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ORACIÓN: Para entrar al reino de los cielos, ¡Hay que tener la Fe de un niño!

ORACIÓN: Para entrar al reino de los cielos, ¡Hay que tener la Fe de un niño!

ORACIÓN: Para entrar al reino de los cielos, ¡Hay que tener la Fe de un niño!

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: nuestro despertar nos impulsa a estar muy cerca de ti para saludarte, para bendecirte, para agradecerte y para hacer que ese corazón de niño, se manifieste ante tu majestad con toda su hermosura, con toda su candidez, con todos sus sueños, con todos sus anhelos y con toda esa fe maravillosa propia de los niños, que más que razonar, se imaginan y creen lograr hasta lo imposible.

Adán y Eva en el paraíso tenía ese corazón de niño, usaban de esa gran visión, porque eran cómo las águilas que ven de lejos, de cerca y en todas direcciones.

Ellos en su inocencia te eran aceptos, porque no intentaban tener fe, sino que eran SERES QUE VIVÍAN EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN SU FE, ya que dependían de ti, estaban atentos a tu visita, se alegraban de tu cercanía y de ser tus amigos.

Ellos en verdad no tenían la fe como el grano de mostaza, sino que en su inocencia tenían abiertos los ojos del espíritu que los hacían ver cosas grandes y maravillosas, tanto las visibles como las invisibles.

Para entrar al reino de los cielos, ¡Hay que tener la Fe de un niño!

Fue el pecado el que les disminuyó su inocencia, su belleza, su visión y su poder. Después de pecar ya necesitaban de la fe como un grano de mostaza, porque sus ojos del espíritu se habían cerrado y ya no eran capaces de ver lo espiritual ni a su creador. Una vez que pecaron, dejaron de ser los amigos del Altísimo.

Es Cristo, tu hijo amado, quien nos vino a recordar la impostergable necesidad de volver a esa original belleza de creer como lo creen los niños; pensar como ellos piensan; soñar como ellos sueñan; reír como ellos lo hacen; creer hasta en lo imposible y tener una imaginación sin límites.

La condición que pone tu hijo amado es que nos hagamos semejantes a los niños, para que nuestra forma de ser sea visionaria y creamos que podemos lograr hasta lo increíble, porque somos SERES QUE LLEVAMOS TU IMAGEN DIVINA Y SOMOS TU DIVINA SEMEJANZA: “-Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.” (San Mateo 18:3).

Entrar al Reino de los Cielos es entrar al mundo donde, ¡NO HAY IMPOSIBLES, NO HAY DIFICULTAD QUE NO SE PUEDA VENCER, NO HAY MURALLAS QUE NO SE PUEDAN DERRIBAR Y NO HAY SUEÑOS QUE NO SE PUEDAN REALIZAR!

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Ese es el mundo en que se manifiesta toda la inmensa grandeza del ser humano

Porque ese enorme potencial que por naturaleza posee, se convierte EN CERTEZA DE LO ESPERADO, EN PLENA CONVICCIÓN DE LO QUE PRIMERO VIO EN SU MENTE, LO CREYÓ EN SU CORAZÓN Y LO LLEVÓ A CABO CON TODO EL AMOR, EL PODER Y LA PASIÓN DE SU CORAZÓN.

Muchas gracias, Padre Santísimo, porque hoy tenemos un despertar bastante motivador y estamos en la mejor disposición de lograr muchísimo en este día que es nuestra gran oportunidad de ser niños con sueños de grandeza y con el poder que tú mismo refuerzas con tu gracia divina.

Hoy vemos que tenemos ese espíritu profético que nos hace ser y aparecer como LOS NECIOS DE ESTE MUNDO, por tenerte a ti de aliado, por testificar que tú estás vivo y actuante, por ver que tu Espíritu Santo es quien nos enseña que ES MEJOR DAR QUE RECIBIR.

¡Eso es justo lo que nos asemeja más a ti! Padre Bendito: ¡Muchas gracias por habernos dado la dicha de despertar y estar gozando como los que tienen corazón de niño! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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