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¿Por qué el 2 de octubre de no se olvida?

¿Por qué el 2 de octubre de no se olvida?

¿Por qué el 2 de octubre de no se olvida?

Tras 55 años de lo ocurrido en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, era 2 de octubre de 1968 y el país se preparaba para ser sede de los Juegos Olímpicos de ese año cuando se dio lo que nadie esperaba y “el 2 de octubre de no se olvida”.

Los atletas ya comenzaban a llegar al país para instalarse en la Villa Olímpica. México tendría las miradas del mundo encima, sin embargo, la agitación estudiantil era tal que provocaron las advertencias del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.

El 2 de octubre de 1968 quedó marcado en la historia de México, como uno de los episodios más sangrientos y tristes, ya que, en la plaza de las Tres Culturas, cientos de estudiantes fueron asesinados, puesto que al día de hoy, la consigna sigue siendo la misma: “Ni perdón, ni olvido”.

¿Por qué el 2 de octubre de no se olvida?
¿Por qué el 2 de octubre de no se olvida?

¿Qué fue lo que sucedió el 2 de octubre de 1968 en México?

El movimiento de 1968 en México fue un movimiento social de protesta, realizado en diversos puntos del país, siendo el centro de la Ciudad de México, en donde se realizarán los actos más importantes.

El 22 de julio, estudiantes de las vocacionales 2 y 5 del IPN protagonizaron una pelea en contra de estudiantes de la preparatoria Ochoterena, por presuntas rencillas después de un partido de futbol americano.

Debido a la pelea que incluso continuó el 23 de julio, acudió el 19 batallón de granaderos de la policía de la Ciudad de México. Luego de ingresar a diversos planteles educativos sin una orden judicial, haciendo uso excesivo de la fuerza, la policía detuvo a estudiantes, mientras declaraban a los medios de comunicación que la intervención la solicitaron los estudiantes.

Esto provocó que se hicieran comités y consejos, entre ellos el Consejo Nacional de Huelga, por el que escuelas de todas partes del país se unieron para exigir alto a la represión estudiantil por parte del presidente Gustavo Díaz Ordaz. Los intentos por someter al CNH, derivaron en la sangrienta represión al movimiento de protesta que por meses habían resistido “y cuestionado las políticas y medidas sociales y económicas del Estado, reclamando democracia”, como lo enuncia la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

El 2 de octubre de 1968, luego de un mitin convocado por el Consejo, el Ejército Mexicano y el grupo paramilitar Batallón Olimpia, arremetieron contra los estudiantes que se encontraban en la plaza y que habían cancelado la marcha al Casco de Santo Tomás. Todo estaba sitiado. No había manera de escapar.

¿Por qué el 2 de octubre de no se olvida?

Todo debía quedar listo antes de las Olimpiadas

Porque esa era la consigna: que el movimiento estudiantil no se extendiera hasta la inauguración de los Juegos Olímpicos. Esa noche del 2 de octubre, con bengalas que lanzaron al cielo, se comenzó una matanza sin precedentes en nuestro país.

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Dice la CNDH: “Aquel día miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, a donde arribó también el ejército con el pretexto de vigilar la seguridad, ante el temor de cualquier disputa o riña. Los miembros del Batallón Olimpia, para no ser detectados, vistieron de civiles y portaron un guante o pañuelo blanco en la mano izquierda para identificarse. Su objetivo fue infiltrarse en aquella manifestación y llegar al edificio Chihuahua, lugar donde se encontraban los oradores del movimiento y varios periodistas.

Ese día los estudiantes expusieron seis demandas, las cuales eran consecuencia de eventos violatorios de los derechos humanos por parte de la policía y las fuerzas armadas desde el inicio de la protesta estudiantil; particularmente en respuesta a la ocupación militar y policial de planteles escolares bajo la justificación que encontraban en la riña entre alumnos de la vocacional 5 y la preparatoria particular Isaac Ochoterena, el 23 de julio de 1968. Las demandas que se consensuaron y expusieron ese 2 de octubre fueron:

Libertad de todos los presos políticos.​Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal.​Desaparición del cuerpo de granaderos.​Destitución de los jefes policiacos Luis Cueto, Raúl Mendiolea y A. Frías.​Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.​Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.

Continúa la CNDH: “Minutos antes de las 6 de la tarde de ese día, el mitin estaba casi por finalizar cuando un helicóptero comenzó a sobrevolar la plaza. Desde él se dispararon bengalas, siendo ésta la señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia comenzaran a abrir fuego sobre la gente reunida; estudiantes, madres, hijos, profesores, obreros. En medio del caos, toda la población civil ahí reunida corrió por la Plaza de las Tres Culturas y las inmediaciones del edificio Chihuahua, tratando de protegerse. Manifestantes que lograron escapar del tiroteo se refugiaron en los departamentos de los edificios cercanos, pero esto no los salvó del ejército; sin orden judicial, los soldados irrumpieron en cada uno de los departamentos para capturar a los jóvenes que se habían ocultado en ellos[5].

El número oficial de muertos por la masacre ascendió a 30; en los hospitales se reportaron 53 heridos graves; se calculó que el número de detenidos en el Campo Militar Número Uno llegó a dos mil; sin embargo, con el paso de los años, diversos testimonios, acceso a archivos y expedientes sobre aquel movimiento, las cifras demostraron ser otras. El reporte de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, difundido en 2006, mencionó que no es posible dar una cifra exacta, aunque en su informe consignó alrededor de 350 muertos”.


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