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Que ha sido de esos tres

Que ha sido de esos tres

Que ha sido de esos tres

Tres tristes tigres han quedado en la orfandad. El más picudo de ellos era Marcelo Ebrard, porque a ratos se acercaba a la líder de Morena, la muy bendecida por el patrón, Claudia Sheinbaum. Marcelo no escuchó las señales de sus amigos, que le decían al oído te están engañando, es Claudia. Y Claudia fue. A Adán, el segundo en la lista de afectos y del orden al bat, por entrar ahora en los playoffs beisboleros, le pasó lo mismo, se fue con el canto de las sirenas y pensó que su ‘hermano’ lo bendeciría con la candidatura. No lo hizo. Ayer se le vio flaco, ojeroso, candado y sin ilusiones yendo a ver al presidente. Un día después el presidente mismo dijo que lo había ‘invitado’ a regresar a gobierno, pero adónde, habrá pensado el hombre que tenía la cartera número dos en el poder y ahora, que llegó la chiquilla María Luisa Alcalde, limpió de toda su gente Gobernación. AMLO dijo que no le había aceptado, porque tenía otros pendientes, su familia, que eso es decir te vas al destierro. Textual: “Estuvimos platicando, hasta lo quería invitar a que se regresara acá, pero tiene otros planes; yo creo que estar con su familia, sus hijos”, comentó. Para Claudia era un peso muy pesado, haberlo dotado de coordinador daba resquemores, aquellos que contendieron el destierro es lo que les espera como su oasis de lágrimas. El último fue Ricardo Monreal, ahora últimamente se ha pegado a Ebrard, pero el tiempo de las decisiones se les fue. Un rompimiento ahora está a destiempo. Las luces de la Sheinbaum ya iluminan a Morena.

POR SUS FRASES LOS CONOCERÉIS

Todo mundo en la vida tiene frases. Unas pasan desapercibidas, otras quedan grabadas en la historia. Las hay muy picudas, las más, irrelevantes. Comienzo el texto porque hace nada, leyendo una entrevista al Papa Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa Latinoamericano, entre otras cosas rememoró cuando fue ascendido como Cardenal por Juan Pablo II, al que quería todo el mundo. Era un ascenso y comentó de ello: “Un ascenso en la vida de un hombre debe ser entendido como un descenso, como un despojo para humillarse y servir mejor”. Suele repetir el Papa Francesco una conseja que le dio su padre, en esto de los ascensos. Genial. Clara. Verídica: Su padre le aconsejó: “Cuando llegues arriba saluda a todos, porque cuando estés bajando serán los mismos con los que te vas a encontrar”. Groucho Marx, el más famoso de los hermanos Marx, era tremendo para las frases. En su tumba, dice la leyenda urbana que existe y otros dicen que no, quiso que se grabara una frase como epitafio: “Disculpen que no me levante”. Ese título ha servido para nombrar la columna de la escritora española, Rosa Montero. Según establece su biógrafo Stefan Kanfer, Groucho está enterrado en el cementerio de Eden Memorial Park, en el Valle de San Fernando -no ocupa una tumba sino un nicho- y en él hay una placa de bronce con las palabras “Groucho Marx 1890-1977” y una estrella de David. Nada más.  Hay libros de frases y miles y de ellas divagan por el mundo de la escritura. Calvin Coolidge, el presidente americano que cuando visitó una granja, su mujer preguntó al granjero que cuántas veces efectuaba un gallo el acto sexual. «Docenas de veces», contestó. La mujer le dijo: «Hágame el favor de decírselo a mi marido». El presidente, informado, preguntó al granjero: «¿Siempre con la misma gallina?» «Oh, no señor», contestó el guía, «con una diferente cada vez». Entonces el presidente dijo: «Informe de eso a la señora». Al pie de la Alhambra, en el sur de España, en esos sitios donde el arte se sublima, Francisco Alarcón de Icaza, al ver a un pordiosero ciego, dijo: “Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”. Aquellos hablantines y muy bocas flojas, debían seguir la conseja del periodista Raúl del Pozo: “«Ten cuidado con lo que hablas; palabra que digas dejará de ser tuya. La Biblia enseña que la lengua es la ruina del hombre». El Premio Nobel, José Saramago, escribió: “Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer”. Hay una genial de otro Nobel, Camilo José Cela. Sucede que el buen Camilo estaba tirando la fiaca cuando era legislador. Cabeceaba y el presidente de la Cámara le reprochó: « ¿Está usted dormido?». A lo que el Nobel le respondió: « No estoy dormido, estoy durmiendo». El otro replicó: « ¿Es lo mismo, ¿no?». «No, Señor, son cosas distintas. No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, de la misma manera que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo».

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