UNESCO reconoce la Pasión de Iztapalapa: un triunfo del patrimonio vivo y de la organización comunitaria
Más que un logro cultural, la inscripción de la “Representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en Iztapalapa” en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad se consolidó como un reconocimiento internacional al trabajo comunitario que, desde hace casi dos siglos, sostiene una de las celebraciones religiosas más multitudinarias del país.
La decisión de la UNESCO no solo distingue a la primera manifestación religiosa mexicana en recibir este estatus global, sino que también reafirma el valor del patrimonio vivo que se construye y preserva desde lo local. En este caso, la permanencia de una tradición que no depende de instituciones, sino del compromiso de los habitantes de los ocho barrios originarios de Iztapalapa.
Celebración presidencial y reconocimiento al trabajo colectivo
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo celebró la resolución y subrayó que la distinción es resultado directo del esfuerzo comunitario, al felicitar al Comité Organizador que año con año coordina a casi tres mil actores voluntarios y a miles de habitantes que participan de manera activa en la logística y preparación de la escenificación.
Sheinbaum también reconoció a quienes desde el servicio público han impulsado la candidatura: la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, quien promovió la inscripción durante su gestión como alcaldesa de Iztapalapa entre 2018 y 2023; y la actual alcaldesa, Aleida Alavez, quien dio continuidad al proyecto. Asimismo, destacó el trabajo técnico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), encabezado por Diego Prieto, en la integración del expediente que fue evaluado por el organismo internacional.
Una tradición nacida de la adversidad
La Semana Santa de Iztapalapa tiene su origen en 1843, cuando la comunidad realizó un voto colectivo para detener la epidemia de cólera que afectaba al entonces pueblo indígena. Desde entonces, la representación ha resistido guerras, crisis económicas y transformaciones urbanas, manteniendo intacto su principio fundamental: una devoción organizada desde el pueblo para el pueblo.
Ese arraigo y la continuidad ininterrumpida de más de 180 años fueron elementos clave para que la UNESCO considerara la manifestación como un testimonio excepcional de patrimonio cultural inmaterial, estrechamente ligado a la identidad de millones de habitantes de la Ciudad de México.
Impacto social y cultural
Cada año, la Pasión de Cristo en Iztapalapa convoca a más de dos millones de espectadores, entre visitantes nacionales y turistas de diversas partes del mundo. Además de su importancia religiosa, se ha convertido en un fenómeno cultural y económico que moviliza a la demarcación, desde la derrama económica hasta el fortalecimiento del tejido social.
La participación intergeneracional —niños, jóvenes, adultos y personas mayores— es uno de los elementos más valorados por especialistas, ya que garantiza la preservación de la tradición sin perder su naturaleza comunitaria.
México suma otra distinción internacional
Con esta inscripción, México alcanza trece manifestaciones reconocidas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La Pasión de Iztapalapa se integra a una lista que incluye expresiones de fuerte identidad nacional como la cocina tradicional mexicana, el mariachi, la ceremonia ritual de los voladores de Papantla y la charrería.
Para la comunidad iztapalapense, sin embargo, el reconocimiento no solo reafirma su aportación al patrimonio cultural del país, sino que también visibiliza la fuerza de una organización popular que ha sabido mantener viva una tradición que trasciende fronteras.
