera vez desde su alta médica, bendijo a la multitud con visible esfuerzo físico. Luego, en un gesto inesperado, recorrió la plaza en el papamóvil, deteniéndose a saludar y bendecir a niños, mientras las 50 mil personas presentes celebraban su presencia con emoción.
El papa Francisco, de 87 años, pasó 38 días hospitalizado por una neumonía bilateral y fue dado de alta apenas el 23 de marzo. Su frágil estado no le impidió recibir en la mañana de Pascua al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, con quien intercambió saludos por la festividad.
A pesar de su frágil salud, el papa Francisco reaparece en Pascua y clama por la paz global
Un mensaje de urgencia moral
El contenido de su mensaje de Pascua fue amplio y directo. Condenó el creciente antisemitismo, lamentó la crisis humanitaria en Gaza —calificándola de “dramática e indigna”— y pidió un cese al fuego, la liberación de rehenes y asistencia urgente para la población. También criticó los ataques a hospitales y organizaciones humanitarias en zonas de conflicto, sin mencionar directamente a los responsables.
Francisco no dejó fuera a Ucrania, país por el que imploró una “paz justa y duradera”, ni a regiones como el Líbano, Siria, Sudán, Sudán del Sur, Yemen y Birmania, donde los conflictos prolongados siguen afectando a millones. Hizo un llamado global a resolver las tensiones mediante el diálogo y a no normalizar la indiferencia frente al sufrimiento.
La fe como resistencia
La reaparición pública del Papa en estas condiciones físicas fue también leída como un acto de resistencia espiritual. En un mundo agobiado por la guerra y la división, Francisco utilizó su propia fragilidad como vehículo para un mensaje de fortaleza moral. Su presencia —más que sus palabras— se convirtió en símbolo: incluso con limitaciones, no cesa en su misión de pastor y mediador de paz.
En medio de incertidumbres globales y fracturas políticas, la figura del Papa Francisco volvió a emerger como una de las pocas voces con autoridad moral capaz de convocar a la reflexión y a la esperanza. La Pascua en el Vaticano no sólo celebró la resurrección de Cristo, sino también el firme regreso de su vicario con un mensaje urgente al mundo: sin desarme, no hay paz posible.
