“El cambio climático es la mayor amenaza para nuestra existencia en nuestra corta historia en este planeta. Nadie va a comprar nuestro camino al futuro fuera de él” Mark Ruffalo
Prospectiva
Lo ocurrido en las costas de Guerrero con un saldo de pérdida de vidas humanas y de incalculables pérdidas materiales que, desde luego, no se pueden constreñir a los daños en el Puerto de Acapulco y su infraestructura turística que tardará buen tiempo en recuperarse, sumado a los daños no calculados aún ocasionados a las familias que no sólo han perdido sus casas y sus efectos personales, también sus fuentes de empleo porque el fenómeno hídrico que arrasó con los grandes y bien estructurados inmuebles, con mucha mayor virulencia lo hizo con las casas y negocios familiares.
Hemos escuchado muchas cifras que intentan cuantificar una desgracia cuando, por experiencia, sabemos que esos datos son tan imprecisos como plantear un tiempo de recuperación, de un volver al punto de partida. Por ello, lo más adecuado es establecer acciones coordinadas entre los gobiernos federal, estatal y municipales, y de estos con los sectores empresariales.
No caben en estos eventos los intentos siempre presentes de “llevar agua al molino” de personas o partidos. Lamentable que la polarización acrecentada por la cercanía de proceso electoral lleve a los grupos opuestos al gobierno de Andrés Manuel López Obrador a construir narrativas cuyo objetivo está claramente orientado a desgastar al gobernante, como si con ello la candidata del grupo opositor pudiera recuperar camino ante la evidente caída de una popularidad inflada con millonarias cantidades de dinero.
Es tiempo de trabajar por México y no contra México que es lo que hacen los que se empeñan en ponderar los errores, los desaciertos que en este tipo de tragedias suelen estar siempre presentes. No es tiempo de acusar, sino de encausar esfuerzos para que la recuperación, no solo de Guerrero, sino de otras entidades que colindan con el Océano Pacífico que han sido afectadas en esta temporada de huracanes y ciclones cuya virulencia es cada día mayor.
Es tiempo de analizar el futuro con los ojos y el corazón puestos en la tragedia que viven los pobladores de las entidades siniestradas. En Tabasco sabemos muy bien de ello. Como nos sucedió a los que aquí vivimos, el abrazo solidario y las ayudas sirven para revertir un escenario caótico que siempre dejan eventos de este tipo en cualquier punto del planeta.
Quienes gobiernan hoy, pero sobre todos los que quieren gobernar mañana, deberán tener en su hoja de ruta enfrentar los excesos del cambio climático que no se detienen per se con políticas públicas, pero que sí pueden con estrategias que pasan por generar conciencia de lo que está en riesgo: la pervivencia del planeta.
Que los efectos del cambio climáticos son tan viejos como el planeta, es un planteamiento irrebatible, pero lo que también es irrefutable que desde hace un poco más de dos centurias los seres humanos hemos hecho todo lo necesario para empujar al planeta al colapso. Por el momento, sin duda hay que atender la emergencia. ¿Alcanzarán los recursos para revertir la tragedia? Sin duda que no, pero esa es la tarea inmediata.
Lo que no está a discusión es que debemos enfrentar los retos del cambio climático es crucial por diversas razones: El aumento de temperaturas puede intensificar las olas de calor, provocando enfermedades y muertes. También puede favorecer la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y la malaria.
El aumento del nivel del mar y eventos climáticos extremos pueden desplazar a comunidades enteras, llevando a crisis migratorias. La escasez de recursos naturales, como agua y tierras cultivables, puede desencadenar conflictos entre comunidades o incluso países. Las infraestructuras actuales pueden no ser adecuadas para enfrentar eventos climáticos extremos, lo que requeriría inversiones significativas para adaptarse.
Cambios en patrones de lluvias y temperaturas pueden afectar la producción agrícola, llevando a la escasez de alimentos y al aumento de precios. Zonas que dependen del turismo, como las costeras, podrían verse afectadas por la elevación del nivel del mar o eventos climáticos extremos. El valor de propiedades en zonas vulnerables puede disminuir debido a riesgos asociados al cambio climático.
Si no se enfrentan estos retos, podríamos ver un mundo con mayores desigualdades, conflictos por recursos, desplazamiento masivo de poblaciones y una economía global inestable. Es esencial actuar ahora para evitar consecuencias más graves en el futuro.
