El mes patrio
Un soldado en cada hijo te dio. Camelot.
Inicia el mes patrio y el último en el sexenio del presidente AMLO, que se va para nunca más volver, bueno, eso dijo, veremos. Husmeo en las notas internacionales y doy un repaso a la otra batalla que viene, la de Estados Unidos, que busca presidenta o presidente, en noviembre.
Llega septiembre, el mes de september morning, la gran canción de Neil Diamond, ese mes del que Pablo Neruda escribió: “Mes de banderas, mes seco, mes mojado, con quince días verdes, con quince días rojos, a medio cuerpo te sale humo del techo, después abres de golpe las ventanas, mes que sale al sol la flor del invierno y moja una vez más su corola temeraria”.
En una página del diario El País encuentro una nota que podría parecer chusca, sino es por el protocolo que allí se ejerce. Cada que visito Washington voy a su Cementerio Nacional de Arlington, voy a ver a los Kennedy, no les llevo flores porque no las permiten, allí donde reposa al lado de su hermano Bobby, un poco cerca, y de Jaqueline.
La tumba de John F Kennedy está alineada con el Monumento a Lincoln cruzando el Puente Memorial de Arlington. Jacqueline Kennedy está enterrada junto a su marido por deseo de ella como viuda que era. Uno llega, compra su tiquete y esperas a que el carrito de la tour te lleve hacia la vieja casa de Robert E. Lee, el comandante que perdió la guerra de Secesión y que le fue comprada para llamarla la Arlington House. Después del asesinato del presidente, su viuda, la primera dama, solicitó una llama eterna para su tumba. Ella se inspiró en la llama eterna en la Tumba del soldado desconocido, en el Arco del Triunfo, en París, Francia, la cual vieron juntos durante su visita a Francia en 1961. Tal vez se inspiró también en la “vela en el viento” de la leyenda de Arturo y en la obra de teatro de Broadway Camelot.
Hay también gente famosa, un Memorial dedicado a aquellos astronautas que fallecieron en el transbordador Challenger de la NASA, en 1986, incluida aquella maestra querida del pueblo, Christa McAuliffe. Pues allí pasa uno parte de la mañana recorriendo tumbas, viendo el resplandor de la hierba y, si hay nevadas, capotear con la nieve. Arriba, donde se mira el Potomac, hay una Guardia que honra la memoria de todos los caídos. Cada hora hay un cambio de Guardia, soldados marines vestidos de gala hacen el ritual. Hay que verlo pero con respeto y guardar silencio. Es la Tumba del Soldado Desconocido, donde reza el lema: “Aquí yace un soldado, solo conocido por Dios”.
Sucede que la anécdota de la nota es que, ahora que llegó el locochón Donald Trump, su equipo quiso filmar en zonas prohibidas un comercial de campaña. Le dijeron, cálmate, manito, aquí no se puede, como diría Minga, una gente de mi pueblo. El País: “La cosa se torció cuando el séquito que lo acompañaba quiso grabar al expresidente y candidato republicano a las próximas elecciones en una zona restringida.
Las leyes federales que rigen el cementerio, situado frente a Washington, al otro lado del río Potomac, prohíben las filmaciones en sus terrenos con fines electorales. Una empleada del camposanto, que gestiona el Ejército, se acercó para recordárselo y, según trascendió, primero a través de la radio pública NPR, recibió las malas palabras y los empujones de dos colaboradores de Trump. El incidente se puso en conocimiento del departamento de policía de la Base Conjunta Myer-Henderson Hall, pero la trabajadora en cuestión “decidió no presentar cargos”, por lo que el Ejército, se pudo leer el jueves en un comunicado, “considera este asunto cerrado”. Menos mal, porque allá, quien infringe la ley Va pa’ Yuma, cono diría un cuenqueño.
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