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El Fin del Gobierno -Olvidemos el Pasado

El Fin del Gobierno -Olvidemos el Pasado

Desafío por Rafael Loret de Mola

Cuando la autoridad moral entra a la condición de finiquito, sea por causas naturales –la imposición o la soberbia- o como consecuencia de los actos desde el poder –la propensión al autoritarismo, los genocidios y la corrupción evidenciada-, puede considerarse que un gobierno supuestamente democrático ha fracasado con rotundidad.

La administración de Salinas, manchada desde el inicio por el fraude electoral de 1988 que le colocó en la silla presidencial, dilapidó el poco prestigio ganado por los superávits alcanzados dos años seguidos –en buena medida gracias a la subida de los precios del crudo mexicano mediando los 200 dólares por barril y la venta de paraestatales erróneamente consideradas quebradas, como fue el caso de la oferta de Telmex a Carlos Slim-, y acabó bajo la tormenta de los magnicidios en 1993 y 1994 además del costoso error de diciembre de este último año.

Siguió Zedillo y su capital político, sobre la sangre política derramada en Lomas Taurinas, se vino abajo en junio de 1995 tras la injustificable matanza de Aguas Blancas a manos de la policía estatal bajo el gobierno de Rubén Figueroa Alcocer quien jamás fue indiciado. Para colmo, el remate de barbarie ocurrió en la comunidad indígena de Chenalhó, Chiapas, cuando se acribilló a diecisiete campesinos dentro de un templo. Así perdió el célebre “doctor Z” toda hebra de dignidad.

Con Fox, el desprestigio total se dio cuando, inutilizado por no controlar al Congreso mayoritariamente de otro partido, en este caso el PRI, cedió los bártulos a su consorte, Marta Sahagún, y se arrinconó de manera bastante cobarde mientras pasaros los años de su sexenio bajo las “muchas faldas” de la “primera dama”.

Calderón quedó exhibido tras el supuesto accidente aéreo de su secretario de Gobernación y “delfín” para sucederlo, Juan Camilo Mouriño, el 4 de noviembre de 2008, precisamente el mismo día de la eufórica victoria de Barack Obama en USA. Lo grave es que el desenlace terrible derivó de la pretendida argucia presidencial para negociar con el narcotráfico sumando todas las células en una bajo el mando de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Lo demás se fue en borracheras en Los Pinos con los cuadros de seguridad nacional.

A Peña le duró muy poco su egolatría y su “encanto”. En junio de 2014 –aunque la información surgió hasta octubre del mismo año-, ocurrió la matanza de San Pedro Limón, Tlatlaya, y no paró allí puesto que meses después, el 26-27 de septiembre, los cuarenta y tres desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa le colocaron el sello de genocida en todo el mundo… y pese a ello prosiguió su periplo mundial sin el menor decoro y sin ninguna indagatoria contra él.

Y a López Obrador se le acabó el raciocinio cuando ordenó dejar libre a Ovidio Guzmán López, el hijo de “El Chapo”, en Culiacán, en el anochecer del 17 de octubre de 2019. Pero la credibilidad la perdió totalmente el 27 de enero de 2022 al no poder contrarrestar las evidencias contra su primogénito José Ramón, los lujos de éste, la complicidad de su esposa, la modelo Carolyn Adams y sus vínculos con la empresa Baker Hughes que les proporcionó la “casa gris” de Houston. La reacción enfebrecida de AMLO contra quien difundió el reportaje, mi hijo Carlos, lo puso todavía más en evidencia lo que constituyó, de muchas maneras, una percepción distinta de su mandato que debió ser revocado, y no lo fue, el 10 de abril de ese año con solo un tercio de las casillas requeridas por la terquedad presidencial de dejar sin presupuesto para ello al INE y anunciar una reforma electoral para guillotinar a este instituto. Y tal es el ancla del Plan B.

De todos, el peor ha sido AMLO porque además no han cesado las masacres, el ejército sigue en las calles aumentado con la Guardia Nacional, sus obras emblemáticas caen por su propio peso, la economía se derrumbe, la violencia aumenta y la pandemia no cesa con un alarmante número de fallecidos hasta convertirnos en el país con mayor letalidad y muertos en el mundo por causa del maldito coronavirus y sus distintas cepas.

Y si ninguna autoridad moral, en pleno fracaso de un régimen que ya perdió la historia, AMLO sigue gobernando. Esperemos que razone y se ausente definitivamente del Palacio Nacional antes de que la ciudadanía lo eche antes de que destruya al INE.

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La Anécdota                                                                                                                                                                         En casa de Rodolfo Echeverría Ruiz, sobrino del centenario ex presidente del mismo apellido, escuché una diabólica síntesis sobre la brutal matanza de Tlatelolco –en la que perdió toda autoridad moral Gustavo Díaz Ordaz-:

–Debemos olvidar el pasado. En China ya superaron la matanza de Tiananmen –Beijing, 3-4 de junio de 1989- y no la andan recordando a cada rato. En México debemos dejar a un lado ese pregón de “2 de octubre no se olvida”; claro que debemos dejarlo atrás para penar en el futuro.

Y por no corregir las cosas… vinieron, en cascada, los más atroces actos represivos aquí descritos.

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