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“Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran” Voltaire

“Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran” Voltaire

“Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran” Voltaire
Prospectiva
Emilio de Ygartua M.

La polarización, politización la ha llamado Andrés Manuel López Obrador, seguirá escalando. El próximo domingo, aunque algunos lo nieguen, las elecciones en los estados de México y Coahuila permitirán ver con más claridad hacia el mañana, rumbo a junio de 2024. Sí, estamos a un año de las elecciones presidenciales. De la renovación total del Congreso de la Unión y del relevo en el Poder Ejecutivo.

El presidente ha adelantado los tiempos. Más bien los tiempos se han adelantado por lo cual un mandatario que goza del 65% de popularidad no seguirá la ruta de sus antecesores que en el último año de ejercicio “nadaban de muertito”. El periodista Jorge Zepeda Patterson, con esa visión y claridad que lo distingue en este mar de columnistas e intelectuales que no nadan de muertito, que se han convertido en tiburones hambrientos, alimentados por esa élite que añora el pasado; que utiliza sus plumas cancelando su intelecto para construir una narrativa fundada en la mentira y en el tremendismo. Profetas de un caos, de una crisis sexenal que nunca había estado más lejana porque el manejo de la economía ha sido pulcro y cuidadoso, lo reconoce el FMI.

Zepeda, en su más reciente libro: “La sucesión 2024”, realiza un detallado análisis de lo que, a su juicio, será este momento históricamente presente que es la sucesión presidencial. Alejado del modelo novelesco de Luis Spota, cuyos libros detallaban ese momento en el que “el fiel de la balanza”, en “la soledad de Palacio”, tomaba la decisión más importante de su gobierno, de su vida política: elegir a su sucesor.

“El delfín” en los tiempos de las monarquías absolutas gozaba de una total certidumbre sobre la sucesión, hasta que el heredero de Luis XVI fue víctima de la revolución francesa en el siglo XVIII. Alejandro, el zarevich, el heredero de la corona de los Romanov, fue asesinado por los bolcheviques junto con su padre Nicolás II, su madre polaca, Alejandra, y sus hermanas (según Walt Disney la princesa Anastasia se salvó y vivió en medio de lujos en el Reino Unido). Los rusos rojos no querían mantener viva la llama de la monarquía. Privaba, sin querer, la idea de que, en el futuro transitaran a un gobierno de un autócrata: José Stalin, a la muerte del padre fundador de la república socialista soviética, Vladimir Ilich Lenin.

En los tiempos modernos, en México, desde la caída del PRI hegemónico que terminó con el período de la llamada República Imperial, “el delfín” tiene que enfrentar a las urnas no a las armas; son las ventajas de la democracia que, como dijo Winston Churchill, no es perfecta, pero es lo mejorcito que ha desarrollado el hombre para hacer realidad las tesis de Max Weber sobre un liderazgo democrático que dejara atrás al más fuerte, al más astuto, al más viejo, a la monarquía, que si bien sigue viva como forma de gobierno, quedó más o menos acotada por la elección de un Parlamento.

López Obrador no busca perpetuarse en el poder como siguen rezando sus detractores empeñados en ofender la inteligencia del pueblo. El tabasqueño quiere, es su propósito, que su programa de transformación del país continué. Él entregará el poder el primer día de octubre del 24. Cuatro meses antes, la ciudadanía acudirá a las urnas para elegir al nuevo jefe del Ejecutivo.

Las encuestas, sí, las que suelen fallar, las cuchareadas y las de verdad, hasta las de los medios abiertamente opuestos al régimen, no dudan de la victoria del o la candidata de Morena. Eso lo sabe la oposición que, como lo señaló la semana pasada el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, sigue dormida en sus laureles, empeñada en una narrativa simplona que no pasa de la crítica cotidiana al gobierno en turno pero que no se atreve a ofrecer alternativas, ningún modelo de nación que conmueva a los que ellos llaman “sus adeptos”, a los que, como ellos, dicen, están “enojados y frustrados por la forma de gobernar de la 4T”.