“Lo que necesitamos en este momento de crisis es liderazgo audaz y visionario” Greta Thunberg
La Agenda 2030 de la ONU, que establece los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es esencial para el cambio climático y otros desafíos globales debido a las siguientes razones:
La Agenda 2030 aborda el cambio climático en el contexto más amplio del desarrollo sostenible, reconociendo la interconexión entre la erradicación de la pobreza, la equidad y la protección del medio ambiente. Estamos en un momento crítico para evitar los impactos más catastróficos del cambio climático. Cumplir con los objetivos para 2030 nos pone en un camino más seguro para el futuro.
La Agenda 2030 es un marco global aceptado por 193 estados miembros de la ONU, lo que demuestra un consenso internacional sobre la importancia y urgencia de estos desafíos. Es necesario fomentar la cooperación. Los ODS promueven la colaboración entre países, sectores y actores para abordar desafíos compartidos, lo que es especialmente crucial para problemas transfronterizos como el cambio climático.
Además de abordar la reducción de emisiones, la Agenda 2030 también se centra en aumentar la resiliencia de las comunidades frente a los impactos del cambio climático, especialmente en países y regiones vulnerables. La agenda promueve un desarrollo que no deje a nadie atrás, asegurando que las comunidades más vulnerables, que a menudo son las menos responsables del cambio climático, estén protegidas y empoderadas. Los ODS pueden actuar como catalizadores para la innovación, alentando a las empresas y gobiernos a desarrollar soluciones sostenibles y tecnologías limpias.
La Agenda 2030 incluye mecanismos para monitorear y revisar el progreso, lo que ayuda a garantizar la rendición de cuentas y la adaptación de estrategias conforme sea necesario. Cumplir con la Agenda 2030 no solo es fundamental para abordar el cambio climático, sino también para construir un mundo más justo, resiliente y sostenible para todos.
¿Seguirán los negacionistas cerrando los ojos y negando los daños que el cambio climático está generando al planeta? ¿Seguiremos dando prioridad a las energías fósiles o entenderemos que hay que dar el paso hacia adelante en materia de las energías limpias? La pregunta está en el aire, un aire contaminado de CO2.
“La educación es un factor indispensable para que la humanidad pueda conseguir los ideales de paz, libertad y justicia social” Jacques Delors
Atendiendo la honrosa invitación de la Sociedad Mexicana de Ingeniaría Biomédica (SOMIB), presenté,a nombre de la Universidad Olmeca una conferencia en el marco de su XLVI Congreso Nacional de Ingeniería Biomédica realizado del 2 al 4 del mes en curso en nuestra ciudad capital.
Partió esta charla con un numeroso grupo de estudiantes y profesionales de la ingeniería Biomédica, que un día antes escucharon al tabasqueños Juan Antonio Ferrer, subsecretario de Salud federal ratificarles la importancia que para el sector conlleva la formación y participación de los ingenieros biomédicos con una pregunta:
¿Habrá nuevas pandemias en nuestro futuro? Desde luego que sí. La pandemia por la COVID 19, fue, como la define Almudena Grande, en su obra póstuma “Todo va a mejorar”: “Un gran apagón”, un encierro al que nos condenó la pandemia. “Un gran apagón que provocó un acceso limitado a internet pero que, al tiempo, vaya paradoja, incentivó “la libertad ilimitada de comprar y consumir.”
Como en “Un Mundo Feliz”, de Aldous Huxley, “Todo va a mejorar”, no es un libro que proponga una utopía, por el contrario, es una distopia, un antónimo que plantea un mundo imaginario no necesariamente favorable. El libro de Almudena Grande ilustra el peor escenario posible de una sociedad del futuro, como lo hiciera George Orwell en “1984”.
Dada la magnitud y el impacto global de la pandemia, es natural que la biomedicina haya adquirido una relevancia aún mayor en el mundo post-pandémico. La pandemia mostró la necesidad de una respuesta rápida a amenazas de salud global. La biomedicina fue fundamental para desarrollar, probar y distribuir vacunas en un tiempo récord.
