Marcelo en medio de traiciones
Arturo Ríos Ruiz
Marcelo Ebrard, en definitiva, quedó fuera de toda oportunidad para el 2024, era el mejor de las llamadas Corcho latas presidenciales, el más preparado, con experiencia y “amarrado” al presidente desde el año 2000 y todos creímos que sería el elegido para contender. Él mismo pensaba igual.
Su estrategia se visualizó por el buen desempeño como Canciller, era el intérprete del presidente que apenas maneja su lengua hispana; le traducía y así lo sacaba avante en las reuniones con los estadounidenses gubernamentales, listo para la fotografía y nada más.
Se configuró como el más destacado del gabinete de AMLO, activo, buen papel como Canciller y su pasado como allegado ‘de su jefe mayor, escuchó el canto sirenal con el tono de “Te llegará el dedo presidencial”.
Fue Claudia y ello lo trastorno, ha dado mil volteretas sin logros y su imagen se destiñó, el presidente se le volteó, él en su ser, clama traición y eso parece, jugó con él y Mario Delgado, su ex pupilo, anunció lo que ya era evidente: “Marcelo ya está fuera de Morena. De subordinado, paso a ser su verdugo.
Hoy Marcelo vaga en proyectos ajenos a toda candidatura, su estrategia tronó como los globos famosos de Cantoya y dadas sus fallas constantes, nada se espera en los seis años que siguen, que fuera de Morena y sin partido, todo se le esfumará, como hoy.
Ebrard, perteneciente al grupo que lideró su amigo del alma, Manuel Camacho Solís, un visionario de la política adelantado que fue presidencial, que creció de la mano del que fue su suegro, el influyente chiapaneco doctor Manuel Velasco Suárez que lo impulsó.
Ya cuajado en las lides de la polaca, hizo su grupo compacto con Marcelo y, en calidad de acompañantes bisoños, Joel Ortega Cuervas y Mario Delgado en plano menor. Se hicieron notar y Camacho dirigía sus pasos hacia Los Pinos, entonces la Casa Presidencial, con la seguridad que Carlos Salinas, lo nombraría el sucesor. Confiaba con toda seguridad.
Le fallaron los cálculos, Salinas se inclinó por Luis Donaldo Colosio Murrieta y el berrinche de Camacho no lo pudo ocultar, las fotografías en medios lo exhibían con el gesto molesto que no logró ocultar. Se sintió traicionado y desde Chiapas, tratando con Marcos del EZLN, acaparaban la atención Nacional.
Camacho, declaraba constante los tópicos e la guerrilla del sureste, en el robo de cámaras que destanteaban a Colosio que confundido preguntaba a su equipo de campaña si, alguien le podía explicar el fondo del papel de don Manuel, que opacaba su campaña presidencial.
Tras el fallecimiento de Camacho Solís, Marcelo quedó al frente del grupo y llegó al Gobierno de la Ciudad, con Mario Delgado a su lado, peleado con Joel Ortega al que traicionó y continuó su carrera con visión de llegar a mandamás del país.
En política las traiciones son un recurso muy socorrido, no cuentan las complicidades sino las conveniencias y nadie puede dormir con tranquilidad; camina siempre en espera de la adversidad y Marcelo las ha sentido como una calamidad.
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