López Obrador esta consciente de que, sea cual sea la corcholata que de la encuesta de Morena surja ganadora, será la triunfadora o triunfador en la contienda electoral en junio del 24. El quid del asunto es si esa corcholata tendrá los arrestos para mantener la nave con el mismo rumbo, sin que ello signifique que no lo haga con su estilo y características particulares.

En pocas palabras, el tema toral para el gran elector, sean las encuestas o su dedito el que elija a su potencial sucesor o sucesora, es garantizar la continuidad del proyecto, no el continuismo que, cuando menos en el discurso, no es el afán del fiel de la balanza que ha prometido irse a su rancho, alejarse de la política. Promesa que pocos creen y muchos más no desean.

Lo inevitable está ocurriendo en el corral del Morena, perdón por la analogía. Ricardo Monreal, el hijo rebelde, le ha bajado a su discurso amenazante, claro de que ni tiene cabida en la oposición como tanto presumió, ni puede romper sus lazos con quien lo cobijó. Un “plan B”, está en su futuro. Que paradoja, el zacatecano puede ser el legitimador del ganador si el senador acepta el resultado de la encuesta. De entrada, ha reconocido que el apoyo de los gobernadores, que también juegan en esta especie de cónclave sin Capilla Sixtina de por medio, están con Claudia y con Adán.

¿Qué pasa con Marcelo? El todavía canciller ha ocupado el espacio de Ricardo. Claro de que no le alcanza para ganar, no los puntos en las encuestas, si no la confianza del que ahora despacha y vive en Palacio Nacional, se ha convertido en el cotidiano promotor de la desconfianza en el proceso. Un día sí y otro también, pide piso parejo: “Que no se carguen los dados”. “Que se aplaquen los gobernadores”. A tal grado es su desesperación, ¿o desesperanza? que le ofrece al líder de su partido, su antiguo aliado, Mario Delgado, “un método infalible” para escoger a la corcholata presidencial.

Al igual que lo hiciera el todavía líder del Senado, que ya tiene su “plan B”, Ebrard busca un nuevo compadre. La “Rebelión en la Granja” (George Orwell) encabezada por “Bola de Nieve” viene acompañada de lo que ya se sabía tiempo atrás, su tránsito a otro partido que lo cobije. Movimiento Ciudadano (MC), en voz de su líder perpetuo, Dante Delgado, vuelve a jugar el papel de “paño de lágrimas” de todo aquel que se siente “traicionado”.

Marko Cortés, el líder perdido del PAN exige a la senadora Lilly Téllez y al diputado Santiago Creel que recaben un millón de firmas si quieren ser candidatos presidenciales de su partido, al tiempo, le contesta tajante con un ¡No! a Dante Delgado. No, de plano no le entra a una alianza con MC postulando a Marcelo Ebrard como candidato a la primera magistratura del país.

¿Iría MC sólo con Marcelo como su abanderado? ¿Lo aceptarán los gobernadores de Jalisco y Nuevo León? En este momento ambos están con las antenas puestas en la final del futbol mexicano. El lunes sacarán las garras, especialmente el mandatario cuyo equipo haya perdido en el duelo entre las Chivas y los Tigres.

Este es el escenario, señores y señores. AMLO sigue escribiendo el script de lo que falta por hacer en este su sexenio. Su narrativa sigue siendo la que marca la agenda. El “Plan C” es su prioridad. Sea quien sea la corcholata ganadora, requerirá un congreso con mayoría calificada para garantizar la continuidad de sus reformas y, en el mes de septiembre del 2024, antes de entregar la estafeta, promoverá cambios constitucionales que pavimenten el camino al que lo suceda.

¿Se radicalizará el tabasqueño? En palabras de Jorge Zepeda, sí. El cierre será ciclónico. ¿Habrá más polarización? Desde luego. Las oposiciones seguirán por la misma ruta en la narrativa destructiva. Ya lo vimos con el desencuentro entre Larrea (Grupo México) y el gobierno federal. De inmediato salieron a gritar los contras: “Ahí viene el lobo expropiador”. “Se los dijimos. México se convertirá en Venezuela, en Cuba, en Nicaragua”.

