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El crimen despliega a jóvenes adolescentes en la frontera, aprovechándose de la situación de vulnerabilidad de niños marginados.

El crimen despliega a jóvenes adolescentes en la frontera, aprovechándose de la situación de vulnerabilidad de niños marginados.

El crimen despliega a jóvenes adolescentes en la frontera, aprovechándose de la situación de vulnerabilidad de niños marginados

El crimen despliega a jóvenes adolescentes en la frontera. Estos delincuentes recurren a adolescentes, con edades comprendidas entre los 14 y 17 años, para guiar a grupos de migrantes que cruzan el río Bravo desde Tamaulipas hacia Texas.

Los perpetradores, especializados en el tráfico de personas, utilizan a estos adolescentes como “polleritos”. La elección de esta estrategia se fundamenta en el hecho de que,

al ser detenidos por las autoridades estadounidenses, los adolescentes son considerados como menores de edad que viajan solos. Este estatus les otorga cierta inmunidad frente a consecuencias más severas, ya que son repatriados sin mayores implicaciones.

La información proporcionada por Óscar Misael Hernández, académico del Colegio de la Frontera Norte, Unidad Matamoros, resalta la complejidad y gravedad de esta problemática.

La utilización de adolescentes en esta actividad ilícita no solo pone de manifiesto la explotación de la vulnerabilidad de estos jóvenes,

sino que también revela la astucia de los delincuentes para evadir las consecuencias legales de sus acciones.

El crimen despliega a jóvenes adolescentes en la frontera

Este fenómeno no solo requiere una atención inmediata y exhaustiva por parte de las autoridades, sino que también subraya la necesidad de abordar las condiciones sociales que propician la participación de jóvenes en actividades delictivas.

La lucha contra el crimen en la frontera debe ir de la mano con estrategias que aborden las raíces de la marginalización y la vulnerabilidad que facilitan la explotación de menores en este contexto.

Tras 11 años de dedicación al estudio del fenómeno migratorio, el antropólogo ha identificado una perturbadora faceta relacionada con el reclutamiento forzado de jóvenes por parte de la delincuencia organizada.

“Menores de circuito”

Estos individuos son conocidos como “menores de circuito”, denominación que deriva de la rápida reincidencia en las calles de México después de su retorno, aparentemente bajo el cuidado de supuestos familiares, como tíos o hermanos.

Sin embargo, en realidad, son cómplices de los criminales para los cuales trabajan. Estos jóvenes, al ya conocer la frontera, se benefician de la laxitud legal que,

tanto en México como en Estados Unidos, exime a los menores de castigos por actividades de coyotaje, convirtiéndolos en objetivos preferidos para la delincuencia.

Un detallado estudio realizado por Reinserta y la Red por los Derechos de la Infancia destaca que el reclutamiento forzado comienza desde los siete años,

focalizándose principalmente en niños que residen en comunidades aisladas, marginadas o con elevados índices delictivos.

Además, los menores provenientes de entornos de abandono o víctimas de violencia familiar también se encuentran entre los más vulnerables a este fenómeno alarmante.

Este análisis subraya la urgente necesidad de abordar no solo las manifestaciones visibles de este reclutamiento forzado,

sino también las condiciones subyacentes que predisponen a estos jóvenes a caer en manos de la delincuencia.

La atención y prevención temprana, junto con esfuerzos por abordar las raíces de la marginación, el abandono y la violencia, son esenciales para mitigar el impacto de este preocupante fenómeno en la sociedad

El reclutamiento de menores, sustituto del déficit de bajas en el crimen

La intensificación de la guerra entre bandas criminales ha dejado a su paso un rastro de miles de muertes y desapariciones en los últimos años.

Para evitar su desmoronamiento, estas organizaciones criminales han adoptado la táctica de reclutar alrededor de 350 personas semanalmente, centrándose principalmente en niños, adolescentes y jóvenes, según lo reporta la revista Science.

Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, estima que entre 30 y 35 mil menores son forzados a incorporarse a las filas de la delincuencia.

El reclutamiento forzado, según la organización Reinserta, está vinculado a comunidades con altos índices delictivos,

áreas aisladas, abandono familiar, la presencia de familiares involucrados en actividades ilícitas, malas amistades o casos de desaparición forzada.

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De acuerdo con un estudio conjunto de Reinserta y la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim),

se han identificado edades tan tempranas como los siete, ocho y nueve años en el reclutamiento de menores.

Estas edades coinciden con una etapa en la que los menores ya están consumiendo algún tipo de droga, según señala el informe.

La difícil situación económica y la posibilidad de obtener un “estatus” dentro de una organización, donde se pueden ascender a diferentes rangos,

resultan atractivas para los menores, muchos de los cuales provienen de hogares violentos y han abandonado la escuela, a menudo de manera “voluntaria”.

En este contexto, la propuesta de trabajo, que les brinda la oportunidad de ganar hasta 600 pesos al día o incluso menos, se percibe como una “nueva oportunidad” de vida, según destaca el informe.

Este fenómeno subraya la necesidad apremiante de abordar las condiciones subyacentes que llevan a los menores a ser presa fácil de la delincuencia organizada,

así como la importancia de estrategias preventivas y de intervención temprana para proteger a la infancia vulnerable. Fuente: Excelsior.

 

*Venezolana a punto de dar a luz cruza la frontera

 


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