Rumbo a la perfección del sistema electoral.
Por Manuel García Javier.
En tiempos en que la confianza ciudadana hacia las instituciones electorales parece tambalearse entre sospechas y desencantos, el llamado a revisar las reglas del juego democrático cobra importancia. México se enfrenta, una vez más, a la oportunidad de perfeccionar su sistema electoral y abrir la puerta a una verdadera participación ciudadana.
El gobernador Javier May anunció que se realizará el 5 de noviembre en el Centro de Convenciones de Villahermosa, una audiencia para enriquecer la Reforma Electoral con la presencia de la consejera jurídica federal Ernestina Godoy. Ahí se escuchará a todos los que quieran participar, sin coacción alguna. No hay proyecto determinado. Esa es la instrucción presidencial.
Las opiniones ciudadanas serán sancionadas por la Comisión Presidencial encabezada por Pablo Gómez, Rosa Icela Rodríguez,Ernestina Godoy, Lázaro Cárdenas Batel, Jesús Ramírez, Arturo Zaldívar y José Antonio Peña. La convocatoria (reformaelectoral.gob.mx) señala 10 temas: libertades políticas; regulación de la competencia; libertad de difusión de ideas y opiniones; representación del pueblo; sistema de partidos; financiamiento y fiscalización de gastos; efectividad del sufragio; modelo de comunicación y propaganda política; autoridades electorales administrativas; justicia electoral; y requisitos de elegibilidad, inmunidad y democracia participativa, consultas populares y revocación de mandato.
La Comisión tiene la responsabilidad de recopilar opiniones ciudadanas, promover debates, confrontar ideas y elaborar estudios que sirvan de base para una reforma electoral que fortalezca la democracia y devuelva a la ciudadanía la confianza en su voto. Porque si algo ha enseñado la historia política del país es que las reglas electorales no deben servir para perpetuar a las mayorías, sino para garantizar piso parejo, transparencia y equidad.
Sin duda, el debate se pondrá interesante y si el propósito es mejorar el sistema electoral mexicano, que así sea, pero sin trampas, sin nostalgias del viejo régimen y sin simulaciones. Solo con la voz del pueblo en el centro de la reforma podremos hablar, algún día, de una verdadera excelencia democrática. Es todo.