Denisse Maerker, la siempre inteligente periodista y mujer comprometida consigo misma, hizo, en la última emisión de “Tercer Grado” que transmite Televisa, una disección de la clase de empresarios que es el dueño del Grupo México, enriquecido pasando por encima de la ley y sin importarle la muerte de mineros atrapados en minas que no cumplen con los más mínimos requerimientos.

Un empresario con miles de kilómetros de vías concesionadas que llora por que la Marina le ocupó 120 km de vías, derivado de su cerrazón a lograr un acuerdo. Exigía al gobierno federal una indemnización cercana a los 10 mil millones de pesos, planteamiento al que López Obrador cerró totalmente la puerta, lo que llevó a la toma de las vías en comento.

Derivado de la vitriólica reacción de los contras y de su corifeo de columnistas y medios de comunicación, merece la pena reproducir algunos párrafos del artículo de Viri Ríos, columnista de “El País” (24 de mayo 2023). No obvio mencionar que ha sido crítica del gobierno de la Cuarta Transformación, al igual que el diario en el que escribe, motivo por el cual sus planteamientos tienen mayor peso, son muy relevantes y dibujan claramente lo que está ocurriendo en nuestro país.

En su columna “El ignorante eres tú”, inicia señalando que: “En México, los intelectuales han claudicado a pensar. Ante la ocupación temporal de Ferrosur, nos exigen que claudiquemos con ellos.” Viri entrevistó a múltiples abogados de primer nivel entre los que se incluyen académicos, activistas y especialistas. “Todos respondieron lo mismo: no pude decirse que la ocupación temporal de Ferrosur se ailegal”. Sus entrevistados aceptaron que será necesario debatir a detalle el caso, pero, de entrada, todos coincidieron en que “no hay duda de que la ocupación temporal es un procedimiento legal y regulado por la ley de expropiación mexicana”.

Esto echa por tierra el grosero manifiesto de The Wall Street Journal que en su editorial del lunes 22 de mayo acusa: “El presidente [de México] ignora la ley de expropiación cuando le acomoda a sus intereses políticos”, afirmación totalmente infundada pero que fue comprada de inmediato por los opuestos al régimen.

Tres párrafos más del artículo la columnista que lo dicen todo: “Nadie se dio a la tarea de pensar. Por el contrario, cada vez es más común que los analistas le pidan a la población que juzgue a López Obrador asumiendo que esté siempre tiene malas intenciones. Y que se consideren a priori que todas sus acciones provienen del deseo de poder, la estupidez, o ambas. El ethos de la discusión pública es pedirnos, a nosotros sus lectores, que suspendamos nuestra racionalidad, entendimiento o inteligencia, y que la sustituyamos por la sospecha, el pesimismo y la desconfianza.”

Ríos manifiesta con toda claridad: “Particularmente preocupante es el fenómeno del comentarista que abiertamente se decanta por el autoritarismo desmotivado por las preferencias populares, confundido por no entenderlas, se reconoce cada vez más como anti-mayoría. Atribuyen las preferencias del público mexicano a la falta de educación, atención o de ácido fólico. La democracia cada vez le sabe más mal. La pérdida de control interpretativo los enoja.”

Finalmente nos invita a una reflexion que no se puede echar por la borda: “Los comentaristas nos piden que los acompañemos en su visión, que consideran la única válida, y nos exigen que dejemos a un lado la curiosidad, el análisis y la apertura. So pena de ser considerados ignorantes. Pienso que no debemos permitirlo.”

“Cada guerra es una destrucción del espíritu humano” Henry Miller  

En la Cumbre que reunió al Grupo de los Siete, las naciones más poderosas económicamente hablando, se acordó fortalecer al gobierno de Ucrania para que siga enfrentando a un invasor que no obstante los esfuerzos que ha venido realizando en catorce meses desde el inicio de la invasión, no ha podido lograr su objetivo de “domar al tigre”.

Volodomir Zelensky ha demostrado ser más que un cómico capaz de hacer reír a su audiencia. Su capacidad diplomática pasará a la historia porque contra todos los pronósticos no solo se ha mantenido como cabeza de su gobierno y en su propio territorio, al tiempo, ha sido capaz de concitar apoyos, los de los abrazos y las empatías, sí, pero, sobre todo, el de aquellos que piensan que el amor debe llegar acompañado de algo más material.

