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Obsesión por la misoginia

Obsesión por la misoginia

Obsesión por la misoginia

Quienes aseguran que el Presidente seguirá gobernando a través de Claudia Sheinbaum, todavía no se han dado cuenta de que el país ha cambiado, pero más allá de esa miopía, se percibe una misoginia que no esconde su nombre ni sus apellidos.

Desde años atrás se decía que México no estaba preparado para tener una mujer presidenta, y la realidad les contradijo. Acostumbrados a ver la política de hoy con ojos de ayer y el futuro con percepción de anteayer, la interpretación de la realidad les obliga a ubicarse en el tiempo y en el espacio.

Sin más preparación política que la memoria, se lanzan desde diferentes segmentos de la población a opinar, como si tuvieran la verdad en un puño. Necios con querer repetir el pasado hasta el infinito, ven en la llegada de una mujer a la Presidencia un insulto al machismo, un reto a su tradicional inseguridad, una gran incertidumbre ante la falta de reconocimiento a la capacidad de las mujeres.

En los estados donde las candidatas son mujeres, ese simple hecho se convierte en un agravio para muchos que dentro y fuera de Morena consideran que ellas no están preparadas para una responsabilidad.

Porque de nada sirvieron las anteriores mujeres gobernadoras que nunca hicieron cambios, ni representaban transformaciones, ni aportaba idea al debate. De nada sirve que hayan sido mujeres gobernadoras si trabajaron igual que un hombre, con los mismos vicios de sus antecesores, y sin una sola aportación por el hecho de ser mujeres. Eso no es hacer historia.

Por ejemplo, en Veracruz, el competidor por la alianza opositora no le llega ni a los talones a Rocío Nahle, ni en las encuestas ni en experiencia política y administrativa, pero el inexperto Yunes, mantiene como constante su campaña mediocre sólo con críticas. Cuando él nunca ha aportado nada a nadie a pesar de vivir del presupuesto por más de 20 años, digno militante de un partido corrupto como el PRI.

La misoginia es la antesala de la agresión política por razón de género y en este momento más de un medio, más de un comentarista de política ya rebasaron el límite.

El simple hecho de tratar de desconocer primero una ley y luego impugnarla, en lugar de pelear por su reforma, habla de la falta de oficio político de la oposición veracruzana. Porque el artículo 11 de la Constitución del estado tiene muchos años con la misma narrativa y no la han cambiado. La Carta Magna de Veracruz fue redactada el 29 de septiembre de 1902 y ya se advertía en su redacción: “Son veracruzanos: I.

Los nacidos en el territorio del Estado; y II. Los hijos de padre o madre nativos del Estado, nacidos en el territorio nacional o en el extranjero”.

Algunos críticos de que haya una mujer candidata se atreven a decir que la última reforma a dicho artículo sucedió en 2014, es verdad, pero la esencia del texto no se tocó, sólo se añadieron aspectos de migración, que anda tiene que ver con los derechos de los hijos de veracruzanos para gobernar la entidad.

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A pesar de que se muestra con ello la mala intención de descalificar un texto que no ha sido modificado en 2022, se apresuran a llamarle “Ley Nahle”, para hacer creer que la parte esencial de dicha reforma había sido cambiada para favorecer a la candidata morenista.

Comentaristas de todo el país no esconden su falta de preparación para tener una Presidenta o gobernadora mujer, todavía insisten en decirle “Señora Presidente”, lo cual habla de la manera en que perciben la realidad machista de México, sobre todo en la política.

Pareciera que a los misóginos les interesa mucho el lugar de nacimiento de las mujeres que atacan sin argumento, ante la carencia de motivos más sólidos, porque a Claudia Sheinbaum le atribuyen también, el hecho de no haber nacido en territorio nacional, lo cual no es verdad, y señalan, por si fuera poco, le atribuyen padres extranjeros, esos mismos que apoyaron la reforma del artículo 82 para poder elegir al hijo de un extranjero, con la candidatura de Vicente Fox, de padre gringo. Los localistas callaron.

La misógina en la política es incurable, afortunadamente no es contagiosa, enfermedad sin duda que algunos se llevarán a la tumba. Nacer en un lugar o en otro no hace mal nacido a nadie, aunque sí a quienes se aferran a sus rancios machismos decadentes.


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