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El derecho divino

El derecho divino

El derecho divino
Por: Vladimir Galeana Solórzano

Siempre me ha encantado colocar en algún lugar de mis colaboraciones periodísticas el ejercicio destructivo del inquilino de Palacio Nacional. Para decirlo más claro, Andrés Manuel López Obrador se ha empecinado en destruir lo que los mexicanos hemos construido con nuestro trabajo, nuestra decisión, y nuestra capacidad para afrontar los más grandes retos que nos ha deparado la vida.

Andrés Manuel López Obrador se piensa que es el mejor de todos los hombres que han detentado el poder, pero nuestra realidad va en sentido contrario a lo que él piensa y concibe, porque hasta ahora lo único que podemos señalar es que su voluntarismo es su más preciada arma para determinar lo que significa el bien y el mal, aunque vaya en sentido contrario a lo que pensamos la mayor parte de los mexicanos.

Médico es un país de leyes, y las leyes se tienen que respetar, y no está exento el Presidente de la Republica, porque es el principal promotor de la legalidad y quien juró guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanan, y por si no lo ha entendido, esa es su principal tarea y no andar violentando las leyes, porque esa abjuración que ha estado realizando lo sitúa en la ilegalidad y pudiera ser incriminado en cualquier momento.

Lo que tiene que entender el Presidente de la Republica que este país es un país de leyes que todos debemos obedecer y no un país de chocolate como el piensa que lo puede hacer para mangonear leyes a su libre albedrío. Que le quede claro que no detenta un derecho divino, sino un derecho como los que tenemos todos los mexicanos que somos respetuosos de nuestro entramado legal.

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Que no le gusten las leyes no quiere decir que las puede violar o violentar, y mucho menos realizar actos que sean contrarios a ellas, porque no es un Reyezuelo para que su voluntad sea la única que se deba respetar. Sus caprichos han rebasado nuestra institucionalidad y eso quiere decir que tiene que ser incriminado por violar su juramento de guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El problema mental que tiene el señor López obrador es que no entiende que todo lo que empieza termina, y su mandato está a unos meses de fenecer, y los mexicanos estamos ahora incluidos en la gran masa de hombres y mujeres que votarán por las opciones más cercanas a sus aspiraciones y necesidades, pero, sobre todo, en la mística de elegir a quienes nosotros creamos que sean los que pueden llevarnos a otros estadíos en los que alcancemos nuestros más caros anhelos. El derecho divino que piensa que detenta, no existe, porque la aplicación de la ley estará esperándolo cuando deje de tener fuero, así de simple. Al tiempo.


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