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PELEANDO CON EL PASADO

PELEANDO CON EL PASADO

PELEANDO CON EL PASADO
Por: Vladimir Galeana Solórzano

La singularidad del sujeto que por desgracia tenemos como Presidente de la Republica, ha sido más dañina que los gobiernos anteriores. Mira que enviar ciento ciento cincuenta millones de dólares a Agustín Diaz Canel, y un buque lleno de petróleo que en los mercados costaría la nada despreciable suma de doscientos millones de dólares, habla de la supina mendicidad de quien por ahora rige los destinos del país.

Pero ahora tuvo otra de sus vulgares ocurrencias, y no es otra cosa que pretender cambiar de nombre al Mar de Cortés, que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad, y este rechazo del inquilino de Palacio Nacional es una estúpida forma de pretender rechazar lo que se hizo en el pasado histórico, porque no le cabe en su mitomanía que la historia es el pasado, y que el mismo vive en ese pasado cuando debiera contemplar el desastre de gobierno que entregara en la actualidad.

Pero ya que estamos en eso de cambiar nombres y señalamientos históricos, hagamos un ejercicio que nos pudiera dar una luz de lo que tendremos que festejar en los meses siguientes: la Instauración de la “Cuarta Transformación de la Vida Pública”, ese bodrio que seguramente será enviado al cajón de los olvidos de la historia, porque hasta ahora ni ha transformado y sí ha alcanzado una brutal destrucción de la vida de este país.

Pero ahora que le ha dado por pelear con el pasado, siendo crudos, porque él lo fue, habríamos de preguntarle que fue lo que ocurrió cuando asesino a su hermano. Y puedo tener la seguridad de que podré ser defenestrado por las huestes morenistas por acudir a uno de los más lamentables episodios en el pasado del Presidente de la Republica, pero los hechos ahí están, y la narrativa de ese lamentable momento no podrá borrarse.

Aquel que pontificó con la bandera de la “Austeridad Republicana”, desechó la Residencia Oficial de Los Pinos, que fue la casa del encargado del Poder Ejecutivo, para instalarse en un Palacio en el que su estancia nos cuesta a los mexicanos la suma de seis millones de pesos por mes, cuando la Residencia Oficial de Los Pinos tuvo un costo en los dos mandatos anteriores por treinta millones de pesos.

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Para decirlo más claro, la estancia de Andres Manuel Lopez Obrador cada año, nos cuesta a los mexicanos la nada despreciable suma de setenta y dos millones de pesos al año. Esa es la diferencia entre los mandatarios anteriores y el austero Presidente que vive en un Palacio Virreinal. Vaya con la forma de engañar a los mexicanos, que tiene el señor que vive cómodamente en Palacio Nacional. Al tiempo.

 


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