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Poetas en el patio: Ciclo de poesía de la UAM Iztapalapa

Poetas en el patio: Ciclo de poesía de la UAM Iztapalapa

Poetas en el patio: Ciclo de poesía de la UAM Iztapalapa
Por Catalina Miranda

Invitada por el Dr. Rodolfo Palma Rojo, coordinador de Extensión Universitaria en la UAM Iztapalapa, el pasado jueves 24 de agosto realicé tres lecturas de mi poesía incluida en el libro Soliloquio de la yegua dormida (Editorial Ariadna, 2021. Con grabados de Eko —Héctor de la Garza— y Prólogo de Isaac Gasca Mata).

A las 12:00 horas, en un ambiente en el que se respiró libertad, con el cielo por momentos soleado, por instantes pintado de nubes, el aire, en un fluir constante, esparció la voz y el sentido de los versos entre las esculturas y las ramas de los árboles que se mecían, queriendo llamar la atención. Fue en el Ágora, en la “plaza pública”, muy a la griega, en la que estudiantes y profesores se detuvieron a escuchar, algunos de pie, varios sentados en las jardineras, otros más cómodamente instalados en las sillas:

1

Cierras los ojos

mientras mi mano extrae

una imagen de tu párpado

 

Me acerco a ti

mis dedos penetran las raíces

de tu piel

casi con miedo palpo lo intangible

y mientras crece se ilumina

¿es una paloma

un abanico

un conejo

de orejas amarillas?

No…

no es un animal

ni un instrumento

es una dama sencilla

que va caminando

sobre la ancestral

página en blanco

La segunda lectura fue programada a las dos de la tarde, en el Teatro del Fuego Nuevo (la ceremonia del Fuego Nuevo la realizaban los mexicas en el Cerro de la Estrella cada 52 años), nombre que dio al ambiente un tono prehispánico, así como el asignado a otros edificios, como al Cuicacalli (casa del canto), en el que se ubican la Galería de Arte Iztapalapa y la Librería. A la entrada del teatro se halla un mural de Arnold Belkin, inaugurado en mayo de 1979.

Fue emocionante sentirme entre bambalinas, con las luces lloviendo sobre nuestras cabezas, la mía y la del guitarrista Hernán Alonso, quien me acompañó en la aventura que significó leer para los estudiantes de la UAMI, quienes ocuparon las butacas desde antes de dar la primera llamada; otros, a partir de la segunda, y algunos más, simultáneamente, al dar la tercera. La guitarra —protagonista— desplazó al silencio.

Luego, los versos envueltos en el destello de los reflectores llegaron hasta los oídos del público:

XI  

No te mutilaré más

dejaré fluir

el vaho súbito de tus simulaciones

serás el jinete de la yegua enceguecida

tus cuatro brazos cruzarán

las aureolas frágiles de los momentos

 

No te mutilaré más

correrás contra el aire enrarecido

serás el agua sólida que prodigue

los presagios de la luz

 

Te pondré las manos y las piernas

te daré los ojos

tocarás lo que quieras abundar

serás la piedra abierta

su risa de carne rejuvenecida

y el centro imantado desde el que nos mira

Ya no te mutilaré

no someteré las acrobacias de tu voluntad

no desviaré el sesgado camino

hacia tus huertas

no te maldeciré

ni te profanaré con la bandada torpe

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de mis letras

La tercera parte del día fue toda una sorpresa. Un sitio en el que nunca había estado. Ahí experimenté un Déjà vu. Me sentí en la sierra de Oaxaca: la tierra, el pasto, los sauces llorones, otros árboles a lo lejos; casitas prehechas instaladas para servir de salones, un foro enorme construido con tarimas de madera y lonas, y la casa destinada a las actividades programadas, pintada de blanco, con techito de dos aguas.

Un lugar agradable, también de la UAMI, en el que predomina la naturaleza, un ambiente rural dentro de la alcaldía Iztapalapa, la más poblada de la Ciudad de México. Ahí, en Casa de las Bombas, el público fue distinto: habitantes de la colonia, niños y adolescentes con sus papás; jóvenes de otras escuelas de la zona, muy interesados, quienes llegaron antes de las cinco de la tarde dispuestos a escuchar y a dialogar sobre las emociones, sensaciones, imaginaciones que les propusieran los poemas que se leerían:

6

Apretar las flamas hasta ahogarlas

con la lengua

y absorber la luz que me falta muy dentro,

donde ya nadie me reconocería.

Que las llamas,

que comparten conmigo este cuarto,

me develen la sencillez del espejo

en que me miro para no desearme,

para seguir creyendo…

 

(Voy a escribir

con un lápiz incendiado

para que las palabras quemen

y deshagan

esta lucha que yo no inicié

ni busqué.

Escribir con el ardor rojizo

de los huesos…)

Muy generosamente, la UAMI a través de la Coordinación de Extensión Universitaria, encabezada por el Dr. Rodolfo Palma Rojo, y de la Jefatura de Actividades Culturales, a cargo de Raúl Gasca Toache, a quien tuve el gusto de conocer ese día, imprimió —profusamente— carteles, lonas, pendones y una hermosa plaquette  con los poemas leídos no sólo por mí, sino también por los demás poetas programados los jueves de agosto en el ciclo Poetas en el patio: Zazil Alaíde Collins; Pedro Pablo Martínez y Mauricio López Noriega.

Fue un gran día el jueves 24 de agosto del 2023, en la UAMI, en cuyas instalaciones se respira arte y cultura: griega, prehispánica, contemporánea. Todo ello rodeado de amplios espacios abiertos en los que las flores, los matorrales, los árboles, las palmeras, la naturaleza, en conjunto, es también protagonista. Gracias.

 


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