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EL COMO ESCRIBIR

EL COMO ESCRIBIR

LOS DIAS INCIERTOS

Nada como la libertad. Camelot.

Suele uno discurrir, cuando se escribe casi a diario, a qué hora se comienza a preparar el trabajo del día. Un periodista español decía que, cuando se bañaba, comenzaba a pensar qué escribiría ese día. Cada escritor tiene su forma y estilo, Hemingway lo hacía de pie. Con su estatura de gigantón tenía una mesa como de barra de antro, de esas redondas, y ahí ponía su máquina. El autor de Por quién doblan las campanas y El Viejo y el mar, “se ponía de pie con sus grandes mocasines de piel gastada, con la máquina de escribir y el atril a la altura del pecho… tan solo se movía para cambiar el peso de un pie a otro”, según George Plimton, No es el único escritor del que se sabe que prefería trabajar de pie.

Vladimir Nabokov también lo hacía, según afirmó él mismo en una exclusiva entrevista en la televisión francesa con Bernard Pivot: “Me levanto entre las seis y las siete, y escribo con un lápiz bien afilado, de pie, ante el atril, hasta las nueve.”. También Lewis Carrol, que en sus últimos años sufría de jaquecas, epilepsia y tenía una rodilla mala, siguió hasta el final con su costumbre de permanecer de pie mientras escribía. Otros célebres autores que escribían de pie son Thomas Wolfe y Philip Roth. Gabriel García Márquez demoró mucho en jubilar su vieja máquina y tomar una lap top o computadora, se negaba, era de aquellos que escribían a la antigua, en lápiz y luego pasaban a máquina el trabajo. Una Smith-Corona modelo 1957, que, según cuentan, fue la que utilizó para escribir Cien Años de Soledad. Cuando visité La Habana fui de picnic turístico a la literatura, le pedí al guía Ciro me llevara a Finca Vigía, la casa donde vivió Ernest Hemingway y que, contra lo que se ha dicho, solo una vez se entrevistó con Fidel Castro, una.

Es una finca que está un poco a la salida de la ciudad y llegas entre la maleza y tienen allí todo en orden, el gobierno lo convirtió en Museo, la cama donde dormía, sus máquinas de escribir, aquella lancha que tenía para navegar, donde se inspiró en El Viejo y el Mar, ganó el Nobel por su trabajo, allí mismo se encuentra una alberca grande que, solía platicar Hemingway, era la favorita de algunas estrellas de Hollywood invitadas por él mismo. Cuando llegaba un amigo, le decía: “Toca el agua, para que sientas la piel desnuda de Ava Gardner”, pues así nadaba en Cuba ese monumento llamado El animal más bello del mundo, encuerada. Desnuda, pues. Cuento esto del escribir, porque llegó la noticia que el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa quizá recobre la libertad pronto.

Iba bien su caso, pero el metiche de Cuitláhuac lo quiso empinar más y le asestó una denuncia de ‘desaparición forzada’, ya saben ustedes cómo era este gobernador habilón, inventaba delitos y te metía prisión preventiva o hacía que te defendieras desde adentro. Duarte ganó ese round. La historia lo juzga y algunos piensan que se han ensañado con él, hay muchos que hicieron cosas peores y andan fuera, y fue traicionado por Osorio Chong y Enrique Peña Nieto, que le mandaron un emisario a Guatemala para que se entregara y purgaría poco tiempo. Ni hablar, si sale muy seguro toma el primer vuelo a Londres, donde vive su esposa y sus hijos que mucho le extrañaran.

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