El grito orizabeño
De Machado: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos”. Camelot.
Suelo no ir casi nunca a los gritos, los veo mejor en tele, pero este en Orizaba tenía un buen ingrediente, sería para el pueblo y por el pueblo en el antiguo Toreo la Concordia, hoy Centro de Espectáculos, allí donde daba sus paseíllos con los toreros el siempre bien recordado empresario Luis Gutiérrez Príncipe, que se debe alegrar desde el cielo cada que ve a su coso totalmente lleno. Pues allí me tenéis a las 10 de la noche llegando y viendo la festividad. La algarabía del pueblo en celebrar su Grito. El alcalde JM10 y su Cabildo, bien bañaditos y trajeados esperaban la señal de las 11 de la noche. Uno merodeaba en ese toreo, allí saludé a Roberto (Bobby) Diez Pírez, ya repuesto en su totalidad de salud, que iba a ver a su padre dar otro grito, de los quién sabe cuántos ha dado, más que López Obrador sí. Todo era en las gradas, las bandas militares hacían honores a la Bandera. Cuando fue anunciado, Juan Manuel recibió una gran ovación en reconocimiento a su buen gobierno, que la gente le reconoce. Muchos ya quisieran presumir esa ovación y aplausos. Al terminar, la gente se quedó en sus lugares y esperaron la presentación del Grupo musical que les animaría. Después, fuimos al lado en un lugar llamado El cuarto tercio, donde Ángel y su señora atienden con comidas de mariscos, que son todo un éxito. Ahora hubo comida mexicana: garnachitas, pozole, tostadas, memelas, muy orizabeño. Pues allí nos congregamos al sonoro rugir del hambre y con unas dos o tres memelas y una chela, porque luego caen pesadas, transcurrió la noche hasta la una de la madrugada, cuando abandoné ese comedero. El alcalde tuvo de invitados especiales a los herederos de la Fundación Mier y Pesado, que vinieron a esta Orizaba para presentar la colección de más de un siglo de antigüedad de los Duques de Mier, ese matrimonio que aquí construyó el que era Asilo Mier y Pesado y ahora es Polifórum, rescatado y comprado por el ayuntamiento de Juan Manuel para entregárselo al pueblo como un centro de cultura y espectáculos. La familia, complacida le entregó un reconocimiento al alcalde y uno les reconoce porque aun su Fundación le da vida a esos viejecitos del Asilo Mier y Pesado, en otro sitio con más comodidad y buen nivel de vida, donde viven sus últimos años bien vividos. Se agradece.
LA MUERTE DE ANDRE MARIN
En la práctica, todos los comentaristas deportivos son rivales con sus empresas. Cada uno trata de hacer lo mejor que pueden y tienen. Pero en la desolación, la amistad y el dolor los hermana. Murió André Marín Puig, un comentarista deportivo que nació en esa camada de José Ramón Fernández, que tiene muchos hijos en ese medio deportivo, donde sentaron una escuela y hoy laboran, unos por aquí, otros por allá, pero siempre brindando la capacidad suya. A su muerte, después de una terrible enfermedad que le vino desde la pandemia, cuando una bacteria lo atacó y tuvo que someterse a dos trasplantes de pulmón, todos sus colegas estuvieron pendientes de su salud, en solidaridad alguna vez pidieron plasma para André. Pero la muerte vino por él y, como escribió el poeta: “Si la muerte pisa mi huerto, quien le pondrá un lazo negro al entreabierto portal”. A todos ellos enlutó, a Faitelsson, a Joserra, a Latti, Orvañanos, Toño de Valdés, a todos los que de una u otra forma convivieron con ese comunicador, a quien llamaron gran amigo ausente. Hoy el mundo de los deportes de comentaristas está de luto. Guardaron un tiempo de luto y André siempre será recordado, como lo que dicen que era, un gran amigo. Descanse en paz.