Reconocimiento de la Unesco a la Pasión de Cristo en Iztapalapa abre una etapa de proyección global y salvaguarda permanente
La Ciudad de México celebró este miércoles un acontecimiento histórico: la Representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa, con 182 años de tradición ininterrumpida, fue inscrita por la Unesco en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La declaratoria, considerada un triunfo comunitario y gubernamental, marca el inicio de una nueva etapa de protección, fortalecimiento y visibilidad internacional para esta emblemática manifestación religiosa y cultural.
Durante un acto en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, subrayó que la distinción no solo reconoce una de las tradiciones vivas más importantes del país, sino que coloca a Iztapalapa como referente mundial de organización social, identidad comunitaria y resistencia cultural.
“Este logro es de los Ocho Barrios y de miles de personas que durante casi dos siglos han mantenido viva esta representación”, afirmó Brugada, al recordar que la tradición nació como una promesa al Señor de la Cuevita tras la epidemia de cólera del siglo XIX.
Un reconocimiento que reconfigura la relación entre gobierno y comunidad
El nuevo estatus patrimonial implica compromisos formales de salvaguarda, por lo que Brugada instruyó a la Secretaría de Cultura capitalina a habilitar de inmediato los espacios requeridos para ensayos y trabajos preparatorios. También anunció que el Gobierno de la Ciudad de México destinará recursos específicos para garantizar la continuidad y fortalecimiento de la representación.
La mandataria afirmó que la inscripción en la lista de la Unesco convierte a la Semana Santa de Iztapalapa en “un tesoro cultural del mundo”, pero, sobre todo, reafirma el orgullo barrial y la identidad colectiva que han hecho de esta celebración un fenómeno cultural sin precedentes.
Un proceso de más de 20 años
Alfonso Reyes, presidente del Comité Organizador de la Semana Santa en Ixtapalapa A. C. (COSSIAC), recordó que el expediente que derivó en la declaratoria tomó más de dos décadas de trabajo comunitario e institucional.
“Este reconocimiento es fruto del esfuerzo de los tres niveles de gobierno y, sobre todo, de la comunidad de los Ocho Barrios. Gracias a la Jefa de Gobierno por el respeto y respaldo hacia nuestra representación”, señaló Reyes, visiblemente emocionado.
La federación subraya el valor social y político de la tradición
La secretaria de Cultura del Gobierno de México, Claudia Curiel de Icaza, destacó que la inscripción envía un mensaje global sobre la fuerza organizativa de Iztapalapa y su aportación a valores como la inclusión social, la igualdad de género, la paz y el fortalecimiento institucional.
“Más que una formalidad ante la Unesco, es un deber del Estado mexicano con las comunidades que mantienen vivo este patrimonio”, enfatizó, al tiempo que refrendó el compromiso federal de trabajar de manera conjunta para que esta declaratoria sea un punto de partida y no de llegada.
Por su parte, Diego Prieto, titular de la Unidad de Culturas Vivas y Patrimonio Inmaterial, celebró que por primera vez una tradición tan profundamente arraigada a la Ciudad de México sea inscrita en la lista internacional de patrimonio vivo. También reconoció la calidad del expediente, producto del trabajo de instituciones culturales, el COSSIAC y los barrios originarios.
Una celebración que trasciende generaciones
La Representación de la Pasión de Cristo es hoy una de las expresiones religiosas y escénicas más grandes del mundo, capaz de reunir a más de un millón de asistentes cada Semana Santa. Su continuidad ha sido posible gracias al trabajo comunitario, la transmisión intergeneracional de conocimientos y la participación activa de miles de habitantes que hacen posible la escenografía, vestuario, logística y organización.
Con la declaratoria, Iztapalapa consolida su lugar en el mapa mundial del patrimonio cultural vivo y abre una nueva etapa para su práctica, ahora bajo estándares internacionales de salvaguarda.
“De Iztapalapa para el mundo”, concluyó Brugada, al llamar a preservar y honrar una tradición que ya forma parte del legado cultural de la humanidad.
