Una del Judas Zaldivar
Por: Gilberto Haaz
Estos días debían ser, como lo señalaba el maestro Monsiváis, Días de guardar, pero no por el luto, apagar las televisoras y solo ponerse a leer o a ver cintas en Netflix o Roku o los deportes, que la semana pasada los colegiales estuvieron de primera. Pero abre uno los periódicos, sobre todo el País, y se encuentra uno a los Judas mexicas, esos que traicionaron a su gente y se fueron a los abrazos amorosos de AMLO. Un ejemplo, hoy en la mañana prendí el de Ciro Gómez Leyva, que anda da de vacaciones y tan solo ver a Epigmenio Ibarra por poco me da chorrillo cuenqueño, casi vómito y urticaria, cambié de canal y me puse a ver un poco el tenis de Australia, tierra de canguros. Pero en El País viene una entrevista que lo retrata tal cuál, al Judas Iscariote Mexica, Arturo Zaldívar, ese hombre que tiró el arpa, pero no la nómina ni la jubilación, porque pretende ser, si gana Sheinbaum, o Fiscal General de la República o Secretario de Gobernación. Este inverbe personaje (¿Qué significa Inverbe insulto? Referido a persona, que actúa de forma infantil o de manera tonta y caprichosa), aparece posando con los brazos cruzados y al fondo una foto con Claudia Sheinbaum, el día que fue a rendirse a sus pies. Personajes cómo este seguiremos viendo, existen en toda la faz de la tierra, la historia los registra y la historia es una gata que siempre cae de pie, diría el poeta. Todavía el muy cínico, se atrevió a declarar: “La Corte está dominada por un grupo opositor y aliado a causas conservadoras”, no pues sí, si por eso te fuiste, tú eres el Ave que va a cruzar los pantanos de la 4T sin manchar su plumaje. Este queretano de 64 años, vio la luz de su futuro traicionando a sus compañeros magistrados y cayendo rendido a los brazos del tabasqueño, que le dio su agüita de toloache y lo ama con buen amor político. Bien decía Julio César: “Me gusta la traición, pero odio al traidor”.
JOSE AGUSTIN SE VA (Diario El País)
Las horas del escritor mexicano José Agustín, de 79 años, parecen marchitarse, así lo ha publicado en su cuenta de Facebook uno de sus hijos, José Agustín Ramírez, al informar la tarde de este martes que su padre ha recibido la extremaunción por parte de un sacerdote, en su casa, donde se encuentra desde hace varios días. “La visita del padre José Luis, sacerdote católico, zapatista, viejo amigo de mi padre y fiel a la Teología de la Liberación, tras cuya unción de los enfermos, mi padre ha dicho: ‘Con esto ya mi trabajo aquí se va terminando”, ha escrito.
Su hijo ha agradecido las muestras de cariño que su familia ha recibido en estos últimos meses y días, y asegura que, aunque su padre está tranquilo, “la emergencia no ha terminado”. “Y sin duda José Agustín está un escalón más cerca del cielo, abrazos a todos y todas, feliz 2024″, escribió este martes. Hace un par de días, en la víspera de año nuevo pedía, también a través de sus redes, “oraciones y buenas vibras” para la salud de su padre: “Porque el jefe está bastante delicado, debido a problemas de salud que hace años lo arrancaron del mundo literario, si creen en dioses o tienen alguna buena voluntad que puedan compartirle, se les agradecerá infinitamente…”.
José Agustín, un autor emblemático, creador de obras que por primera vez se escribían con desenfado y lenguaje coloquial, en cuyas páginas los jóvenes mexicanos de la época de los sesenta y setenta se sentían representados, ha estado alejado del ojo público y desde hace unos 40 años se trasladó a la casa familiar en Cuautla, en el Estado de Morelos. El pasado mes de abril reapareció, después de varios años de silencio, en una presentación de la reedición de su obra. Estaba en una silla de ruedas, pero aun con fulgor y vivacidad. Su estado de salud ha sido delicado desde 2009, cuando sufrió una caída mientras firmaba algunos de sus libros en Puebla. Entonces, el accidente, desde unos dos metros de altura, le causó severas fracturas en cráneo y costillas y lo mantuvo más de 20 días terapia intensiva. Autor del libro Tragicomedias Mexicanas, José Agustín vive sus últimos momentos.