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La terrible tragedia (muerte en Orizaba)

La terrible tragedia (muerte en Orizaba)

La terrible tragedia (muerte en Orizaba)

Tiene nuestra Orizaba, por el rumbo del Tecnológico, una pista de patinaje para jóvenes que allí se ejercitan diariamente, más se les ve por las noches. En sus patinetas o patines ejercitan ese deporte. Pero anoche aquello tuvo consecuencias fatales. Tres de ellos, al salir y partir rumbo a casa, fueron arrollados por un camión de transporte urbano de los llamados Garitas, y las redes sociales comenzaron a encenderse exhibiendo ese accidente, con fotografías que, por respeto, se guardan. Se hablaba que había muerto uno y el otro mas tarde falleció en el hospital de Rio Blanco. Nunca los jóvenes deben morir. Nunca. Y uno enseguida, con el dolor sentido, aun sin conocerlos, pensó en las familias, en dos madres y dos padres que los vieron salir y que se les devuelven a casa tendidos en un féretro. Muy doloroso. La ciudad se impactó. Somos pueblo pequeño y la mayoría nos conocemos. Se daban los nombres y por las redes hablaban quienes los conocían. Se expuso un acto de heroísmo, porque señalan que al tercer joven del accidente, lo salvó uno de sus compañeros que se murió, un verdadero acto de heroísmo llevado a la muerte. El mismo escribió: “Esta noche se me fue un ángel al cielo, alguien que me salvó la vida y siempre serás recordado por un pinche grande, te amo cabrón, tu nombre siempre lo voy a llevar en la mente y el corazón”, y lo firma Santi en su cuenta de Instagram. Jóvenes de 16 a 20 años que allí terminaron su sueño. Padres que van a sepultar a sus hijos, cosa que nunca debe suceder, porque la muerte no contempla esas cosas y solo Dios sabrá, pero muy seguro los tiene a su lado, cuidándolos en la Gloria del Señor. Hace muchos años aquí mismo por esa zona ocurrió otra tragedia, una barda cayó y mató a cuatro estudiantes y un albañil que por allí pasaban. La ciudad se convirtió en un camposanto, en un luto para todos, año de 1967, me recuerda uno de ellos que sobrevivió, la misa se celebró en San José con los cuatro ataúdes de los estudiantes, contempló muchísima gente. El pueblo guardó un luto. Como ahora se está guardando por estos dos jovencitos. Unas muertes que dolieron a muchísimos. “Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos”, dijo el escritor Carlos Fuentes, cuando perdió un hijo. Descansen en paz y que la luz del Señor los guie hasta Él, y allí estén bien cuidados.

EL CHE AUSTRIACO

Tuve el gusto de invitar a desayunar en el Quintal,  a un orizabeño que hizo las Austrias. Se llama Miguel Pérez Jiménez, aquí comenzó de chamaco en el tenis de recoge-bolas en el campo ADO. Se volvió profesional y se fue a Cancún a dar clases. Luego de allí lo enamoró una europea y se fue a Viena, Austria, allá se casó hace veinte años y formó un restaurante llamado Jalisco. Al divorciarse, de 56 años de edad, emprendió nuevos caminos. Sigue viviendo en Austria, con pasaporte austriaco-mexicano y habla el alemán a la perfección y el italiano y el inglés, con su esfuerzo viene a visitar a su mamá, una gente de la tercera edad, de 86 años, aquí me platicó que ahora es chef y jefe de meseros del Museo de Viena, Quartier Kantine. Me trajo mis chocolates austriacos, como siempre lo hace, y rememoramos aquellos tiempos.

LOS MEJORES PRESIDENTES

En el diario El País, leí una entrevista a Fernando Serrano Migallón: “No soy ciudadano español porque no estoy dispuesto a jurar lealtad al Rey”. Hijo de exiliados en México, el laureado escritor, profesor y académico defiende la educación pública y cuenta anécdotas sabrosas de la época de su padre, el último fiscal general de la República española. Allí se sumergió en las cosas mexicanas como buen historiador. Y llamó mi atención que valoró a los dos presidentes mexicanos como los mejores. Dijo: “Creo que los dos mejores presidentes que ha tenido México eran, quizá, los que han tenido menos luces intelectuales. Juárez, que se rodeó de los mejores personajes de su época, liberales, admirables todos. Y Lázaro Cárdenas llegó a cuarto de primaria. A los 17 años se fue a la revolución y se volvió de los mejores mexicanos. Tenían una cualidad, sabían escuchar”. Eso, saber escuchar es quizá el mejor consejo para quienes gobiernan. Y callar, escuchar y callar. ‘Uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras’, han dicho filósofos, entre ellos Kamalucas, uno de mi pueblo, que descansa en paz.

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