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“El que pide recibe; el  que busca encuentra y quien llama se le abre” (San Mateo 7:8)

“El que pide recibe; el  que busca encuentra y quien llama se le abre” (San Mateo 7:8)

“El que pide recibe; el  que busca encuentra y quien llama se le abre" (San Mateo 7:8)

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: en esta madrugada te saludamos con un corazón lleno de gozo, porque de una cosa estamos muy convencidos:

“Pedimos, porque recibiremos; buscamos y encontraremos; llamamos a tu clemencia y sale a nuestro encuentro todo cuanto nos hace falta.

Todo esto lo respaldamos en la promesa de tu hijo amado, quien hizo de Su palabra la ley de la vida, de la esperanza y del bienestar.

Muchos no están bien o no estamos como debiéramos debido a que ni pedimos, ni llamamos, ni clamamos, ni reclamamos, ni buscamos lo que nos pertenece.

Si padecemos necesidad es porque vivimos en la ignorancia de estas leyes que siempre has dispuesto y tu hijo amado vino a esclarecernos, quien nos abrió los ojos y los oídos de esta forma tan clara: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama, se le abre.”

Padre Santísimo: nuestros hermanos se enferman, porque algo les falta; se empobrecen, porque no usan su lengua; no encuentran lo que deben tener y disfrutar porque no saben buscarlo y no saben dónde está. Ya desde tiempos inmemoriales, se manifestó esta gran verdad.

Jabes, tu siervo, un hombre de dolores desde que salió del vientre de su madre, sin ser judío, clamó a ti con fe y te dijo con el corazón palpitante:

“¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgaste lo que pidió.”

Hoy ante la evidencia de tu gran bondad y ante la promesa de Cristo, tu amado, te suplicamos nos concedas todo aquello que nos hace falta para vivir sin dolor.

Sino con entusiasmo, con alegría, en paz y viendo que en nosotros hay prosperidad, hay abundancia, hay calidad, hay esperanza y el bienestar se palpa, se ve y es una realidad maravillosa, porque nuestro propio corazón nos hace despertar muy de mañana para agradecerte por tu inmensa bondad.

Padre Santísimo: nuestra gente, nuestros prójimos, nuestros hermanos y nuestros amigos, por ignorar esta verdad fundamental de la vida cristiana, se encuentran lejos de disfrutar de lo encantador que es vivir con inteligencia, con fe y siendo capaces de soñar aun en aquello que se nos antojaba imposible.

Al ver cómo nuestro mundo está cada vez más sofisticado, más evolucionado, más adelantado en ciencia, en tecnología y en riqueza que le ha arrancado a la naturaleza, recapacitamos en la grandeza que en nosotros has puesto y que si no usamos de ella con sabiduría, nuestra pobreza será imperdonable por ti.

Padre Santísimo: Vivir en la conciencia de tu generosidad, de tu disponibilidad, de tu bondad y de tu amor, nos hace saltar de gozo, nos llena de entusiasmo, nos hace redoblar nuestra energía y hasta sacarla de donde ya la sentíamos agotada.

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Aquí no importa la edad para soñar y hacer proezas, porque las canas son un tesoro que muchos desaprovechan y no valoran el tremendo potencial que encierran.

Gracias, Padre Santísimo, porque unos en la flor de su juventud, otros en la edad madura, otros más en el blanco invierno del final de nuestra existencia, olvidando nuestras penas, nuestros dolores, nuestros achaques, nuestros contratiempos, nuestras limitaciones y hasta nuestro desaliento.

Nos disponemos a ser emprendedores exitosos y a dejar a las generaciones por venir un grato recuerdo que sea motivo de inspiración y ver cómo cuando se ama, no importa la edad, ni las debilidades, ni las limitaciones, ni las arrugas.

Lo que realmente nos importa es saber que tú nos amas y no quieres que abandonemos la tierra sin hacer algo que en verdad proclame que para quien tiene un sueño.

Aún casi al final del último minuto de su existencia, deja plasmada una obra salida de una mente brillante, porque tu luz potenció su energía y lo que antes fue una idea, se convirtió en una sensacional realidad para gloria de tu nombre bendito. Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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