Los acuerdos alcanzados en la cumbre son un claro mensaje con dos destinatarios: primera, la Rusia, que debe tener muy en cuenta que Occidente no ha modificado su postura frente a la invasión: total desapruebo y sanciones económicas, políticas, comerciales y hasta deportivas. Y un total apoyo para la nación invadida. A Zelensky se le pidió expresamente: “Aguantar y no entregar la plaza”.

El segundo mensaje tiene un claro remitente: Pekín. Sí, la “chinofobia” fue una invitada especial a esta cumbre. El temor es evidente. ¿Justificado? Creo que sí. La nación asiática está obligando a Occidente a voltear la vista hacia el gigante que, como anticipó Napoleón I a principios del Siglo XIX, es un dragón despierto dispuesto a asumir el liderazgo mundial.

Los siete países más poderosos económicamente se han manifestado dispuestos a enfrentar al gigante asiático. La invitación a los mandatarios de la India y de Brasil, no es casual. El despertar del grupo denominado BRICS ha preocupado a más de uno, por lo que Occidente busca atraer a dos naciones en vías de desarrollo con mucho peso. La primera nación eludió ser parte del mercado común asiático, que lidera China. Brasil es el principal socio de la nación asiática en América Latina. Se construyó una fuerte alianza con Jair Bolsonaro que Inacio Lula da Silvano tiene la menor intención de revertir.

Frente al acuerdo del G-7 de aplicar nuevas sanciones orientadas “a estrangular la economía rusa”, es necesario recordar que Xi Jinping y Vladimir Putin acordaron en marzo pasado, en el marco de la visita oficial del segundo a Pekín, un plan para pavimentar lo que el líder chino ha llamado una “nueva era”. Al despedir a Putin, Xi le expresó lo siguiente: “Se están produciendo cambios que no han ocurrido en 100 años.”

La relación entre ambos países no es solo discursiva ha quedado manifiesta en una declaración conjunta sobre “La profundización de la Asociación Estratégica Integral de Cooperación en una Nueva Era”. En ese documento las partes establecen, con referencia a esa nueva era que: “El mundo se halla en una fase de cambios trascendentales de los equilibrios geopolíticos.”

Recordemos que, en octubre del año pasado, el líder ruso advirtió, “que el mundo se encuentra ante una frontera histórica, la década más peligrosa, impredecible e importante desde la II Guerra Mundial.” Putin fue muy claro al precisar que el mundo está ante una confrontación entre “los valores tradicionales y los valores neoliberales.”

“La geopolítica es un juego de póker entre dos satanases”  Sammis Reachers

¿De qué tamaño es la relación económica entre ambas naciones? Es necesario señalar que la relación comercial entre Estados Unidos y China fue el año pasado de 690 mil millones de dólares. Este dato sirve para comparar la relación comercial entre Rusia y la nación asiática. Es cierto que las cifras han mejorado de manera importante, pero están muy lejos del intercambio de bienes con los Estados Unidos.

Durante la década en la que XI ha estado en el poder, las relaciones bilaterales sino-rusas han crecido un 116%. El año pasado, con la guerra en marcha (El País), aumentó un 34% hasta alcanzar los 190,000 millones de dólares.

El 4 de febrero del año pasado, pocos días antes de la invasión rusa a Ucrania, Putin visitó a Xi en la sede los Juegos Olímpicos de Invierno. Ese día se emitió una declaración conjunta que calificaba la relación bilateral “sin límites”. En la nueva declaración conjunta firmada el 24 de marzo próximo pasado, esta posturaha sido reconsiderada. En el nuevo documento se establecen consideraciones que deben interpretarse precisamente como límites.

La actitud de China en el último año manifiesta que ha evitado dar pasos que pudieran desencadenar sanciones occidentales. Estos límites que ahora se marcan de manera tenue pero precisa, no omiten la intención de apuntalar al socio del Kremlin, pero sin el riesgo de comprometer el comercio con Occidente. En eso, Pekín no ha tenido dudas.

