Marcelo puso el cascabel
Arturo Ríos Ruiz
Las “corcholatas” de Morena se dividen por señalamientos de Marcelo Ebrard. Después de que asegurara que el proceso de selección presidencial el partido está en “foco rojo” hay acarreo desde secretarías de Estado a favor de Claudia Sheinbaum y cuatro aspirantes se pronunciaron divididos. Monreal lo apoyó.
En política, son frecuentes las traiciones y las complicidades que obligan a la lealtad; Marcelo y AMLO han estado en las dos características y referente a fidelidad, lo ha demostrado en dos ocasiones:
En 2000, en la contienda por la jefatura de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard fue aspirante del PCD, y, López Obrador contendió por el PRD. El ex canciller, pese a que ganaba en preferencias, declinó a favor del hoy presidente. El premio, Ebrard lo sucedió en el gobierno de la CDMX.
Para las elecciones presidenciales de 2012, López Obrador y Marcelo Ebrard informaron a su partido, el PRD, sobre sus intenciones de contender por la candidatura. En los procesos de selección interna del PRD, en el 2011, se realizó una encuesta en la que López Obrador ganó y Ebrard se disciplinó.
En el rubro de complicidad: los agentes quemados vivos en Tláhuac en 2004, AMLO titular del Gobierno capitalino y Ebrard, jefe de la policía; fue informado con anticipación y nunca llegó a imponer el orden y el doble crimen se consumó. Mancha que quedó latente en los registros curriculares de ambos.
Seguramente, el ex canciller, confiado a ese pasado, por su papel de Canciller y su vasta experiencia, confió en que tenía hándicap en la carrera presidencial y su confianza se desvaneció ante la marcada preferencia por Claudia Sheinbaum.
Reventó y optó por declaraciones tronantes contra el proceso de selección de su partido y le colocó el cascabel al gato moreno que, sacudió hasta los cimientos de Palacio, ya que su mensaje contra Claudia, lleva remitente hasta el Presidente. Un reclamo indirecto, pero certero.
De inmediato se le echaron encima el petista Gerardo Fernández Noroña, que se auto corcholateó, Adán Augusto López y Claudia Sheinbaum y se conformó el cisma Moreno que amenaza con descarrillar el proceso interno creado por el propio mandatario, que lo debe tener con un sabor de boca de esos que amagan el paladar.
Luego vino la réplica del mandatario: rechazando que secretaría del Bienestar haga acarreo en favor de Sheinbaum como acusa Ebrard y, con ello puntualizo la separación de sus ánimos por Marcelo que sin duda reconfirmó que está fuera y se confirma el seguro rompimiento entre ambos.
Ebrard está muy consciente que está en su último tren para cristalizar sus ilusiones presidenciales; en el 2030, ya sería un setentón y sólo le quedaría la frustración como a muchos les ha sucedido de que pudo haber sido y nunca fue, como la canción de la entrañable Consuelito Velázquez.
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