México busca un equilibrio entre diplomacia y soberanía hídrica ante nuevas presiones de EUA
El Gobierno de México aceleró en los últimos días las negociaciones con Estados Unidos para cumplir con los compromisos establecidos en el Tratado de Aguas de 1944, en un contexto marcado por crecientes presiones comerciales por parte del presidente estadounidense Donald Trump, quien amagó con imponer un arancel del 5% si no se entregan los volúmenes pendientes de agua.
Sin embargo, a diferencia de posturas centradas únicamente en el conflicto bilateral, la administración mexicana ha puesto sobre la mesa un enfoque prioritario: garantizar primero el derecho humano al agua en el país y proteger la seguridad hídrica de las comunidades fronterizas afectadas por la sequía más severa en años.
México sostiene cumplimiento del tratado, pero enfrenta límites físicos por la sequía
Durante la Mañanera del Pueblo, Roberto Velasco, encargado de Despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), explicó que el país ha actuado de conformidad con el Tratado de Aguas, aunque reconoció que la sequía que azotó al norte en el periodo 2022–2023 redujo drásticamente la capacidad de México para entregar el volumen acordado.
“En esos años tuvimos una sequía verdaderamente extraordinaria… desafortunadamente se pudo entregar un volumen muy pequeño”, señaló. Debido a ello, agregó, existe un faltante superior a mil millones de metros cúbicos que debe cubrirse durante el ciclo actual.
El funcionario subrayó que el propio tratado contempla esta circunstancia excepcional: el artículo 4 establece que, ante una sequía extraordinaria, los faltantes pueden reponerse en el siguiente ciclo de entrega.
Reuniones constantes para despresurizar la relación bilateral
El Gobierno mexicano ha sostenido una cadena de encuentros técnicos y bilaterales para intentar equilibrar la cooperación con la realidad hídrica del país.
- Abril: Se acordaron medidas extraordinarias para recuperar parte del volumen faltante.
- Agosto: Segunda reunión de seguimiento.
- 25 de noviembre: Tercer encuentro binacional para evaluar el estado de la cuenca.
- 4 de diciembre: Reunión técnica de las secciones mexicana y estadounidense de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA).
- 9 de diciembre: Se efectuará la quinta reunión para explorar alternativas y avanzar hacia un acuerdo definitivo.
“Estamos tratando de llegar a un acuerdo que permita distribuir de manera justa el agua que tenemos”, insistió Velasco, remarcando que cualquier decisión deberá respetar la Constitución mexicana y el derecho humano al agua para consumo urbano.
La presión de Trump: un elemento más en un escenario ya complicado
En medio de estas negociaciones, Donald Trump elevó la tensión al advertir que impondrá un arancel adicional de 5% a productos mexicanos si el gobierno de México no acelera la entrega del agua establecida en el tratado.
“Cuanto más tarde México en liberar el agua, más perjudicados resultarán nuestros agricultores”, publicó en Truth Social.
El mensaje, aunque político, tiene implicaciones económicas directas, particularmente porque Estados Unidos continúa siendo el principal socio comercial de México. Sin embargo, la postura mexicana ha sido firme: no se comprometerán recursos que pongan en riesgo la disponibilidad de agua para la población, especialmente en un escenario de estrés hídrico prolongado.
Un acuerdo necesario, pero no a cualquier costo
El enfoque que ha destacado la SRE se centra en encontrar soluciones técnicas y diplomáticas sin sacrificar los derechos de la población mexicana ni rebasar la capacidad de infraestructura hidráulica del país.
México recibe, en contraparte, un promedio anual de mil 859 millones de metros cúbicos del río Colorado, uno de los beneficios centrales del tratado. Pero, como recordó la Cancillería, la cooperación histórica debe tomar en cuenta los desafíos climáticos actuales, que afectan a ambas naciones.
Mientras continúa la negociación binacional, el gobierno mexicano insiste en que actuará con responsabilidad, defendiendo tanto el cumplimiento del tratado como las necesidades internas. El reto es evitar que la presión comercial se convierta en un factor de desestabilización en un contexto ya marcado por la escasez de agua y las altas demandas agrícolas a ambos lados de la frontera.
