El Buró debe desaparecer
El buró de crédito se creó como auxiliar para garantizar a la banca y agiotistas el pago de sus créditos. Eran tiempos de incertidumbre y desequilibrios económicos. En cada sexenio había por lo menos una crisis económica severa, una devaluación costosa a l pueblo y una inflación que castigaba a los más vulnerables.
Los poderosos exigían cada vez más garantías para ganar más dinero a costa de los necesitados y no perder el recurso de los intereses inexplicablemente altos.
En ese momento surge el Buró Nacional de Crédito, era el sexenio de Ernesto Zedillo, quien llega cabalgando en el error de diciembre, anunciando una mala racha económica. El Buró nace anacrónico y violatorio de los derechos humanos, en 1996 y debe desaparecer en beneficio de quienes menos tienen, son otros tiempos, donde las garantías deben tenerlas quienes eligieron un gobierno del pueblo y rechazaron un poder de oligarcas.
Desde el nacimiento de buró han ocurrido millones de fraudes contra los pobres, a quienes les prometen sacarlos del buró de crédito. Les cobran varias veces por un trámite que nunca inician.
La existencia actual del Buró de Crédito es una instancia que discrimina, detiene la movilidad social, entorpece la productividad, impide el crecimiento y deteriora la economía doméstica.
El buró se convirtió en el principal obstáculo de crecimiento incluso para la banca, el temor fue mayor que la audacia de toda empresa y ahora quienes otorgan créditos están entrampados en las reglas que ellos mismos pusieron para su seguridad.
Así una empresa privada que surge para dar información contra el pueblo y se vuelve, de la noche a la mañana, en una condición que evita que la dinámica de la economía tenga el rimo que debería.
Entre sus facultades está la de “facilitar” el proceso de aprobación de créditos, cuando en realidad los entorpece. Si no hubiera buró, el tramite sería más fácil y más rápido y la economía tendría otro ritmo.
La capacidad crediticia dejó de ser medible y cuantificable en los términos convencionales que maneja el buró, surgió y se desarrollo de una situación muy diferente a la presente. Hay posibilidades de ingreso que no por no entrar en la estrecha cuadratura de los contadores deja de ser dinero y mucho, pero desde la perspectiva del buró existe también una manera de pensar de hace 40 años, porque ya desde el día de su creación esas oficinas se erigen elitistas, racistas, discriminadoras, chantajistas, marginadora, clasista, etc. Y esto no lo permute la ley.
Argumenta el buró que no otorga o prohíbe el otorgamiento de los créditos; sin embargo, se trata de una alerta sobre una persona que tuvo una mala racha. Nadie es mal pagador por vocación, menos aún en una sociedad como la de México, donde el pobre es el mejor pagador, porque de su puntualidad dependen créditos futuros. Quienes no pagan grandes cantidades, evaden impuestos, y debían fondos son los que otorgan los réditos. Ahí está el ejemplo claro de Elektra.
Es decir, como concepto el buró de crédito viola la ley y en la práctica su operación es no sólo inhibidora del progreso sino sancionadora. Es decir, si hay una cuenta pendiente, aunque sea de un peso, se da el caso, la venganza del acreedor radica en la colocación del cliente en el buró de crédito.
Es muy fácil incorporar a un mexicano en el buró y echarle a perder la vida. Pero sumamente complejo salir de esa lista negra que señala a los malos pagadores, quienes, están a un paso de ser delincuentes, cuando en realidad quienes incurren en delitos de usura.
Al recopilar la información de los deudores o “delincuentes” morosos se está afectando la privacidad de los mexicanos en un proceso de confianza que existió entre el deudor y el acreedor, datos que de pronto están en manos del Buró de Crédito. Pero nadie protesta por esta violación a la privacidad y desde el nacimiento de esta instancia, se ve normal. El buró carece de permiso de los deudores para tener sus datos personales, los cuales deben ser sagrados, pero logran intimidar a las personas hasta llevarlas al suicidio.
Quienes cometen un delito de manera permanente son los trabajadores del Buró, que reciben datos personales que no deberían tener, y los acreedores, en un acto de venganza, disfrazado de justicia, también son delincuentes al regalar los datos de sus deudores al buró.
El anacronismo del buró, muestra su ilegalidad en la práctica aunque se haya protegido por normas que no pueden estar por encima de la Constitución. El buró debe desaparecer.