‘El árbol Frankenstein’: Produce 40 frutos diferentes
La Chispa trae una noticia científica sobre ‘El árbol Frankenstein’ el cual produce 40 frutos diferentes. Si alguna vez paseas por un parque y te encuentras con un árbol que parece común —tronco robusto, ramas tranquilas, apariencia discreta— probablemente sigas tu camino. Pero si regresas en primavera, ese mismo árbol podría sorprenderte con flores rosa pálido, blanco nieve y carmesí intenso, como si alguien hubiera fusionado especies imposibles en un solo tronco.
Meses después, la maravilla se confirma: produce duraznos, ciruelas, albaricoques, nectarinas, cerezas y hasta almendras… 40 frutas distintas creciendo en perfecta armonía. Este fenómeno extraordinario es conocido como ‘El árbol Frankenstein’ el cual produce 40 frutos diferentes, y representa un collage comestible que desafía la percepción de lo natural.
La visión artística detrás del árbol Frankenstein
Curiosamente, el proyecto de Sam Van Aken, profesor de arte en la Universidad de Syracuse (Nueva York), no surgió desde la ciencia sino desde el arte. Van Aken buscaba crear un momento de interrupción visual, una especie de “shock estético” que obligara a detenerse y admirar lo que parecía ordinario.

Inspiración y creatividad
Van Aken investigó el concepto de hoax, relacionado con “Hocus Pocus” y la expresión latina “Hoc est enim corpus meum”. Esta idea de transubstanciación —cuando lo cotidiano se transforma sin perder su forma— inspiró la creación del árbol que parece común la mayor parte del año, pero que revela su verdadera esencia múltiple y mágica en temporada.
La importancia del número 40
El número 40 no es casual:
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No es literal ni limitado.
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Posee carga espiritual en la tradición occidental.
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Representa abundancia y multiplicidad.
En suma, simboliza aquello que va más allá del cálculo y que permite un milagro botánico: ‘El árbol Frankenstein’ el cual produce 40 frutos diferentes.

El injerto: la técnica milenaria
El injerto es la clave detrás de este fenómeno. Utilizado desde hace más de 3,000 años, permite unir ramas de distintos árboles para crecer como uno solo. Van Aken aprendió la técnica de su bisabuelo, quien injertaba huertos en Pensilvania. Su proceso requiere precisión científica y paciencia:
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Cultivo del árbol base por tres años.
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Poda y estructuración de ramas principales.
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Injertos multiplicados año tras año.
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En 8 o 9 años, el árbol revela un universo genético.

Un universo de sabores
Gracias a los injertos, el árbol produce una diversidad sin precedentes: duraznos, ciruelas, albaricoques, nectarinas, cerezas, almendras y más. Este collage frutal no solo es sorprendente a la vista, sino un ejemplo de biodiversidad aplicada al arte y la ciencia.
Retos y conservación
El éxito del árbol Frankenstein también trajo un problema inesperado: muchas de las frutas necesarias para crear los injertos estaban desapareciendo. Esto pone en evidencia la fragilidad de la biodiversidad agrícola y la importancia de preservar especies raras.
