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Inteligencia Artificial, sus dos caras

Inteligencia Artificial, sus dos caras

Inteligencia Artificial, sus dos caras
Por Mouris Salloum George

La expectación mundial ante los avances de la Inteligencia Artificial (IA) generativa está corriendo por dos vías: alegría por sus asombrosos y rápidos logros; y temor creciente frente al desempleo masivo que silenciosamente ya ocasiona; asimismo por el potencial uso criminal que representa.

Lo primero tiene a los gigantes tecnológicos (Google, Microsoft, Amazon, Meta, OpenAI y otros), invirtiendo todos sus capitales y su creatividad. Nada los detiene. Los motiva un mercado potencial enorme con rendimientos muy atractivos.

La ebullición que está teniendo lugar la ilustran los “influencers” virtuales –diseñados con IA- que comienzan a inundar las redes de internet, ejemplo de la boyante industria publicitaria. Hoy ya se reparten un botín de 4.5 mil millones de dólares.

Todos los días la prensa nos reporta las innovaciones. Los pescadores de oportunidades de negocios andan muy activos; lo podemos apreciar en el portal IA Academy News, en español, que rescata lo más llamativo del momento.

En todos los ámbitos de actividad humana están surgiendo grandes negocios: en la medicina y la salud, en la enseñanza y en las escuelas; en las finanzas y los servicios bancarios; en la vigilancia contra la inseguridad y el crimen. Ni se diga en lo militar, están peligrosamente incontenibles.

Sin embargo, subyace una preocupación mayor: la prolongada huelga de actores y guionistas en la Meca del cine –desde el 14 de julio del presente- es lo que le faltaba a Hollywood, como centro global de grandes producciones de ciencia ficción. El sismo noticioso llegó hasta la Plaza Central de Nueva York: “No aceptaremos que supriman nuestros empleos y los hagan robots”, manifestó el actor Bryan Cranston ante una multitud y pidió a los miembros del sindicato SAG- AFTRA, mantenerse unidos.

También unos ocho mil escritores han protestado contra los gigantes de la industria, y reclaman indemnizaciones por el uso de sus obras empleadas en el entrenamiento de las máquinas inteligentes.

El cineasta James Cameron, director de famosas producciones de ciencia-ficción, salió a recordar que él alertó sobre consecuencias negativas del uso descuidado o malintencionado de las tecnologías futuristas.

Bajo presión, las autoridades de muchos países trabajan a marchas forzadas por establecer leyes y reglamentos.

Todo esto no podría pasar sin tocar el campo de la ideología y la política. Los sistemas de gobierno de hoy ya se blindan para protegerse… y perpetuarse. China impone sus reglas para preservar su sistema “socialista”: límites para los usos comerciales e individuales, y luz verde para los desarrollos industriales bajo supervisión del Estado.

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El gobierno de USA pidió a 7 de los gigantes tecnológicos que se comprometan a proteger a los usuarios, sobre los riesgos asociados al uso de tales innovaciones.

Mientras tanto, usuarios y destinatarios potenciales de los nuevos desarrollos están atentos a los lanzamientos y a las opciones de convertirlos en ganancias millonarias.

Muchos –sin saberlo- ya somos usuarios o simples testigos del fenómeno; ojalá que no seamos víctimas de esta electrizante y crucial revolución tecnológica, de consecuencias que ya rebasan la ficción.

 


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