Cuando se gobierna con metáforas y con doble lenguaje.

La semana pasada decíamos que en la Ciudad de México, en cada manifestación, grupos de encapuchados infiltrados, mujeres y hombres, armados con martillos, varillas, machetes, palos, piedras, pinturas en spray y hasta cohetones, que llevan escondidos en sus mochilas, arremeten en contra comercios, negocios, donde destrozan vidrios y roban mercancía diversa, agreden a policías, pintan señales viales y hacen lo que quieren, sin que ninguna autoridad les ponga un alto, bajo el argumento de que no son un gobierno represor o intolerante.

Pero esa justificación para no actuar em consecuencia, muestra un gobernó débil frente a sus gobernados, irresponsable, que no muestra signos de ser una verdadera autoridad y, lo más grave, deja la clara sospecha de que financia y protege a esos grupos intolerantes.

Y en la pasada marcha del 57 aniversario del 2 de octubre, todo eso ocurrió. Y no somos adivinos, simple y sencillamente vemos como el gobierno que encabeza Clara Brugada Molina no funciona y un ejemplo de ello es que prefiere pagar varios millones de pesos a un grupo musical para que amenice una tardeada en el Zócalo, que ayudar a las familias de los afectados del flamazo de gas en la calzada Ignacio Zaragoza o las familias que perdieron todos sus enseres domésticos por las inundaciones donde el drenaje está destruido. El doble discurso.

En un estupendo texto titulado “Gobernar con diccionario”, mi amigo, el reportero Pedro Díaz G. sostiene que “la perversión del lenguaje en el discurso político contemporáneo ha alcanzado niveles grotescos, convirtiéndose en una forma de violencia simbólica que trivializa la tragedia y ridiculiza la inteligencia colectiva. No se trata simplemente de una estrategia comunicacional equivocada, sino de una arquitectura deliberada de engaño institucional: una sintaxis oficial que busca anestesiar a la ciudadanía mediante la sustitución sistemática de la realidad por ficciones semánticas. Así, las inundaciones, resultado directo de la incompetencia gubernamental en infraestructura hidráulica y planificación urbana, son rebautizadas como espejos de agua, una expresión poética que oculta el hedor de las aguas negras y la desesperación de quienes pierden sus hogares bajo el lodo.

Sigue diciendo Pedro Díaz: “Los socavones, síntoma alarmante de la corrupción en obras públicas y del desprecio por los estándares técnicos, se trivializan con el término grietas geológicas, como si la tierra se abriera espontáneamente y no por la ineptitud criminal de quienes deberían garantizar la seguridad del territorio.

“Esta práctica del eufemismo no es neutra ni inocente: constituye una forma de inmunización política que pretende blindar al poder frente a la crítica, desplazando la atención del colapso estructural hacia una discusión superficial sobre palabras. La tragedia se transforma en alegoría, el desastre en paisaje y el Estado en narrador omnisciente que decreta lo que debe sentirse ante lo que ocurre. Bajo este régimen discursivo, la miseria se denomina “austeridad”, el retroceso institucional se proclama como “transformación” y la represión se camufla como “movilización cívica”. El lenguaje ya no nombra la realidad: la sustituye. El resultado es un país sumido en una esquizofrenia oficialista donde los hechos son irrelevantes si el relato los reconfigura.

La marcha del 2 de octubre en la Ciudad de México concluyó con escenas de violencia y destrozos en el Centro Histórico, lo que dejó un saldo de 90 personas lesionadas, entre ellas 16 policías hospitalizados y 3 en estado delicado. Ante las críticas por la actuación de las autoridades, el secretario de Gobierno capitalino, César Cravioto Romero, respondió a los señalamientos y aseguró que la intervención policial buscó contener los daños sin caer en represión.

Según él las personas que generaron violencia –dijo que fueron más de 300– en el primer cuadro de la ciudad buscaban que la policía capitalina respondiera a los ataques que sufrieron. Es decir, que 500 uniformados desarmados y solamente protegidos por sus escudos iban a contener a esta turba delincuencial. ¡Carajo!

