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Oración para ser valiente y confianza en uno mismo.

Oración para ser valiente y confianza en uno mismo.

Oración para ser valiente para ti, somos esos “Valientes Guerreros”

“¡EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO, VALIENTE GUERRERO!” (Jueces 6:12).

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Padre Santísimo: Oración para ser valiente ¡Muy buenos días! Solo nos falta un día para terminar el primer mes de este año nuevo. Es por ello que sentimos que estamos trabajando contra reloj.

Pero sabiendo que, para ti, somos esos “VALIENTES GUERREROS”, destinados por ti para librar una batalla y defender a toda costa la dignidad de todo tu pueblo santo.

Todavía en nosotros hay ese sentimiento de ser “TAN POCA COSA”, de provenir de las familias más sencillas, nada sobresalientes y que no hemos destacado en nada que valga la pena mencionar.

Nos consideramos nada afortunados y menos el que tú nos consideres aptos y dignos de desempeñar una misión especial, muy a pesar de nuestra debilidad e ignorancia.

Pero al considerar la historia de Gedeón, ese héroe de la fe; ese hombre al que tú le enviaste tu mensajero, quien le dijera: “¡El Señor está contigo, valiente guerrero!” (Jueces 6:12).

De momento, este siervo tuyo queda contrariado por ser saludado de esta forma tan extraordinaria: “¡EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO!” Y le fuera añadido el título tan honroso de “VALIENTE GUERRERO”.

Oración para ser valiente ¡Señor, ten piedad!

En ese mensaje, tú lo distinguías eligiéndolo para ser el gran héroe que en ese momento Israel necesitaba para derrotar a los madianitas, porque tú eres quien levanta al huérfano, a la viuda y al caído para encumbrarlo.

Para demostrar que en los más olvidados e insignificantes para el mundo, has puesto en su interior ese inmenso e increíble poder de llegar a ser tus más exaltados hijos que experimenten el maravilloso dinamismo de una gracia muy especial.

Aunque Gedeón se quejaba de su poca valía, de la debilidad de su clan y la insignificancia de su familia, tú lo constituías en el hombre capaz de vencer al ejército de Madián como si se tratara de un solo hombre, porque Gedeón no estaría solo: ¡Tu presencia lo acompañaba!

Padre Santísimo: hoy Madián se ha multiplicado y, ¡nos ataca sin piedad! Madián se ha declarado nuestro enemigo que nos hace pensar y ser tan pobres, tan desdichados, tan débiles y tan impotentes que se ensaña contra nosotros y nos hace aparecer como lo más despreciable de este mundo.

Llegó el momento de escucharte con toda atención, Padre Santísimo, y de inmediato levantarnos en nuestros ánimos porque tú nos dices al corazón:

“YO ESTARÉ CON USTEDES, PARA QUE VENZAN, DESTROCEN, HAGAN QUE MADIÁN HUYA DE USTEDES Y, ¡DEJE DE ARRABATARLES SU DIGNIDAD, SU RIQUEZA Y SU FELICIDAD!”

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Sabedores y conscientes de que tu promesa continúa vigente, nosotros nos hacemos eco de ella y nos disponemos a llenarnos de tu presencia, a revestirnos del inmenso poder de Cristo y la unción del Espíritu Santo.

Para emprender esa batalla contra los madianitas actuales que nos roban a diario ese gran poder divino que nos corresponde. Esos madianitas arrancan de nuestras manos la invaluable riqueza que de ti recibimos y nos hacen aparecer como los desheredados, como los indigentes y como los olvidados de tu mano providente y generosa.

¡Hoy vamos bien dispuestos a enfrentar a esos enemigos de nuestra honra, de nuestra riqueza, de nuestro bienestar y de nuestra felicidad!

Para comenzar, contamos con tu presencia omnipotente. Si a Gedeón lo constituiste en un gran hombre tan destacado; si tu presencia en David destrozó al gigante Goliat.

Si tu presencia en Moisés hundió en el mar Rojo al poderoso ejército de Egipto; si tu presencia en la virgen María, la convirtió en la bienaventurada madre del salvador, ¿qué no estarás dispuesto a hacer de nosotros?

Padre Santísimo: en ti ponemos toda nuestra confianza y toda nuestra esperanza, porque cual Nuevos Gedeones, nos disponemos a llevarte en nuestros corazones revestidos de toda dignidad, de todo el esplendor y de todo el poder de tu gracia.

Porque en ti hemos recuperado nuestro bienestar y un nombre que nos convierte en tus amados hijos que, en ti, ¡todo lo tienen! Padre Santísimo: ¡Bendito seas! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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