El impredecible Roberts
He de confesar que pese a haber conseguido el bicampeonato para los Dodgers, nunca he sido un fanático del manager Dave Roberts.
Con el se cumple la premisa de que un jugador mediocre se puede transformar en un manager triunfador.
En sus ocho años en las Mayores tuvo cuatro franelas y promedió un mediocre .266 que no prometía mucho en su carrera como manejador.

Sin embargo, los Dodgers confiaron en él y le dieron desde hace años una escuadra plagada de estrellas, que este año experimentó múltiples lesiones lo que no le impidió terminar con 93 triunfos por 69 derrotas.
Para los playoffs contó con el regreso de sus abridores lesionados, lo que fue básico para triunfar en siete juegos contra los Azulejos de Toronto.
Fanático de la sabermetría, en esta ocasión confió más en sus instintos, que a la larga le redituaron el campeonato.
Fue muy criticado por aguantar más de la cuenta a su abridor Blake Snell en el primer juego. pero más que nada era reflejo de la poca confianza en sus relevistas invluyndo al legendario Kleyton Kershaw que solamente le pitcheo a un hombre en toda la serie.
Ante la sequía ofensiva de Mookie Betts, lo recorrió en la alineación de segundo a tercero y en una ocasión hasta cuarto, intercambiándolo con el receptor Will Smith, quien fue parte importante del campeonato.
Al final todos sus movimientos le resultarona pedir de boca, como el de poner a jugar a Miguel Rojas, que batearía el homerun del empate, o el cambio defensivo de Pages que haría la atrapada del juego.
Pero el más importante fue el voto de confianza a Yamamoto, que al estilo de los héroes de antaño se subió a la loma a relevar en el séptimo juego, luego de quebía triunfado un día antes con más de 100 lanzamientos.
Con todos estos movimientos Roberts lució como un genio, algo que en realidad dista mucho de ser.
