Papa León XIV llama a renovar la esperanza y trabajar por la paz durante el Ángelus en el Vaticano
Ciudad del Vaticano.— En un mensaje centrado en la esperanza, la unidad y la paz, el Papa León XIV presidió este domingo el rezo del Ángelus ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Desde la ventana del Palacio Apostólico, el Pontífice invitó a los creyentes a abrir el corazón a la llegada del Reino de Dios y a asumir una actitud de servicio, recordando que “Dios viene a reinar no para dominarnos, sino para liberarnos”.
Un llamado a comprender el Reino de Dios desde la mansedumbre
Al reflexionar sobre el Evangelio dominical, tomado del libro de San Mateo, el Papa explicó que la figura de Juan el Bautista continúa marcando el camino hacia la conversión y la preparación interior. Recordó que el Precursor anunciaba en el desierto: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”, un mensaje que —dijo— sigue vigente para la humanidad.
El Pontífice subrayó que la petición “Venga tu reino”, incluida en el Padre Nuestro, es una forma de reconocer que el rumbo de la historia no lo determinan los poderosos, sino Dios. En ese sentido, señaló que incluso Juan el Bautista se sorprendió por la manera en que Jesús reveló el Reino: a través de la mansedumbre y la misericordia.
“Todos hemos vivido alguna sorpresa semejante en nuestra vida espiritual”, expresó, destacando que la Iglesia experimentó algo similar durante el Concilio Vaticano II, cuando se renovó la apertura a nuevas formas de caminar juntos como pueblo de Dios.
La fuerza de la esperanza en tiempos inciertos
El Papa León XIV retomó las palabras del profeta Isaías para ilustrar que, en el Reino de Dios, lo aparentemente imposible se hace realidad: “El lobo habitará con el cordero… y un niño pequeño los conducirá”. Afirmó que el mundo necesita con urgencia esa esperanza transformadora y alentó a los fieles a acogerla con humildad: “Nada es imposible para Dios. Preparémonos para su Reino. El más pequeño, Jesús de Nazaret, nos guiará”.
Unidad cristiana: recuerdos de Turquía, Líbano y el camino ecuménico
Tras el rezo del Ángelus, el Santo Padre compartió reflexiones de su reciente viaje a Turquía y Líbano, marcado por encuentros ecuménicos y gestos de fraternidad. Recordó la histórica oración conjunta realizada en İznik (antigua Nicea) junto al Patriarca Ecuménico Bartolomé y otros líderes cristianos, lugar donde hace 1700 años se celebró el primer Concilio Ecuménico.
El Papa destacó además que este domingo se cumplen 60 años de la Declaración conjunta entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, documento que puso fin a siglos de excomuniones mutuas entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. “Demos gracias a Dios y renovemos nuestro compromiso hacia la plena unidad visible de los cristianos”, exhortó.
Sobre su visita a Líbano, describió al país como “un mosaico de convivencia” y expresó haber sido profundamente tocado por quienes, en medio de la crisis, sirven a los más vulnerables: desplazados, presos y familias necesitadas. “Fueron los libaneses quienes me consolaron con su fe y su entusiasmo”, afirmó.
Solidaridad con Asia tras devastadores desastres naturales
En su mensaje final, el Papa León XIV dirigió un sentido llamado a la solidaridad internacional ante los desastres naturales recientes en el sur y sudeste asiático, donde ciclones y tormentas han dejado más de mil 500 muertos.
“Rezo por las víctimas, por las familias que lloran y por quienes realizan las labores de rescate”, expresó. Asimismo, urgió a gobiernos, organismos internacionales y personas de buena voluntad a brindar apoyo inmediato a las comunidades afectadas.
Un mensaje centrado en la paz
El Pontífice concluyó reiterando que la paz es posible y que construirla requiere esfuerzo compartido entre pueblos, culturas y religiones. “La experiencia de Turquía y Líbano nos enseña que la paz es posible”, insistió, llamando a los cristianos a ser puentes de diálogo y portadores de esperanza.
Con su mensaje, el Papa León XIV buscó no sólo recordar el sentido profundo del Adviento, sino también encender en el mundo una luz de unidad en tiempos de fragmentación global.
