Oración hoy domingo 21 de julio 2024: “¡Honremos nuestra palabra ante la palabra de vida!”
La oración de hoy domingo 21 de julio de 2024. “¡Honremos nuestra palabra ante la palabra de vida!” (San Mateo 8).
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: Te presentamos nuestro saludo matinal con un corazón que aprende a valorar nuestras palabras, porque hemos despertado en este domingo con nuestra mente puesta en las palabras sabias, atinadas, bien reflexionadas, que expresaban de manera maravillosa la fe de aquel hombre que sabía valorar sus propias palabras a las que les imprimía poder y autoridad irrebatible. Ese hombre cuya personalidad era de brillante autoridad porque sabía que la poseía y es por ello que tenía bajo su mando cien soldados que le obedecían incondicionalmente y sin réplicas en todo cuanto les ordenara. Es por ello que ante Cristo, Tu Hijo Amado, le suplicó que fuera a sanar a su sirviente, quien estaba postrado por su parálisis, sufriendo terribles dolores y sin esperanza de que alguien o algo lo aliviara. Este centurión, estaba seguro que UNA SOLA PALABRA BASTABA PARA SANAR A SU SIRVIENTE. PERO ESA PALABRA TENÍA QUE SALIR DE AQUEL QUE TIENE PALABRAS DE VIDA, DE SALUD, DE BIENESTAR Y DE PLENA AUTORIDAD TOTAL SOBRE TODO MAL, PORQUE ÉSE HOMBRE ES TU PALABRA ENCARNADA, PADRE OMNIPOTENTE.
Ta pronto como le expone su pena a Tu Hijo Amado, recibe una iluminación especial, que hace que se sienta indigno de recibirlo bajo el techo de su morada. Él exclamó con la firmeza de la fe: “¡BASTA CON QUE DIGAS UNA SOLA PALABRA PARA QUE MI SIERVO QUEDE SANO!”
Padre Santísimo: Tu Hijo Amado le prometió ir a su casa para sanar a su sirviente, pero este hombre se sintió indigno de recibirle en su morada, porque él estaba acostumbrado a valorar e imprimir autoridad a su palabra. Eso es lo que ahora no hacemos. ¡Eso es lo que hemos olvidado! Tenemos el don de la palabra, pero ya no somos gente de palabra, porque ya no creemos en ella. Le hemos restado poder y la prueba más fehaciente es que ya no ejercemos autoridad en nuestra propia casa, porque hemos enfermado el poder de la palabra.
Es por ello que hasta la fe ha desaparecido, ahora solo somos gente crédula, religiosa, llena de amuletos de la buena suerte e idólatra. Pobre de nuestro cuerpo, que un día fuera sellado por el Espíritu Santo y convertido en templo viviente que contuvo la divinidad. Ahora solo tenemos amuletos, tatuajes, anillos, collares, medallas y crucecitas. Nuestro cuerpo después de haber sido modelado por Tus manos divinas, adornado con Tu imagen y Tu semejanza, honrado con el poder de nuestra lengua, ahora, el enemigo ha logrado hacer de él un cadáver viviente que ya no tiene ni palabra de poder, ni tampoco luce en él la imagen divina ni mucho menos se asemeja a su Creador, ni tan siquiera tiene memoria de lo que Tú, Padre Santísimo, dijiste que éramos y para qué habíamos sido creados por Ti.
Padre Santísimo: Este despertar bien valió la pena, porque ese centurión sí supo ante quien estaba y aunque era un idólatra, él tuvo la dicha de ver en Cristo el mismo poder divino, único capaz de hacer que su amado sirviente fuera sanado a la distancia por el solo poder de Su palabra.
¡Gracias, Padre Santísimo! ¡Nos vamos a vivir reviviendo ese poder que estaba perdido o adormilado! ¡Vamos a honrar nuestra palabra imprimiéndole poder y así hacer realidad lo que el Espíritu Santo nos ha revelado!: ¡Hijos del Padre! Aprendan y comprendan que, “La muerte y la vida están en poder de la lengua y los que la aman comerán de sus frutos!” Amén.
P. Cosme Andrade Sánchez+
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