Lo cierto es que en la medida en que las tensiones entre Rusia y Occidente escalen, sobre todo cuando se haga realidad el envío de aviones de combate a Ucrania, la delgada línea que ha marcado China se puede romper. No olvidemos que, en el actual escenario geopolítico, Taiwán también juega un papel relevante.

El que se haya realizado en Japón, en Hiroshima, la reunión del G-7, no sólo tiene un enorme simbolismo por la presencia del mandatario del país que ordenó el lanzamiento de la bomba atómica en esa ciudad, también, porque esa nación es parte del área de influencia de China. La militarización de la nación del Sol Naciente, con la anuencia de Washington, evidencia el nivel de tensión en la zona.

A finales de marzo pasado, la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Úrsula Von der Leyen, acusó a China de “querer cambiar el orden mundial para imponer su dominio”. En razón de lo anterior, anunció una nueva estrategia para controlar las inversiones de sectores estratégicos en el extranjero con la finalidad de “garantizar la independencia y seguridad de la UE”.

Esta declaración ocurrió días antes de que ella viajará a Pekín, junto con el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Sus palabras fueron poco diplomáticas, sí, pero evidencian la preocupación europea sobre el avance comercial de China, a la que acusó, también, “de manejar sus herramientas de coerción económica comercial”.

María R. Sahuquillo (El País, 30 marzo 2023) hace un relato amplio y preciso del espíritu que priva en el viejo continente con respecto al gigante asiático. En esa ruta, destaca la postura de la presidente de la Comisión Europea que ha sido, como se apunta, muy crítica de las estrategias de China en su afán de convertirse en líder mundial.

“Necesitamos asegurarnos de que el capital, la experiencia y el conocimiento de nuestras empresas no se utilice para mejorar las capacidades militares y de inteligencia de aquellos que también son rivales sistémicos”, ha expresado la jefa del Ejecutivo comunitario.

“La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica porque destruye los cerebros”  Noam Chomsky

La Unión Europea cuida su alianza histórica con los Estados Unidos, pero no pierde de vista que la globalización, como la concibió el modelo neoliberal, fundada en mercado libre y en el acotamiento del tamaño del Estado-gobierno, está feneciendo para dar paso a un nuevo modelo económico basado en la interdependencia. Por ello, mirando las consecuencias que para la comunidad europea han significado la guerra Rusia-Ucrania, evitan seguir poniendo “los huevos en una sola canasta”.

China es su antagónico, sí, pero sería un suicidio romper todos los vínculos con el gigante asiático. Mucho peor, querer ponerlo contra la pared, como se ha hecho con Rusia. Los gobernantes europeos que participaron en la cumbre del G-7, fueron enfáticos en ello.

Lo anterior queda evidenciado con el carrusel diplomático que en los últimos días ha ocurrido en Pekín con las visitas de la propia presidente de la Comisión Europea, del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y del jede gobierno español, Pedro Sánchez, quien pidió al primer ministro Li Qiang, que China “se abra para no obligar a la UE a cerrarse frente al gigante asiático.”

En fecha próxima visitará Pekín el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell Fontelles, quien recién publicó un artículo en el diario español El País (17 mayo 2023) en el que reitera lo que es de todos conocido: “La ambición de Pekín es construir un nuevo orden mundial y convertirse, para mediados de siglo, en la primera potencia.” En “Cómo tratar con China”, Borrell establece que tratar con el gigante asiático “es una cuestión de primer orden para la UE. Una tarea más compleja que lidiar con Rusia.”

El diplomático de origen español plantea en su ensayo que: “La influencia económica, política y financiera de China es considerable.” Las cifras no mienten la nación asiática “es un verdadero actor sistémico” que se acerca al 20% de la economía mundial. Rusia representa un raquítico 2% de la economía mundial y, merced a los efectos de la guerra con Ucrania, la tendencia es notoriamente a la baja.

Borrell reconoce que sería un grave error “no estar consciente de que muchos países ven la influencia geopolítica de China como un contrapeso a Occidente y, por tanto, a Europa.” El jefe de la diplomacia Europa pone sobre la mesa algo incuestionable: “En un mundo cada vez más fragmentado y multipolar, la mayoría de los países emergentes se están convirtiendo en hedgers (coberturistas), reforzando su margen de maniobra sin tomar partido.” Es un volver al pasado con lo que fueron “los países no alineados” en el contexto de la primera Guerra Fría.

