Alaska, el escenario estratégico que marcó la cumbre histórica entre Putin y Trump
Anchorage, Alaska.– Más allá de los gestos diplomáticos y las declaraciones de buena voluntad, el encuentro de este viernes entre Vladímir Putin y Donald Trump quedará marcado por el simbolismo de su sede: la base aérea de Elmendorf-Richardson, en uno de los puntos geopolíticos más sensibles del planeta.
Por primera vez en la historia, un presidente ruso pisó Alaska, territorio que formó parte del Imperio ruso hasta su venta a Estados Unidos en 1867, y que durante la Guerra Fría fue una pieza clave en la defensa estratégica norteamericana frente a Moscú.
El recibimiento no estuvo exento de fuerza visual. Trump aguardó en la pista mientras el Il-96 presidencial ruso aterrizaba escoltado por dos F-35, con cuatro F-22 apostados en formación y bombarderos B-2 visibles en los alrededores, recordando la carga militar que esta base ha tenido por décadas. La alfombra roja, el saludo oficial y la fotografía protocolaria sirvieron de preámbulo antes de que ambos líderes abordaran la limusina blindada presidencial, conocida como “la Bestia”, para iniciar conversaciones privadas.
Alaska, el escenario estratégico que marcó la cumbre histórica entre Putin y Trump
Putin, acompañado por una delegación de alto nivel que incluyó a su canciller Serguéi Lavrov y a los ministros de Defensa, Finanzas y Cooperación Económica Exterior, llegó puntual, tras realizar una escala en Magadán para rendir homenaje a la colaboración soviético-estadounidense en la Segunda Guerra Mundial.
La reunión, calificada por el presidente ruso como “constructiva” y “útil”, tuvo como objetivo principal discutir una posible tregua en Ucrania. Para muchos analistas, el simple hecho de que se desarrollara en Alaska es un mensaje de apertura al diálogo, pero también un recordatorio de la cercanía geográfica —y estratégica— que comparten las dos potencias.
