Marcelo Ebrard y sus lecciones de la historia
José Luis Camacho Acevedo.
Algunas señaladas frases que pronunció Marcelo Ebrard el fin de semana pasado en su visita al estado de Veracruz, me hicieron recordar cuando en los años en que disputaban la candidatura presidencial del PRI Luis Donaldo Colosio y Manuel Camacho Solís, las señales que dejaban entrever en sus comentarios (los de Ebrard) a los medios de comunicación personajes como Enrique Márquez y Oscar Argüelles, mismos que eran en el sentido de que no se siguiera sembrando un clima de confrontación entre ambos políticos, toda vez que para el proyecto de Camacho Solís, ello representaba un desafío por parte del entonces regente de la Ciudad de México a un presidente de la república tan celoso y autoritario como era Carlos Salinas de Gortari.
Marcelo Ebrard repitió en Veracruz lo que ha externado reiteradamente en esta época de “corcholatas” puestas en juego por el que decide en Morena: “Que ha sido un político leal al presidente López Obrador desde que, hace cerca de 21 años, decidió sumarse a la causa del tabasqueño en busca de construir un país más justo e igualitario.”
Las expresiones de solidaridad para el presidente López Obrador del Canciller Ebrard, lo caracterizan como un político maduro que sabe tomar en serio las lecciones de la historia.
En su libro Un Camino por México Ebrard da una muestra más de ese aprendizaje de alguien que sabe llevar a la práctica las lecciones de la Historia:
En el libro se hace especial énfasis en el actual papel del canciller al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, así como de las gestiones realizadas durante la pandemia. También se mencionan puestos como el Secretario General de Gobierno del ex regente Manuel Camacho Solís, la diputación federal que obtuvo de 1997 al año 2000, su periodo como secretario de Seguridad Pública en el gobierno capitalino de López Obrador (en el que también fue Secretario de Desarrollo Social), y el sexenio el que fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, de 2006 a 2012.
Enfatiza Ebrard su experiencia al lado de López Obrador, misma que contiene señalados elementos diferenciales con la estrategia que siguió Manuel Camacho en su disputa con Luis Donaldo Colosio, y que ahora abona a un clima de civilidad entre las Corcholatas y solicita que se respete a la política como la única vía para hacer del ejercicio democrático una posibilidad de erradicar vicios como el influyentismo, la el amiguismo y la incondicionalidad como forma de hacer política.
Camacho convirtió mucha de su inteligencia política en una actitud de desafío al poder del que decide.
Marcelo Ebrard sigue remarcando, razonadamente, su respeto y lealtad a López Obrador.
En los años de la pelea por la candidatura presidencial entre Colosio y Camacho yo tuve mis análisis y reflexiones a favor, de manera indiscutible y manifiesta, a favor del político de Magdalena, Sonora.
Pero nunca dejé de reconocer la jerarquía intelectual de Manuel Camacho y el valor de seguidores de la calidad de los mencionados Enrique Márquez, Oscar Argüelles y, por supuesto, el entonces joven pero maduro político Marcelo Ebrard.
Y hoy veo, para bien del quehacer político en México, a un Marcelo Ebrard leal a López Obrador, pero muy enhiesto con sus convicciones políticas.