¿Qué rumbo tomará la UE? Está claro que quiere seguir siendo parte de la tríada del nuevo orden mundial junto con Estados Unidos y China. La tarea no será fácil ya que para lograrlo deberá tejer una relación con Estados Unidos que no impida su relación con China, lo cual se hará cada día más difícil porque la tensión entre las dos potencias crecerá (algunos hablan ya de una segunda Guerra Fría) y Washington exigirá lealtad plena a los países europeos.

Borrell, con la vista en un futuro quizá no deseable, pero sí posible, tiene claro que: “La UE tiene que recalibrar su política hacia China”. Da tres razones para seguir esta ruta: 1. Los cambios dentro de China con el nacionalismo y la ideología al alza; 2. El endurecimiento de la competencia estratégica entre Estados Unidos y China; y, 3. El ascenso de China como actor clave en cuestiones regionales y globales.”

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¿Mirar hacia África y América Latina? Sí. En los próximos meses veremos un abierto propósito de países como España y Portugal de retomar su relación con América Latina y África, continentes en donde China ha extendido sus tentáculos económicos.

Miguel Ángel García Vega (El País, 7 noviembre 2022) describe las estrategias chinas para redoblar sus inversiones en países emergentes para controlar tierras y recursos. China no únicamente está “colonizando” África y Latinoamérica con “una luvia de millones”, ha ido más lejos, adquirir tierras en la propia casa de su principal antagónico, Estados Unidos.

García Vega comparte que el grupo chino Fufeng ha comprado 121 hectáreas de tierra cultivable en Estados Unidos, en Grand Forks, Dakota del Norte, al lado de una base de las Fuerzas Aéreas estadounidenses. El senador republicano Mike Rounds ha pedido que se prohíba la inversión en cualquier negocio agrario. Lo evidente es que China, en su ambición, bajo el manto de la llamada “ruta de la seda”, llega tan lejos “como le permiten los meridianos, como si el mundo no viviese una nueva guerra fría”.

“Cualquiera que se la libertad por la que luchamos, debe ser una libertad basada en la igualdad” Judith Butler

La ruta de la seda abarca América Latina, África y el sudeste asiático. “La influencia de China en Latinoamérica ha crecido rápidamente desde el año 2000. Primero invirtiendo en la luna de miel del bum de materias primas.” La muestra inequívoca del crecimiento de la relación comercial de China con Latinoamérica, es que “solo entre 2009 y 2019, Pekín vendió más de 615 millones de dólares en armamento a Venezuela”.

El comercio chino alcanzó en 2021 aproximadamente unos 450,000 millones de dólares en la región. “Se espera que supere los 700 mil en el año 2035”. Así las cosas, la nación asiática es el mayor socio comercial, después de Estados Unidos de América Latina. China importa cobre, petróleo, aceite, soja y otras materias primas que requiere para su industria.

En 2021 y 2022, China destino 4,500 millones de dólares para la producción de litio en México y en el denominado “triángulo del litio” (Argentina, Chile, Bolivia), metal básico para la fabricación de baterías eléctricas, especialmente para la industria automotriz, rama en la que la nación asiática está escalando de manera impresionante. La venta de automóviles chinos en Latinoamérica creció el año pasado un 135% comparado con las ventas en el 2021.

Los opuestos a esta intervención, dentro y fuera de los Estados Unidos, parten de una idea equivocada. Es cierto que Pekín está cansada de depender de “las democracias liberales” para satisfacer sus requerimientos de ciertos productos básicos, y que América del Sur “es un lugar prometedor para invertir y disminuir esa dependencia”, pero esa relación no ocurre exclusivamente con “gobiernos progresistas”, de izquierda. China ha establecido alianzas con gobiernos de derecha como Brasil, durante el gobierno de Jair Bolsonaro.

¿Y los Estados Unidos? Preocupados. En algún momento tendrán que aceptar que el avance de China en su zona de influencia es producto de su abandono de Latinoamérica, a la que siguen viendo como su patio trasero. “Vacío que no se llena, se llena”, decía don Jesús Reyes Heroles.