Se intensificó la investigación en terapias, diagnósticos y tratamientos relacionados con el virus y sus complicaciones. Lo que es incuestionable es que la biomedicina tiene un papel crucial en la prevención de futuras pandemias, a través de la vigilancia, detección temprana y el estudio de patógenos potencialmente peligrosos. La pandemia elevó la conciencia sobre la importancia de la salud global y cómo enfermedades en un lugar pueden afectar al mundo entero.
La necesidad de soluciones rápidas y eficaces puso de relieve la importancia de la colaboración entre diferentes disciplinas dentro de la biomedicina, como la virología, inmunología, genómica, entre otras. Se evidenció la urgencia de fortalecer la infraestructura de investigación y aumentar el financiamiento en biomedicina para estar preparados ante futuros retos.
Con el distanciamiento social y la necesidad de reducir el contacto físico, la telemedicina y otras tecnologías relacionadas tuvieron un auge y demostraron ser herramientas valiosas. La biomedicina también se volvió más visible para el público en general, lo que llevó a una mayor comprensión y apreciación de su importancia en la sociedad.
Las universidades que quieran prevalecer, no por un simple afán de captar matrícula, sino para garantizar la pertinencia de sus instituciones, deben apostar al futuro hoy. La vinculación nacional e internacional es un componente insoslayable. La Universidad Olmeca está poniendo en ello un especial énfasis, sin descuidar la educación presencial, la híbrida, sincrónica y asincrónica, la educación a distancia, siempre cumpliendo con los estándares que establecen las autoridades educativas, sí, pero poniendo la vista en los retos de la Revolución Industrial 4.0.
Este importante foro nos obliga a repensar sobre los retos de la educación superior en relación con la relevancia de la ingeniería biomédica en nuestro tiempo. Las instituciones de educación superior deben, entre otras cosas: Proporcionar una educación que combine principios de ingeniería, biología y medicina, asegurando que los estudiantes entiendan tanto las técnicas de ingeniería como las aplicaciones médicas.
Además, deben facilitar la participación de los estudiantes en proyectos de investigación, permitiéndoles aplicar la teoría a problemas prácticos para estar a la vanguardia de la innovación.Irrenunciables es inculcar en los estudiantes un sentido de ética y responsabilidad, ya que trabajarán en un campo que afecta directamente la salud y bienestar de los seres humanos.
De igual manera, debemos proporcionar laboratorios y equipos actualizados para que los estudiantes puedan aprender y experimentar con tecnología de vanguardia. Es fundamental establecer vínculos con hospitales, clínicas y empresas para que los estudiantes puedan obtener experiencia práctica y comprender las necesidades reales del campo.
Dada la rápida evolución del campo, las Instituciones de Educación Superior debemos ofrecer oportunidades para la educación continua y la actualización de habilidades, al tiempo que fomentar la colaboración con otras disciplinas, como medicina, biología, física, entre otras, para que los estudiantes puedan abordar problemas desde múltiples perspectivas.
Además de habilidades técnicas, las universidades debemos enfatizar la importancia de habilidades de comunicación, trabajo en equipo y resolución de problemas. Las microcredenciales, que no sustituyen al currículo formal, son una valiosa herramienta para fortalecer estas competencias.
Las Instituciones de Educación Superior debemos facilitar oportunidades para estudios o prácticas en el extranjero, conferencias y seminarios internacionales, y colaboraciones con universidades de otros países, preparando a los educandos para ser flexibles y adaptarse a los cambios tecnológicos y del mercado. En síntesis, la responsabilidad principal de las universidades es preparar a los ingenieros biomédicos para ser profesionales competentes, éticos y capaces de contribuir significativamente al avance del campo y al mejoramiento de la salud humana.
El futuro es hoy. La pandemia evidenció faltantes para atender a la sociedad global y garantizar su derecho a la salud. La pregunta que hoy nos debemos hacer, gobiernos, sector privado, sector educativo y sociedad civil, es si debemos esperar a una nueva pandemia, que seguro llegará, o trabajar de manera colaborativa para el desarrollo, la innovación y la aplicación de nuevas tecnologías que den esperanza a la sociedad global que la definición más sencilla de salud, ausencia de enfermedad, es posible de alcanzar.
