Agua bendita y rosario en la Corte
Triques
Por José García Sánchez
La ultraderecha no esconde la mano que avienta tlayudas a los paristas en las puertas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero no dan la cara, se esconden como acostumbran los radicales fascistas.
La vanguardia de la marcha en defensa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estuvo conformada por mujeres, para culpar a las personas que estaba en paro de agresión a la parte más vulnerable de la marcha, como no respondieron agresivamente, como esperaban empezaron a lanzarles pedazos de tlayudas que habían comprado unos metros antes, gritando “¡Coman, muertos de hambre!”, comprobando el racismo, clasismo, complejos de supremacía de raza, que caracteriza a la derecha.
Creen los conservadores que la única manera de sentirse superiores al resto de la población es a través de las influencias que mantenían su status prendido de alfileres, no sabían que su estructura fuera tan frágil, ni sus principios tan vulnerables, ni sus valores tan caducos, ni que sus argumentos tan débiles. Por eso acuden al rezo y al agua bendita como esperando el milagro del frustrado triunfo electoral que cada día está más lejos.
El segundo contingente estaba conformado por mujeres de mayor edad que rociaban con agua bendita a los paristas frente a las puertas de la Corte, al tiempo que rezaban el rosario. Es decir, los cristeros llegaron a través del túnel del tiempo. También buscaban ser blanco de agresiones físicas y verbales. Con ellas terminan los contingentes de carne de cañón para dar paso a los agresores, que tenían planeado repeler las agresiones de los que rechazan la corrupción en la Corte.
Éstos últimos llegaron a patear hombres y mujeres sin importar su edad teniendo como música de fondo las campanas de Catedral que avisaban la hora del ataque y el jubielo de la victoria, porque los sacerdotes también participaron en la marcha y también agredieron.
Subieron hasta las puertas a descolgar las pancartas, a destruir los objetos propiedad de los paristas, destruyeron las mercancías que vendían para sostener el movimiento como tazas y playeras; bocinas y ropa. Rompían las tazas los pedazos los colocaban en las playeras y los lanzaban como si fuera una honda contra la veintena de persona que estaban en ese lugar.
La policía llegó y trató de separar a las partes en conflicto. Les pidieron a los que estaban en plantón que desalojaran, pero no impidieron que los agresores continuaran robando y destruyendo. Pareciera que los muertos de hambre fueron los del grupo de choque que se robaron el contenido de las alcancías.
La derecha está desesperada porque se le agotan sus bastiones para llevar a cabo un golpe de estado blando. El INE se desmembró como oficialía de partes del PAN, el INAI, mostró su dependencia económica e ideológica con Claudio X. González, los partidos de oposición crecen de candidatos, líderes e ideas. Sólo que queda la Corte y los medios que sin acciones de la derecha se quedan sin insumos para practicar su activismo golpista. Porque esta agresión no hubiera sido posible sin las entrevistas que realizó Ciro Gómez en Radio Fórmula a Alejandra Morán, líder de los Chalecos México, instrumentadora del zafarrancho y que anunció desde días antes que se trataba de una marcha pacífica. Entre otros organizadores está nada menos que Margarita Zavala, y legisladoras panistas.
Ante este panorama, los primeros en decir que hay polarización son los de la oposición, más aún los de la derecha, que a veces es lo mismo. Hay diferencias de opinión y la polarización que es un conjunto de actos violentos, la protagonizan los que la denuncian como propia del contrincante político que quieren exterminar.
Cuando los partidos políticos no logran representar a los inconformes ni crear las condiciones necesarias para dar cabida a las diferentes exigencias sociales, cada grupo toma un camino de lucha, la mayoría de las veces radical, sobre todo tratándose de conservadores que ven cómo la recuperación de sus privilegios se aleja cada día más.