“La guerra fría no es más que la consecuencia normal de la idea corrompida que tenemos de una paz basada en una política de ´cada cual para sí´ en la ética, la economía y en la vida política. ¡Es absurdo esperar que pueda construirse una paz sólida sobre ficciones e ilusiones!” Thomas Merton (Padre Luis)

¿Vivimos una nueva Guerra Fría? Cada día es más frecuente escuchar las voces de estudiosos de la geopolítica y de la historia que califican el momento que se está viviendo a nivel planetario como el de una “nueva guerra fría”, que hoy tiene como protagonistas a Estados Unidos y a China. ¿Qué similitudes tiene con la primera guerra fría? De entrada, la confrontación entre dos potencias antagónicas como ocurrió entre 1945 y 1990 con EE.UU. y la URRS. Sin embargo, este enfrentamiento ocurre bajo diferentes premisas. No es una confrontación meramente militar, es un enfrentamiento más holístico que abarca actividades comerciales y tecnológicas.

Jonathan Marcus, corresponsal de Asuntos Diplomáticos de BBC News (18 de marzo del 2021) plantea en su colaboración: “Por qué hablar de Guarra Fría entre EE.UU. y China es profundamente peligroso”, que los desencuentros entre estas dos potencias en este momento, evidencian que las relaciones entre ambos países “pasan por el peor momento”.

Este señalamiento, hecho hace un poco más de dos años, sin tener en la mira los efectos dramáticos provocados por la pandemia, la crisis económica que elevó los precios en general y la invasión rusa a Ucrania, tiene total vigencia. Sin duda, estamos viviendo un momento de alto riesgo. ¿Similar al provocado por la Guerra Fría? No. Nunca los momentos en la historia se repiten de la misma manera porque las circunstancias y el entorno son diferentes.

La confrontación entre EE.UU. y la URSS, que duro casi medio siglo, fue una confrontación entre dos potencias que defendían, cada una, un proyecto político, con ideologías opuestas: socialismo versus capitalismo. Una lucha que se dio en el terreno militar, deportivo, cultural, tecnológico-militar, pero que, salvo en la durante la llamada “crisis de los misiles”(octubre 1962), no se caracterizó por un enfrentamiento directo: Guerra de Corea, Conflicto árabe-israelí, Guerra de Suez, Guerra de Vietnam son ejemplo de ello.

“Mientras que la Guerra Fría original tuvo una importante dimensión tecnológica -principalmente armamento y la carrera espacial- la nueva rivalidad entre EE.UU. y China involucra las tecnologías esenciales que conducen y conducirán a nuestras futuras sociedades, como la inteligencia artificial (IA) y el 5G.” ¿Un escenario diferente? Sí. Principalmente porque hoy asistimos a la entronización de un mundo multipolar, “en el que las instituciones del orden mundial liberal están amenazadas como nunca antes. Lo que le otorga a China una ventaja para tratar de imponer su propia perspectiva.”

En suma, debemos estar claros que Estados Unidos tiene en China al competidor más poderoso que haya enfrentado desde el siglo XIX. Asimismo, que esta es una relación que tendrá que ser manejada por décadas. “Esta es una rivalidad esencial en nuestra época.”

Los estudiosos de la geopolítica coinciden; Marcus lo enfatiza en su artículo. Es necesario abandonar las analogías y los falsos clichés: “Esta no es la `Guerra Fría, Segunda parte´. De hecho, es algo más peligroso. China ya es un competidor al mismo nivel que EE.UU. en muchas áreas. Y aunque todavía no es una superpotencia global, es un rival militar a la altura de EE.UU. en las áreas que más le importan a la nación asiática en términos de seguridad.”

Con la vista puesta en el futuro, claros de que esta relación se complicará cada día más; tengamos presente que este tema está inserto en la ruta hacia las elecciones presidenciales del año próximo en el vecino del norte. Joe Biden ha decidido presentarse a estos comicios con la intensión de reelegirse para un segundo período. Todo indica que seguirá llevando de copiloto a la californiana Kamala Harris, cuyo papel como vicepresidenta ha estado muy lejos de lo esperado.