“La educación es un factor indispensable para que la humanidad pueda conseguir los ideales de paz, libertad y justicia social” Jacques Delors
Los futurólogos no anticiparon una pandemia como la que hemos padecido. Esta crisis sanitaria adelantó el futuro y lo hizo presente. Muchos paradigmas se modificaron a la luz de nuevos escenarios. En lo educativo, los cambios fueron necesarios, sobre todo para las instituciones de educación superior, responsables de la formación de recursos humanos que sean pertinentes con los requerimientos de los empleadores que hoy demandan competencias específicas.
Andrés Oppenhaimer en su libro “¡Sálvese quien pueda!” (Debate. 2018) centra su planteamiento en el futuro del trabajo en la era de la automatización. Basado en los pronósticos de dos investigadores de la Universidad de Oxford, construye una narrativa orientada a plantear el desplazamiento o desaparición de cientos de actividades profesionales condenadas a la desaparición por los robots, las computadoras y la inteligencia artificial.
Se pregunta si estamos a un paso de un mundo de desempleados, para inmediatamente lucubrar sobre el futuro de muchas profesiones: periodistas, restauranteros, banqueros, abogados, contadores, y hasta de profesionales de la salud que con la pandemia evidenciaron su necesaria existencia y la urgencia de formar más profesionales de la salud luego de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, entre ellos, los ingenieros biomédicos.
Para Oppenhaimer el trabajo docente también está en riesgo; pronóstico que contradijo la pandemia que obligó a los maestros a adecuarse a los nuevos tiempos, a la educación a distancia, sincrónica o asincrónica. Me parece descabellado pensar que los docentes serán desplazados por un robot o por una computadora.
Sumó en esta relación de empleos en riesgo a los trabajadores manufactureros y hasta los transportistas. Los primeros han tenido que enfrentar, el parón de la economía que conllevó el cierre de muchas empresas y el consiguiente despido de muchos trabajadores. La fractura de las cadenas de producción provocó el desabasto de muchos productos lo que derivó en una escalada de precios que hoy padecemos a nivel planetario.
Los trabajadores manufactureros que perdieron su empleo, para obtener otro, deberán adquirir nuevas competencias. Esta necesidad deberá ser atendida por el sector educativo, en especial por las Instituciones de Educación Superior mediante las llamadas micro credenciales y las certificaciones como las que otorga CONOCER de la SEP.
En lo que a los transportistas se refiere me parece muy difícil que el movimiento de cosas y de personas se realice en vehículos no tripulados. Se seguirán requiriendo choferes y personas especializadas en la logística necesaria para el movimiento de mercancías.
La cuarta revolución industrial es una realidad inobjetable. Su dinámica es acorde a los nuevos tiempos, acelerados por los vientos de cambio que la pandemia y la crisis económica trajeron consigo. Ver el futuro a través del espejo retrovisor no solo es un error, es un suicidio que nos llevaría al colapso colectivo, y con ello a la desaparición de la sociedad sustentada en el “homo laborius” y en el “homo sapiens”.
Sí, es el tiempo de la inteligencia artificial, del internet de las cosas, de la robotización como la profetizaba Aldous Huxley, pero ello no justifica que se renuncie a la inteligencia humana en aras de darle preeminencia a la holganza, dejando a las máquinas conducir la nave a lo que se podría llamar un “futuro feliz”. Debemos entender que el ser humano, los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, requieren necesariamente reinventarse. Tienen que “aprender a convertirse”, lo cual es posible solo a través de la educación.
“El verdadero propósito de la educación superior es hacer del estudiante un ser humano completo” UNESCO
A principios de octubre próximo pasado, en el marco de la Asamblea General de FIMPES, organización que agrupa a instituciones particulares de educación Superior (el 54% de matrícula de la educación privada que hoy imparten más de 3 mil instituciones en todo el país, cerca de 90 en el estado de Tabasco) tuve la oportunidad de escuchar la participación en un panel sobre “Las universidades del futuro”, a Daniel Hernández, al que me une una vieja amistad. Daniel es parte de la Escuela de Gobierno y Transformación Política del Tecnológico de Monterrey.
Debido a esa disertación me permití invitarlo a realizar un Diálogo con la Comunidad Olmeca que pronto se difundirá por redes sociales y a través de TVT: En este diálogo quien es parte importante de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del propio Tecnológico de Monterrey, parte del planteamiento de que “la educación superior de México enfrenta antiguos retos que se están agravando con nuevos dilemas”. Por la importancia de sus planteamientos, fundados en su conocimiento del sector, me permito incluir un resumen de los mismos en esta Prospectiva.
