Simplificación de la política, misil de la derecha
La simplificación de la política llegó a México de donde menos esperábamos, de los intelectuales favorecidos en el pasado, por la “generosidad” del gobierno durante muchos años. Independientemente de sus peticiones de votar por la derecha los autodenominados intelectuales, sellan en esa carta que los describe y descubre como los ideólogos de una derecha decadente y frágil.
Los 258 personajes, –menos dos mujeres que retiraron públicamente su firma de la carta, nunca fueron consultadas para signarla–, hablan de manera pueril de la política mexicana, luego de haberse erigido como analistas de la situación social del país. Así, advierten solo dos caminos hacia las urnas: el autoritarismo y la democracia. Una imperdonable falta de memoria.
El autoritarismo caracterizó al PRI por muchos años desde el asesinato de Rubén Jaramillo hasta Ayotzinapa, pasando por Tlatelolco y Aguas Blancas, entre otros. Lo más contradictorio es que estos personajes de la derecha se encargaron de desmenuzar las diferentes ideas políticas durante toda su vida, para que frustración de por medio, ahora, al final de sus días aseguren que sólo hay dos posiciones políticas.
En la simplificación de la política mexicana, en al que sólo ellos podían incursionar por su complejidad y difícil entendimiento, ahora resulta que todo cambió de la noche a la mañana para convertirla en una caricatura donde sólo hay buenos y malos.
La tendencia de la derecha es simplificar la política para que sólo pueda entender la interpretación que quieren imponer. Es decir, si no es dictadura es democracia, si no es autoritarismo es libertad, y, por si fuera poco, sacan a la política de su ámbito democrático para llevarla al campo de la judicialización como ente supremo sobre la voluntad popular.
Mientras la izquierda está preocupada en modernizar la política, en hacer de sus preceptos e historia un conocimiento popular, la derecha se ocupa en darle sólo dos significados sin mediar niveles ni tomar en cuenta grados ni claroscuros, propios de esta actividad. Para ellos todos sigue igual, la política siempre es la misma, de otra manera no podrían simplificarla; desde su perspectiva, todos los políticos son iguales y la frase más poderosa para sus seguidores: nada ha cambiado. Si nada hubiera cambiado no estuvieran tan dolidos por las transformaciones.
Precisamente la transformación sacó de su confort a una parte de la clase media informada sólo por tik tok y la televisión y la llevó a las calles a mostrar su inconformidad por los cambios. Más de una pancarta de esos manifestantes mostraban su nostalgia por el pasado y en específico por los regímenes de Fox, Calderón y Peña Nieto.
Fueron los cambios los que sacaron del confort a la parte menos informada de la clase media, pero también la simplificación de la política lo que les motivó salir a protestar. Porque para ellos la prioridad de sus consignas radica en la salida de López Obrador, Claudia Sheinbaum y Morena del poder. Confirmando que con sus peticiones no sólo muestran proyecto alguno, porque lo único que quieren es que las cosas vuelvan a estar como estaban.
Una de las armas más poderosas de la derecha ha sido la simplificación de la política, lo que no es religión, es comunismo; lo que no es privilegios es autoritarismo, lo que no es evasión fiscal es persecución tributaria; lo que no es impunidad es persecución política, etc.
Las condiciones de los mexicanos pasan a segundo grado ante la elección pueril de conceptos abstractos que tienen historia, causas y efectos, pero eso también es lo de menos a la hora de dar a conocer a los legos en política cómo se realiza este ejercicio en México, desde que los regímenes del PAN y del PRI dejaron el poder.
Así, la clase media poco ilustrada puede advertir que si la política es tan sencilla de entender como la muestra la derecha pues entonces sí participan, sí le entienden, sí tienen un lugar en ese espacio que esa misma clase se había excluido porque no necesitaba participar, todo era confort y pasividad. Esa parte de la clase media se autoexilio de la política porque no necesitaba participar, todo lo tenía a pedir de boca, nada debía moverse, pero como cambió y mucho…
Ese segmento de la clase media se incorporó a la participación ciudadana por la simplificación a la que sometieron los conservadores, de otra manera no hubieran participado, lo cual es una apena. Desde esta perspectiva la política debe ser tan simple como un partido de futbol. El que no gana pierde, el favorito es el mejor, aunque pierda y si hay empate para eso está el watts app y el tik tok, para dar su voto a través de la carcajada inmediata y reenviarlo.