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Corpus Christi: entre la fe, la tradición popular y la memoria rural de México

Corpus Christi: entre la fe, la tradición popular y la memoria rural de México

Cada año, el Jueves de Corpus Christi revive una de las celebraciones más antiguas del calendario litúrgico católico, pero en México, esta festividad ha trascendido los templos para instalarse en el imaginario popular como el “Día de las Mulas”, una mezcla de devoción, sátira colonial y memoria campesina que aún sobrevive en las calles del Centro Histórico.

Aunque la conmemoración tiene su origen en 1262 cuando el papa Urbano IV instituyó oficialmente la festividad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, en México adoptó matices propios desde su primera celebración en 1526. No solo fue una muestra de fervor religioso encabezada por autoridades virreinales, sino también una ceremonia en la que el campo y la ciudad se entrelazaban: campesinos de Xochimilco, Milpa Alta y zonas agrícolas del entonces Valle de México, llegaban en procesiones montados en mulas, cargando sus primeras cosechas como ofrenda a la Catedral.

La imagen del campesino con su sombrero, al lado de su mula cargada de mazorcas, chiles o flores, se volvió emblema de esta jornada. Esa conexión con la tierra fue tan fuerte que la fecha se convirtió en una especie de ritual colectivo para agradecer la fertilidad del suelo y pedir buenos augurios para futuras cosechas.

Sin embargo, la festividad también adquirió un tono lúdico e incluso crítico durante la época colonial. Con muñecos de cartón en forma de mulitas y figuras exageradas de hacendados —de barriga prominente y vestidos de forma ridícula—, los pobladores expresaban, entre risas y sátira, su inconformidad con las desigualdades sociales de la época. Así, el “Día de las Mulas” fue también una forma de resistencia simbólica.

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Corpus Christi: entre la fe, la tradición popular y la memoria rural de México

En la actualidad, la celebración conserva elementos de esa riqueza cultural. Es común ver a niñas y niños vestidos con trajes típicos, representando a los pueblos originarios. Las familias acuden a la Catedral Metropolitana no solo a escuchar misa, sino también a tomarse la tradicional fotografía en escenarios montados con paisajes rurales, flores, imágenes religiosas y figuras de mulitas, manteniendo viva una práctica que surgió a mediados del siglo XX.

Corpus Christi en México no es solo una fecha religiosa. Es una jornada que reúne creencias, historia, crítica social y nostalgia rural. En cada traje típico, en cada fotografía junto a una mulita de cartón, persiste la memoria de un país que, entre la fe y el maíz, ha sabido conservar sus raíces.


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