“Desde hace una década, la cobertura de educación superior, esto es, la oportunidad de que la juventud pueda seguir estudios universitarios se contempló que alcanzara 50% para 2024 (calculado como la matrícula inscrita respecto de las personas de 20 a 22 años de edad de México). Hoy en día estamos lejos de ese objetivo y la última cifra de cobertura es de 44%.
Parte de este fenómeno fue el rompimiento de trayectorias escolares por los efectos de COVID, aunque también hay un efecto de un freno desde hace 5 años en el crecimiento del alumnado del nivel educativo previo, la educación media superior.
Un asunto que debemos considerar es que, si se compara la situación previa a la pandemia y los últimos datos disponibles, ciclos 2019-20 y 2022-23:
a. La matrícula de mujeres ha seguido creciendo y la de los hombres se ha estancado (o incluso disminuido en las IES públicas -escolarizada, mixta, no escolarizada; sin Normales u Otras IES).
b. Ha aumentado más en las IES privadas
c. Se han continuado ampliado los “lugares ofertados por las IES”, pero más en las privadas
d. Han caído las solicitudes de ingreso de hombres en IES públicas, no así las de las mujeres
Así, hay temas de recursos para “espacios” en las IES públicas, ya que solo aumentaron 2.8% entre los dos ciclos, pero también hay un efecto de demanda que se ha reducido, especialmente en los hombres.
Un segundo reto es las desiguales oportunidades de participación en las universidades. Las entidades con mayor pobreza en México, ubicadas en el sureste del país, como son Chiapas, Oaxaca y Guerrero, tiene niveles de cobertura entre solo 21% a 24%, mientras en entidades como Nuevo León tienen una cobertura de 56%.
Además, en más de una década está situación en el sureste ha cambiado muy poco: por ejemplo, en Chiapas la cobertura de educación superior apenas aumentado de 18% en 2010 a 21% en 2022. En esos mismos años, en Nuevo León pasó de 36% a 56%.
Un tercer reto tiene que ver con la equidad. Las oportunidades de educación superior en México son muy desiguales entre jóvenes de hogares de distinto nivel de ingreso. Así, en 2022, de todos los jóvenes de 18 a 22 años del Quintil de Ingresos menor (20% de los hogares con menores ingresos), 18% están cursando estudios superiores. En comparación, en el Quintil de Ingresos más alto esta proporción es de 57%.
En esta situación seguramente influye la falta de becas adecuadamente dirigidas a jóvenes de hogares con más carencias, pero también deben ser relevantes los niveles de menor logro de aprendizajes de jóvenes que cursaron sus estudios secundarios o de educación media superior en escuelas de menor calidad educativa y que no cumplen con los criterios académicos para seguir estudios en las universidades. Para revertir esta limitante la tarea de mejora de los aprendizajes en niveles educativos previos es clave. Las pocas evaluaciones rigurosas que se tienen las han realizado las autoridades de algunos estados (y agradecemos la posibilidad que nos han dado de acompañarlos) y reflejan enormes retos en comprensión lectora, que es una competencia fundacional de aprendizajes y desarrollo personal y laboral.
Y debemos reconocer que lo “público” tiene costos privados. En 2022 un hogar con personas en IES pública gasta al año 13,200 pesos. Un hogar con un estudiante en una IES privada reporta un desembolso anual de casi 52 mil pesos (en Tabasco los datos registrados son un poco menores: 11,170 y 38,136 pesos al año, respectivamente).
Un aspecto crítico de la educación superior de México sigue siendo la alta concentración de estudiantes en carreras «tradicionales”. Las 10 carreras con mayor matrícula son (en orden descendiente): Administración de empresas, Derecho, Ingeniería industrial, Electrónica, automatización y aplicaciones de la mecánica-eléctrica, Enfermería general y obstetricia, Medicina general, Formación docente, Contabilidad y fiscalización, Psicología y Negocios y comercio.
Como es claro, solo dos de ellas corresponden a las áreas de ingeniería y tecnologías.
