El encontrón AMLO contra Zedillo
* El ex le salió más que respondón
* Aunque sí logró otra distracción
“Ahora que viene Zedillo, gestión, 1995-2001, me gustaría hacerle tres preguntas”: fueron cinco cuestionamientos los que lanzó López Obrador en su conferencia el martes pasado desde Palacio Nacional. Muchos prevenimos, al conocer su estilo de amedrentar, que fue una advertencia contra el ex mandatario del país
“¿Por qué convirtió las deudas privadas de unos cuantos en deuda pública? El Fobaproa. Lo segundo, porque una reforma de pensiones en donde el trabajador, al jubilarse, no iba a recibir ni el 50% de su salario. ¿Qué lo llevó a dañar a los trabajadores?
a tercera, sobre el salario mínimo y por qué no aumentó en su gobierno, y, agregó una más: “¿Por qué desapareció trenes de pasajeros y se fue a trabajar a la empresa de EU a la que le entregó los ferrocarriles?”. Así intentó frenar al ex mandatario que en efecto, salió del país y guardó silencio.
Con ese reto ampliamente difundido por los medios afines y los que están en calidad de independientes, redes sociales y más órganos de comunicación se multiplicaron los cuestionamientos del mandamás del país.
Llegó Zedillo y respondió puntual al reto presidencial, sin mencionarlo: “Cada vez que algún político quiere insultar a alguien le dice neoliberal”. No hubo quien dudara a quien dirigió sus palabras, que resonaron con furor en Palacio.
Zedillo respondió de manera velada pero a la vez muy clara, como orador principal en un foro empresarial, con directriz del eje central de su ponencia: “Ha sido el riesgo de los gobiernos populistas. “Cada que algún político que no entiende y quiere insultar a alguien, le dice neoliberal”. Se aclaró quien era el destinatario.
Zedillo llamó a la ciudadanía a defender la democracia y frenar “el avance de los regímenes populistas”: “Para tener democracia, necesitamos tener ciudadanos que crean en ese sistema, no podemos tener seguidores de culto, fanáticos retrógrados” fue el último dardo del expresidente.
Pero AMLO, logró su cometido de distracción, que ha sido su marca, ayer, declaró en contra respuesta: Ernesto Zedillo, “es un representante de la oligarquía” y su gobierno fue faccioso, no fue democrático sino una fachada de democracia porque se dedicó a rescatar a los de arriba de la crisis y no a proteger al pueblo, durante su Mañanera al ser cuestionado por los dichos del ex mandatario.
Respuesta que sonó ramplona y debilucha por su carencia clara en su retórica que ha sido repetitiva en cada año de su gobierno y no da para más. Cansó desde hace rato.
El presidente, es un hábil embaucador, utiliza sus pleitos para intentar desviar la avalancha de señalamientos que él promueve con sus acciones en el ensayo de despistar la atención, por las acciones de sus hijos que han actuado como los coyotes del sexenio de papá impunemente, amén de otros familiares, hermanos y primos con toda deshonestidad.
“No mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”; su frase repetitiva que resultó una mentira más de los miles que ya suma en sus más de cinco años en el poder. La historia no perdona y el sello de mentiroso no se lo quitará jamás.