Marcelo en su laberinto
Arturo Ríos Ruiz
Como en la novela de Gabriel García Márquez, “El General en su laberinto” en 1989, en la que muestra a un Simón Bolívar confundido que vive en una convulsión de recuerdos; Marcelo Ebrard, da la misma impresión. Como que se ha enredado en sus aspiraciones frustradas en pos de la presidencia.
Inició de menos a más, durante la polémica natural cuando se preparaba el destape que culminó con lo que ya se esperaba desde hace más de dos años. Él, al lado de AMLO, es innegable, desarrolló un excelente papel como Casiller, incluso de intérprete con su inglés en reuniones con los norteamericanos
Lo anterior, en las escasas visitas obligadas a los Estados Unidos y desde luego en esta capital. Marcelo fue imprescindible para el presidente en todo momento y le favorecían las fotografías al lado de los más granado en la política de aquel país.
Y, como colofón para sus ambiciones políticas de llegar a ser el número uno en México, contaba con los tres momentos de lealtad a AMLO a lo largo del año 2000, hasta antes de este momento de 2023, en que se unieron en las huestes de “la grilla”.
Incluso, pese a la claridad con que el mandatario se inclinaba abiertamente por la hoy candidata de Morena, Marcelo esperaba ansioso que en el último momento, él sería el seleccionado. Debió sentir un vagido cuando llegó el final. En lo sucesivo, se inició el galimatías en que hoy lo observamos.
Se entiende que él pensó para sí, que haciendo presión podría enmendar su suerte tan anhelada; comenzó a subir el tono pasado, hasta culminar con la amenaza de que se irá de Morena. Nada le funcionó y ahora, es un crítico fatal, sus argumentos no funcionaron.
Marcelo ya está en la lona, ahora salió que creará su propio partido, indicativo que ya le cayó el 20 y se preparará para en 2030, cuando ya tenga 70 añotes. Es la edad en que todo se nos olvida, todo duele y la memoria falla. Con frecuencia buscamos algo y en segundos ya no sabemos que es lo que necesitamos.
Su comparsa, Ricardo Monreal, apaleado, más que una piñata, ante su frustración, en sus aspiraciones por la Ciudad de México, decidió ayer martes de no contender por la candidatura a la jefatura de Gobierno capitalino. Ya la tenía perdida desde hace rato.
Ayer, Marcelo Ebrard advirtió que si no se atiende su impugnación presentada sobre las irregularidades del proceso interno “ya no tendría interés de estar en Morena”. Sólo ha repetido en incontables ocasiones.
Sólo ha cosechado ofensas de morenos y de los demás- Marcelo, lo recordamos cuando se dio a conocer como un joven muy inteligente, en el Departamento de Distrito Federal, hoy Gobierno de la Ciudad de México, al lado de su entonces mentor, Manuel Camacho Solís, quien terminó igual de desencantado que él. El primero de Carlos Salinas y Ebrard, de ya sabemos de quién.
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