Aunque existe prácticamente paridad de género en la matrícula universitaria, de hecho 53% son mujeres, la presencia de ellas es menor precisamente en las áreas de ingeniería y tecnología. Así, en ingeniería industrial hay una mujer por cada dos hombres; en Electrónica, automatización y aplicaciones de la mecánica-eléctrica, hay una mujer por cada siete hombres y en Desarrollo de software hay una mujer por cada tres hombres. Precisamente estas áreas son las que se vinculan a los empleos de mayor productividad, lo que implica menores oportunidades de buenos salarios para las mujeres profesionales.
En la educación superior de México hay una enorme heterogeneidad de calidad educativa. Si se consideran dos carreras con alta demanda académica, como son administración e ingeniería industrial, durante el ciclo 2021-2022, se puede ver una diversidad de logros a partir de pruebas de conocimientos disciplinares profesionales denominadas EGEL (Examen de Egreso de la Licenciatura). En Administración, de 139 Instituciones de Educación Superior (IES) participantes, en 94 de ellas 50% o más de los alumnos que concluían sus estudios tenían “testimonios no aprobatorios”. Por el contrario, en 3 de ellas la proporción de estos “testimonios no aprobatorios” era menor a 10%.
En Ingeniería industrial, se tienen resultados para 70 IES. De éstas, en 32 la mitad o más de los estudiantes que terminaron sus cursos estudios tenían “testimonios no aprobatorios”. Y en el otro extremo hay 5 IES con este programa donde la proporción de alumnos con “testimonios no aprobatorios” era menor a 10%.
La calidad y pertinencia de la educación se impulsa al vincular investigación con enseñanza en las IES. Pero las actuales políticas de apoyos a la ciencia no parecen comprender esto, o no les importa. Las decisiones discriminatorias de restricción de becas y de apoyos a los investigadores de IES privadas implica nuevos desafíos que las IES atenderán con creatividad (aunque con restricciones de “paso del costo al consumidor” que no sé si es lo que piensan en el CONAHCYT). Pero también está afectando a las IES públicas de forma severa. Y esto puede afectar la calidad de la educación.
En el mundo contemporáneo se destaca casa vez más no sólo el desarrollo de competencias disciplinares o profesionales, sino también de habilidades blandas o del Siglo XXI. Entre los empleadores se identifican como carencias que tienen los egresados de la educación superior habilidades de pensamiento analítico y el pensamiento creativo que se consideran las más demandadas en diferentes industrias, ya que la interacción entre el ser humano y la tecnología se convierte en un aspecto fundamental en el desarrollo tecnológico. La creatividad también se posiciona como una habilidad esencial demandada en este nuevo escenario laboral, a la que le siguen la capacidad de pensar de manera innovadora y generar soluciones creativas. Otras habilidades que se suman son la negociación y la flexibilidad que permiten adaptarse a los cambios y trabajar eficazmente en entornos colaborativos.
Aunque en la educación superior de México las IES privadas tenemos una participación de más de 30% en los estudios universitarios y tenemos el 64% de la matrícula nacional de posgrado, aún no se nos reconoce nuestra aportación en términos de facilitar los procesos de registro de nuevos programas académicos ah IES de excelencia, de abrir espacios a la participación de recursos públicos y becas para la investigación y estudios de posgrado, o de ampliar mecanismos fiscales que favorezcan la participación de la sociedad en nuestras IES. Sigue operándose con una errónea diferenciación de educación superior pública contra privada, cuando todas las IES de México buscamos dar oportunidades de estudios superiores a los jóvenes.
La cuestión clave es si la ampliación de las oportunidades de educación superior no ha representado una desventaja para el “bono” de mayor educación. En el estudio PIAAC de la OECD en 2018, si se coloca el ingreso de un trabajador de 25 a 34 años con solo educación media superior en 100, para uno con educación superior se reporta en 146 y para uno con posgrado en 194.”
Como podrá inferir nuestro amable lector, los retos para la Educación Superior son grandes, sí, por ello requieren de políticas públicas orientadas a enfrentarlos pero no desde la visión unilateral del gobierno y sus instancias, sino tomando en cuenta a toda la sociedad y, de manera muy importante, a las instituciones particulares que ofertan educación pública, cuya oferta como se ve ha crecido de manera importante y que, si en realidad se quiere ampliar la cobertura, no pueden ser excluidas de ningún tipo de propuesta.