Por: Jorge Carrasco V.
Los Diablos Rojos han pregonado con bombo y platillo el reciente debut de una serie de jóvenes peloteros mexicanos. Los despistados aplaudirán que un lanzador de 16 años saque un out, o que otro joven tome un turno al bat, como si realmente se les diera oportunidad de competir.
En realidad se trata de una mera maniobra comercial, para cobrar los derechos de formación, si llegan a vender a alguno de esos jóvenes a un equipo de Grandes Ligas, como ocurrió hace algunos años con Roberto Osuna.
Gracias a sus academias, los Diablos habían ido construyendo un cuadro nacional que llegó a hacer concebir esperanzas de que podrían competir con puros nacionales.
Este año, en su afán de salir campeones luego de diez años de sequía, los Diablos echaron por tierra el proyecto, pues con los 20 extranjeros, mandaron a Oaxaca a algunos de sus peloteros nacionales como Roberto Ramos, solo que los Guerreros también tienen 19 extranjeros y destinaron a la banca a los nacionales.
Lo más triste del asunto es que algunos de esos extranjeros como Jorge Rondón, José Briceño o Dyosbel Arias no son mejores que los nacionales banqueados por el manager extranjero Lorenzo Bundy.
Claro que las victorias maquillan esto y los Diablos lucen actualmente como una auténtica aplanadora.
En un claro menosprecio a los rivales Bundy ha mandado a Roberto Salas, Efrén Alvarez o a Máximo Rodríguez a abrir un juego, del cuál son retirados al meterse en problemas, luego de sacar uno o dos outs. En la mayoría de las ocasiones han remontado y ganaron el juego.
En el colmo del choteo, Efrén Villavicencio, un receptor de 16 años de edad. fue colocado de primero en el orden al bat, para poder retirarlo luego de la primera entrada. Ese día hubo justicia y Piratas les ganó el juego 12 a 11.
Con las contrataciones bomba de Trevor Bauer y Robinson Canó los Diablos son favoritos para el campeonato, pero si no lo consiguen será un rotundo fracaso y un desperdicio del talento nacional.