En este sentido, dijo que en años anteriores solo se detectaba a al menos 50 encapuchados. Este año, sostuvo, se contabilizaron 350 personas con el rostro cubierto que generaron actos violentos. Cravioto culpó a la “derecha” de estar detrás del bloque negro, sin aportar ningún tipo de prueba testimonial o documental, y que fue el grupo que causó los destrozos en la marcha del 2 de octubre.

“Hay a quienes no les gusta este proyecto que está transformando el país y la ciudad y vemos claramente que fueron otras características que otras marchas”, comentó César Cravioto quien explicó que el gobierno ha dado acompañamiento a empresarios y vecinos afectados, principalmente joyerías y locales en Eje Central:

¿Por qué la policía no actuó ante vandalización en la marcha del 2 de octubre?

El funcionario defendió la estrategia del gobierno al señalar que la actuación policial no fue inmediata, porque el Comité 68 pidió mantener a los cuerpos de seguridad a distancia para evitar una provocación: “El Comité 68 nos pidió que no estuviéramos cerca de la marcha, para que no pareciera una provocación, (…) cuando vimos que traían herramientas para abrir los establecimientos, fue cuando acercamos la fuerza pública para que no siguieran generando esta afectación”. Asimismo, justificó que la decisión de no responder con mayor fuerza buscaba impedir que se interpretara como un acto represivo:

“Estuvimos con ellos desde ayer, toda la noche, hasta la entrada de la madrugada, para que la Fiscalía les pudiera tomar sus denuncias. A partir de las denuncias tienen que estar viendo facturas, seguros, para ver cuál es el costo del daño. Hoy tienen una reunión de seguimiento con el subsecretario de Gobierno”. También confirmó que la mayoría de los comercios afectados contaban con seguro y que en el caso de viviendas se está apoyando en la reparación de daños materiales.

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Tras lo planteado por César Cravioto en torno a la responsabilidad detrás del bloque negro, José Cárdenas le preguntó si con sus dichos estaba acusando que la “derecha financia” las agresiones. Y de manera contundente y sin mayores miramientos, el funcionario del gobierno capitalino dijo que sí, e insistió en indicar que el bloque negro es impulsado por quienes están en contra la “transformación”. Pero nuevamente sin aportar una sola prueba.

Sobre dicha pregunta, el funcionario resaltó que de momento no hay nombres, pero se investiga el caso, por lo que garantizó que una vez que se establezcan los detalles, los informará de manera oportuna.

Coincido plenamente con el planteamiento de Pedro Díaz, de cómo el poder público de los morenistas, antes perredistas, quienes tienen más de 27 años gobernando la capital del país, manipulan el lenguaje y evaden su responsabilidad ante la tragedia y tratan de blindarse frente a la crítica. O callan, cuando hechos graves los afectan, como fue el caso del asesinato en Calzada de Tlalpan de los dos colaboradores cercanos de Clara Brugada.

Decir que las terribles inundaciones con las aguas putrefactas que brotan del drenaje como consecuencia de las lluvias son “espejos de agua” o describir los socavones como “grietas geológicas” o no actuar ante los vándalos que hacen destrozos en las marchas destruyendo y atracando comercios bajo el argumento de que no son un gobierno represor retratan el cinismo y la frivolidad con que gobiernan estos sátrapas quienes pretenden evadir sus responsabilidades. Y efectivamente, no se trata de un error de comunicación, sino de una estrategia deliberada de sustitución de la realidad por un lenguaje soso, coloquial, en pocas palabras, son puras mamadas y los miles de afectados ya no les deberían dar ningún tipo de apoyo ni tampoco votar por ellos. No son diferentes, son peores.

Y cómo dice un estúpido “quieren que se actúe como Díaz Ordaz” no señor, solamente que se les detenga, que se les presente ante el Ministerio Público y se les formulen cargos como daño en propiedad ajena, robo en pandilla, lesiones, lesiones a la autoridad, daños al patrimonio nacional, asociación delictuosa, intento de homicidio, incendio provocado, reparación del daño y lo que resulte. Y que sea un juez quien determine por la acumulación de delitos siguen en libertad o quedan formalmente presos. Eso es Estado de Derecho y no represión.

Porque cuando un gobierno, sea cual sea, administra los desastres con metáforas, provoca que los gobernados hagan justicia por su propia mano y eso es muy grave. Y eso está ocurriendo en muchos lugares del país.


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