Trump quiere nuevos generales y almirantes, tiene un plan para reclutarlos

La Chispa trae noticias del mundo que están sacudiendo los cimientos del ejército de EE.UU. El presidente Donald Trump quiere nuevos generales y almirantes leales, y lo está dejando muy claro con su más reciente discurso en Quantico, Virginia. Durante una intervención polémica, Trump sugirió convertir ciudades como Chicago y San Francisco en campos de entrenamiento militar, una idea que ha sido recibida con alarma tanto dentro como fuera de las Fuerzas Armadas.
El inicio del plan: cuestionar lealtades
La polémica comenzó cuando un juez federal incluyó en una nota al pie un hecho impactante: un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional empezó a cuestionar la lealtad del general de división Scott Sherman tras su desacuerdo con una demostración de fuerza en Los Ángeles. Este movimiento sugiere que Trump quiere nuevos generales dispuestos a seguir órdenes sin objeciones.
¿Militarización interna o estrategia electoral?
Trump ha declarado que ciudades como Nueva York y Los Ángeles son “zonas inseguras” y ha propuesto utilizarlas como entrenamiento para la Guardia Nacional. En su discurso, no solo buscó apoyo entre los altos mandos, sino que también intentó colocarlos en contra de los demócratas, los medios y hasta la academia. La idea de un “enemigo interno” y el uso de lenguaje bélico dentro del territorio nacional levanta serias preocupaciones sobre una militarización constitucionalmente corrosiva.
Trump quiere nuevos generales: ¿Leales o funcionales?
Lo más preocupante es el intento directo de Trump por alinear a los generales con su programa político. Frases como “si no les gusta lo que digo, pueden salir… ahí se va su rango” muestran la presión para eliminar cualquier resistencia interna. Reforzar la lealtad parece ser más importante que la experiencia o la ética militar. Trump quiere nuevos generales que no cuestionen, sino que ejecuten.
El papel de Hegseth y el mensaje subliminal
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, en sintonía con Trump, lanzó críticas a las fuerzas “woke” y defendió la necesidad de “endurecer” a los combatientes. Sus palabras fueron tan políticas como militares, alimentando la narrativa de una guerra cultural interna. También dejó claro que el futuro de los líderes dependería de su alineación con la visión presidencial.