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Los libros de texto (Parte II)

Los libros de texto (Parte II)

Los libros de texto (Parte II)
ACERTIJOS por Gilberto Haaz Diez

Ya son 8 estados del país y de la oposición que los han rechazado, faltaba Querétaro, pero ya se sumó, para enojo del presidente AMLO que, en cada mañanera hace su muina tabasqueña porque, los infieles y reaccionarios, no tocan su misma canción. Son libros comunistas, dicen unos expertos en libertades. Hay un tema que pasó por alto esos libros. Cuando se escribió sobre el crimen de don Eugenio Garza Sada, los libros marcan a estos guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, casi como unos salvadores de la patria. Y mienten con todos los dientes. No tocaron el tema en los libros, que uno de los criminales de don Eugenio era el hijo de doña Rosario Ibarra de Piedra, desaparecido desde aquellos años y hermano de la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, otra piedra en el camino. En sus Memorias, el Fiscal de Hierro, Javier Coello Trejo, tocó ese tema del hijo desaparecido: “Jesús Piedra Ibarra no está desaparecido sino muerto por haber asesinado al empresario Eugenio Garza Sada en septiembre de 1973 cuando el líder empresarial de Nuevo León que habían secuestrado, iba a ser intercambiado por guerrilleros. Dos meses después el hijo de Rosario Ibarra de Piedra fue abatido en Monterrey durante un enfrentamiento con la policía. De ello fue informada la madre, con pruebas, por Oscar Flores Sánchez, el procurador general de la República en el sexenio de José López Portillo. “La señora nunca contó esto, en virtud de que la muerte de su hijo fue su bandera para alcanzar todo lo que posteriormente logró y que es públicamente conocido” dice el autor.

El hecho ocurrido hace casi medio siglo llega hasta nuestros días porque la familia de Jesús Piedra Ibarra ha tenido en este sexenio sus mayores logros: la señora Rosario, recientemente fallecida, fue premiada por el Senado de la República con la medalla Belisario Domínguez, recibida por su hija Rosario Piedra Ibarra, presidenta ni más ni menos que de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en donde por cierto no ha hecho absolutamente nada en los temas de feminicidios o en los crímenes contra críticos y periodistas.

También escribe Coello Trejo sobre un secuestro que conmocionó al país el 28 de agosto de 1974: el de José Guadalupe Zuno, suegro del presidente Luis Echeverría Álvarez.

Al Fiscal de Hierro lo enviaron a Guadalajara a rescatarlo junto con dos policías históricos Miguel Nazar Haro y Florentino Ventura, que catearon media ciudad, ejecutaron numerosas aprehensiones, movilizaron a todos los cuerpos de seguridad y ¿qué creen? Todo fue un cuento inventado por el primer mandatario para aumentar la represión contra la guerrilla urbana.

Tiempos de aquellos comunistas.

EL GRINGO QUE DESAFIA

La bandera de México está latente en las campañas de los republicanos, los demócratas no, porque van con Joe Biden y ese hombre es amigo, los otros son los tira-piedras herederos de Trump. Usarán el Muro y los cárteles de México como bandera de campaña. Uno de ellos, Ron DeSantis plantea atacar a los cárteles mexicanos con drones si gana la presidencia de EE.UU. El republicano afirma que también nombraría a los grupos criminales como “terroristas”, una postura defendida por el ala más conservadora de su partido, que excusaría la entrada del Ejército estadounidense en México. O sea, que aguas.

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ALEJANDRO MAGNO

Alejandro Magno quiso que a su muerte se siguieran los siguientes mandatos:

  1. a) Que su ataúd fuese transportado por los médicos de la época.
  2. b) Que fueran esparcidos por el camino hasta su tumba los tesoros que había reunido durante su vida (oro, plata, piedras preciosas).
  3. c) Y que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, a la vista de todos.

Uno de sus generales, admirado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.

Alejandro explicó:

  1. a) Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.
  2. b) Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros, para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
  3. c) Y quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que venimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.


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