Instalaciones nucleares iraníes: lo que Israel quiere destruir y por qué
Las instalaciones nucleares iraníes han estado durante décadas en el centro de la tensión geopolítica entre Irán y Occidente. Tras la revolución islámica de 1979, Irán recurrió a Rusia y China para desarrollar sus capacidades nucleares, lo que más tarde derivaría en una sospecha permanente de programas armamentísticos encubiertos.
El reciente ataque israelí a estos sitios marca un punto de inflexión en el conflicto regional, poniendo nuevamente bajo el reflector a lugares estratégicos como Natanz, Fordow e Isfahán.
Objetivos de los recientes ataques a las instalaciones nucleares iraníes
Israel lanzó una ofensiva aérea el viernes, dirigiendo su ataque contra tres de las principales instalaciones nucleares iraníes: Natanz, Isfahán y Fordow.
Natanz: El corazón del enriquecimiento nuclear iraní
Natanz, revelada públicamente en 2002, es la principal planta de enriquecimiento de uranio del país. Sus capacidades permiten enriquecer uranio hasta el 60%, lo que la convierte en un objetivo prioritario. Ubicada parcialmente bajo tierra, ha sido víctima de múltiples sabotajes desde 2010.
La reciente ofensiva dañó gravemente la parte subterránea, destruyendo múltiples centrifugadoras. La Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que hubo contaminación química y radiactiva.
Fordow: Blindado bajo la montaña
Construida en secreto y confirmada en 2009, Fordow se sitúa cerca de Qom, excavada a cientos de metros en una montaña. Aunque cuenta con menos centrifugadoras, su diseño subterráneo la hace casi impenetrable sin bombas especiales como la GBU-57 A/B.
Según el OIEA, no se han reportado daños tras el ataque aéreo en las inmediaciones. Sin embargo, su proximidad a zonas estratégicas lo convierte en un blanco constante de tensión.
Riesgos geopolíticos y ambientales de atacar instalaciones nucleares iraníes
Los ataques a las instalaciones nucleares iraníes no solo representan un riesgo militar, sino que también podrían desencadenar desastres ambientales.
Aunque los expertos descartan una explosión tipo Chernóbil, existe un riesgo real de liberación de ácido fluorhídrico si el gas hexafluoruro de uranio entra en contacto con la humedad. Este químico es letal y puede afectar a trabajadores cercanos.
Gobiernos árabes, como Qatar, han manifestado su temor ante posibles lluvias radiactivas. Incluso con una liberación limitada, una escalada en el conflicto podría tener consecuencias devastadoras en el Golfo Pérsico y más allá. Mientras que Irán rechaza rendirse ante Israel, intensificando aún más las hostilidades.
Nuevas instalaciones en marcha: ¿una provocación o una necesidad energética?
El ataque a Isfahán afectó la planta de conversión de uranio, un punto clave en la cadena de enriquecimiento. Pese al daño a cuatro edificios, Irán mantiene su postura de continuar su programa nuclear.
Antes del bombardeo, Irán ya había anunciado la creación de un tercer centro de enriquecimiento, aumentando las sospechas de que su intención va más allá del uso civil.
Otros sitios nucleares en el mapa iraní
Ubicado en el sur, cerca del Golfo, el reactor de Bushehr representa uno de los mayores riesgos de liberación radiactiva en caso de ataque directo.
Este pequeño reactor, entregado por EE.UU. en 1967, tiene valor histórico y simbólico. Su seguridad depende del desarrollo del conflicto actual.
¿Estamos cerca de una guerra nuclear regional?
El ataque de Israel a las instalaciones nucleares iraníes no solo reaviva viejas tensiones, sino que coloca a Oriente Medio en una peligrosa encrucijada. Con Irán decidida a fortalecer su programa y con la comunidad internacional dividida, el futuro es incierto.
Los riesgos van más allá del enriquecimiento de uranio: implican consecuencias humanas, políticas y ecológicas de dimensiones incalculables.
