La oportunidad inicia en el aula
En estos días he recorrido nuestro país, reuniéndome y escuchando las inquietudes de las y los mexicanos, quienes me comparten sus preocupaciones en cuanto a seguridad, acceso a servicios y a educación. Conocí a madres y a padres a quienes les preocupa que sus hijas e hijos tengan acceso a una formación de calidad para alcanzar las oportunidades que tal vez ellos no tuvieron.
A nivel mundial, sobran ejemplos de naciones que le apostaron a la educación, y ello detonó la movilidad social, pero también el crecimiento económico del país como competidor global.
Ascender en la escala social, en términos de ingresos, formación, ocupación o riqueza, tiene a la educación como punto coincidente. La educación de calidad es el medio que otorga a las personas las habilidades, los conocimientos y las oportunidades para mejorar su situación socioeconómica. Una mejor educación nos permite ocupar mejores empleos, reducir la desigualdad y ajustar las habilidades que demanda el mercado laboral.
Tengo un gran compromiso con la educación pública, cuya importancia sembraron mis padres en mí, pues querían que sus hijas e hijos nos preparáramos para lograr más. Gracias a su aliento, yo soy producto de esa educación pública y hoy, como catedrático, constato que es la vía hacia la prosperidad y la justicia social.
Como maestro, tengo el enorme privilegio de poder caminar por los pasillos de Ciudad Universitaria y dialogar y escuchar a las y los jóvenes de nuestro país, lo que también me acerca de primera mano a sus preocupaciones y a ser sensible ante esa población dinámica y pujante que, al carecer de oportunidades es presa fácil de la delincuencia organizada o el consumo de drogas. Como mexicano jefe de familia, me preocupan las cifras de la Encuesta Nacional de Adolescentes en el Sistema de Justicia Penal-INEGI 2022 que reporta un aumento del 17% al 30.2% entre 2017 y 2022 de adolescentes que son procesados por delitos de alto impacto (violación, homicidio, portación de armas, posesión de drogas y narcomenudeo). La realidad les asfixia, la falta de posibilidades crea brechas y barreras que demandan soluciones en el presente que les permitan una vida digna.
No podemos dejar al margen a las nuevas generaciones de mexicanas y mexicanos que son el gran potencial de este país y quienes pueden hacer avanzar a éste hacia mejores niveles de desarrollo y bienestar. Para lograrlo, debemos hacer del acceso a una educación pública de calidad la gran prioridad.
Creo en la niñez y la juventud de México, y que con su educación tendrán las herramientas idóneas que impacten de manera positiva en sus condiciones laborales y profesionales que les permitan alcanzar sus metas.
Estoy convencido en la importancia de escucharles, para sumar y poner a las y los jóvenes en el centro de las propuestas, de las soluciones y de las decisiones que hagan de México un mejor país, uno que les permita vivir dignamente con un trabajo remunerado, y seguir capacitándose en sintonía con las demandas laborales del presente y del futuro.
Un México que pueda hacer una revisión crítica del sistema educativo, y avance hacia una oferta de educación pública sin distinción para zonas urbanas, indígenas, rurales o marginadas, y que oferte en igualdad de condiciones la enseñanza de capacidades y herramientas para el aprendizaje a lo largo de la vida. Un México que reivindique el trabajo de las y los maestros como responsables de este aprendizaje.
Sólo así, a través de la educación, podremos revertir las cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que asegura que en promedio las y los ciudadanos de los países miembros creen que seis de cada 10 menores en situación de pobreza continuarán en ella al alcanzar la edad adulta.
Necesitamos revertir la tendencia y hacer que las juventudes mexicanas tengan una oportunidad real de superarse.
¡Esa oportunidad inicia en el aula!
Twitter y Facebook: RicardoMonrealA
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