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ORACIÓN “El que tenga oídos ¡QUE OIGA!”

ORACIÓN “El que tenga oídos ¡QUE OIGA!”

ORACIÓN “El que tenga oídos ¡QUE OIGA!”

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
¡Qué increíble despertar hemos tenido después de estos días lluviosos! El reino vegetal, el reino animal, los mismos valles, montañas, mesetas, lagos, ríos, mares y arroyuelos contagian nuestro espíritu de su alegría sin límites.

Nuestros propios oídos se sienten renovados, escuchan atentos sonidos de una sinfonía intermitente y se agudizan tanto, que hasta la misma voz divina se les hace audible convertida en mensaje inspirador que nos hace suspirar por todo lo bello, lo celeste y de todo lo que nos hace ser más audaces por ascender a las alturas y arrebatarte lo divino.

Nuestro amanecer tuvo la feliz resonancia de la voz de tu hijo amado, quien nos hizo comprender que, si tú, Padre Santísimo, nos dotaste de oídos, ya llegó el momento de que estemos atentos a la escucha de LAS PALABRAS DE VIDA que alimentan, fortalecen y capacitan para que nuestras antenas capten lo excelso y sensacional del mensaje para hacer que nuestro espíritu esté en comunión con el Espíritu Santo.

En estos instantes de gozar de ti, de quedar embelesados de tanta belleza y de los coros monumentales que nos hacen pensar en el cómo hacer que resuenen más y más y más nuestras alabanzas, vemos cómo los ojos del espíritu hacen que hasta nuestros oídos sientan la necesidad de abandonar lo material, lo sensual y lo vano de este mundo.

Para que la riqueza de tu Sabiduría resuene en todo el universo como un himno que vibra, que hace temblar a todo el cosmos, pero convertido en mensaje que llega a conmover a muchas almas

Que retornen al ayer de su creación y comprendan que, el saber escuchar lo divino es parte esencial de disfrutar con un corazón que sabe palpitar, porque la vivencia del amor llega hasta lo máximo, que nos traslada al mismo cielo y hace de nuestra tierra, un pedazo de tu gloria.

Padre Santísimo: En este sensacional despertar, elevo mi oración a la voz del Espíritu Santo y exclamo:
“Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos y quedo a la espera de tu respuesta.

Tú no eres un Dios que se complace en lo malo; a tu lado no tienen cabida los malvados. No hay lugar en tu presencia para los altivos, pues aborreces a todos los malhechores. Tú destruyes a los mentirosos y detestas a los asesinos y traidores.

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 “Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán vbenditas todas las naciones de la tierra.” (Génesis 12:3)

Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu Santo Templo.” (Salmo 5: 3-7).
En este amanecer te presentamos nuestras súplicas para que tengas misericordia y las lluvias sigan derramando vida, esperanza, riqueza y abundancia y, con el poder de tu gracia, nuestra vida adquiera esa lozanía de las plantas y de los árboles que hacen que nuestro mundo sea un paisaje con tintes celestiales.

Para que siempre estén atentos nuestros oídos a tu voz así como tú siempre estás atento a la voz de nuestras plegarias

¡Que nuestra voz te sea agradable, así como tú y tu amado hijo, hacen que el Espíritu Santo nos conceda el don de convertir a nuestros oídos en antenas que escuchan todo lo divino, para que nuestra estancia en la tierra se goce en ese sabor de lo espiritual y de lo divino, que hace de nosotros, seres de luz, de sabiduría, de poder, de optimismo y llenos de esperanza.

Padre Santísimo: ¡Bendito seas en el concierto de todo lo creado que respira y suspira por estos tiempos donde la lluvia provoca que amemos, que prosperemos, que compartamos ese mensaje divino que hace que los mismos cielos estén atentos a estos tus hijos que provocamos alegría a los mismos seres celestiales! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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