En la otra esquina hay varios apuntados para ser los abanderados de la causa republicana. No me detengo a dar la lista porque considero que son dos los que tienen posibilidades reales: Donald Trump que busca regresar a la Casa Blanca por cuatro años más, de un lado, del otro, Ron De Santis, gobernador de Florida, que le debe mucho al ex presidente pero que ha diseñar su propia ruta de ascenso. Trump le lleva 10 o más puntos en las encuestas.

Se anticipa una lucha muy ríspida, desgastante, cuyo beneficiario sería el candidato republicano. Por ello, ya se escuchan voces al interior de ese instituto político que proponen evitar esa lucha intestina. ¿Cuál sería la opción? Que ambos estén en la boleta: Trump para presidente, De Santis para vicepresidente. Es una oferta que no debe rechazar el actual gobernador. Trump ya no puede participar en otro proceso, Ron se convertiría en el candidato natural en 2028. Sus actuales 42 años le permiten cubrir ese trayecto.

Dos conservadores, el segundo mucho más que el primero, cohabitando en la Casa Blanca. Un triunfo de la derecha radical, misógina, repelente a los movimientos migratorios, opuesto a lo ganado por grupos a favor de la inclusión. Una victoria de dos personas con una visión internacional fundada en la sumisión y el hegemonismo que, como yan ocurrió durante la administración de Trump, acrecentaría la confrontación entre EE.UU. y China.

Marcus se preguntaba hace dos años lo siguiente: ¿Podrá EE.UU. recuperarse del caos “Trumpiano” y revitalizar su propia economía? ¿Podrá convencer a sus aliados de que EE.UU. está aquí para quedarse y que es un protagonista confiable en el escenario mundial? ¿Podrá EE.UU. expandir rápidamente su base educativa y tecnológica? Si gana la elección el neoyorquino, estas preguntas ya tienen una respuesta: ¡No!

En la otra esquina geopolítica, China también tiene que recorrer una ruta que no está exenta de problemas. Es verdad que se ha adelantado a Washington de muchas maneras. Sin embargo, existen muchas interrogantes que esta nación deberá de atender. Otro cliché que se debe hacer a un lado, nos recomienda el autor del artículo es aquel que se repite una y otra vez: Una China en alza y un EE.UU. en declive. “Tiene un elemento de verdad, pero no cuenta toda la historia”.

Hay fortalezas y debilidades en ambas partes. ¿Dañará el rumbo autoritario de China su progreso económico? ¿Podrá China lidiar con la ralentización del crecimiento económico y el envejecimiento de su población? ¿Será capaz el Partido Comunista Chino de conservar la lealtad y el apoyo de la sociedad china a largo plazo? Muchas interrogantes que esperan respuesta.

Sobre los temas abordados en la cumbre del G-7 realizada en Hiroshima, Japón, surgen otras preguntas importantes de atender. ¿Cómo presionar a China para que impulse prácticas comerciales más justas; sobre la democracia y los derechos humanos? ¿Cooperará China en la lucha contra el cambio climático? ¿Mantendrá la estabilidad en la región Asia-Pacífico, en razón de su apetencia por recuperar a Taiwán? Dar respuesta a estas preguntas resulta complicado. Dependen, coinciden muchos analistas, de un adecuado manejo de la competencia estratégica en un escenario geopolítico que se parece pero que no es igual al vivido entre 1945 y 1990.

Lo que no pueden eludir los integrantes del G-7, las naciones más ricas del planeta, es a cumplir, por fin, con lo que ofrecieron en 2015: sacar a 500 millones de personas de la malnutrición para el 2030. La cuesta es ahora mayor. Según datos de la FAO el número de personas en pobreza alimentaria se duplicó a causa de la pandemia y la crisis económica.

Este grupo, no tiene de otra: debe respaldar sus declaraciones con acciones reales y detener la emergencia en seco. Detener la crisis alimentaria. Lo terrible es que en el entorno actual, lo que se ha disparado es el gasto en armamento, en nuevas tecnologías, en tanto que los presupuestos para enfrentar el hambre, revertir los faltantes en educación, salud, infraestructura y seguridad, van a la baja.


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