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ORACIÓN “Hermanos: ¡Elevemos nuestras almas al señor!

ORACIÓN “Hermanos: ¡Elevemos nuestras almas al señor!

ORACIÓN “Hermanos: ¡Elevemos nuestras almas al señor!

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: Acepta nuestros saludos matinales como el suave aroma del incienso. ¡Bendito Seas!
Fuimos a nuestro lecho pensando en ti y encomendando a quienes muy a pesar de que ya muchos amigos y hermanos del alma.

Tú les has enviado a tus ángeles para auxiliarlos, otros todavía están sumidos en el dolor, en su enfermedad, en el olvido y en el valle de sombras más espantoso que no tienen un rayito de esperanza.

Por ellos es nuestro clamor, porque no podemos cerrar nuestras entrañas a estos hijos tuyos que también merecen ser salvos y liberados de toda adversidad.

Padre Santísimo: A ti elevamos nuestra alma, porque mientras la mantenemos inmersa en lo material, la estamos estrangulando, la estamos sacando de su hábitat, la estamos limitando. Porque ella es nuestra esencia y nuestro verdadero yo, debido a que salió de ti, el único que eres “EL YO SOY”.

Amado Padre Celestial, quienes están sufriendo en los diferentes puntos de nuestro planeta.

Ya casi no tienen aliento, pero nuestra oración ferviente y en tu presencia divina, será un bálsamo que los tonifique, que los avive y levante sus almas para que comiencen a respirar el aire de la vida.

Para que sus oídos escuchen la voz de tu hijo amado, quien les diga al corazón: ¡Levántense, hijos de mi Padre, porque yo vengo para que ustedes tengan vida en abundancia, abandonen su lecho de dolor, vean un nuevo amanecer.

Brille en ustedes la luz que los ilumine, se fortalezcan con mi divina palabra, coman el pan que yo les ofrezco y beban de mí, que soy la fuente de aguas vivas.

Una vez que hayan visualizado a tu hijo amado, Padre Santísimo, ellos se incorporarán, saltarán de gozo, la tristeza se convertirá en alegría, en entusiasmo y el amor por la vida los convertirá en seres afortunados que tienen razones poderosas para volver a la vida y hacer de ella un suceso maravilloso.

Ahora unimos nuestras voces a las de ellos y te decimos: Padre Santísimo, Dios y Soberano nuestro, en ti confiamos. ¡No permitas que nuestros enemigos, los entregados a Satanás, nos humillen y se burlen de nosotros.

Ver también
“El que pide recibe; el  que busca encuentra y quien llama se le abre" (San Mateo 7:8)

Pues quienes en ti ponemos nuestra esperanza, ¡Jamás seremos avergonzados! En cambio, quedarán en ridículo quienes traicionan sin razón.

¡Enséñanos tus caminos y rectifica nuestras sendas para que caminemos en la verdad, en la certeza y en la seguridad, porque somos hijos de la salvación!

Padre Santísimo: ¡Acuérdate de tu misericordia y tu gran amor, que siempre nos has demostrado! ¡Olvida nuestros pecados juveniles!

¡Ten presente solo tu gran amor, tu gran bondad y tu misericordia infinita! ¿Quién es el ser humano que te teme, te respeta, te obedece con amor y hace tu voluntad?

Esos seres afortunados somos los que de ti reciben instrucciones para caminar por las sendas de la justicia y de la rectitud para tener y gozar de una vida próspera y para que nuestros descendientes se deleiten en hacer tu voluntad y tú, los hagas bienaventurados, afortunados, benditos y aptos para ser del séquito de tus elegidos. Nosotros, en cambio, te suplicamos que sea nuestra descendencia quien también te alabe, te bendiga, te glorifique y en ti encuentre su paz, su bienestar y su delicia! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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